Este año se cumple el 40 aniversario de las primeras elecciones democráticas en España tras la muerte de Franco. En este libro, que cierra la colección de Historia de España en 12 volúmenes dirigida por Ramón Villares y Josep Fontana, Xosé Manuel Núñez Seixas —acompañado de Lina Gálvez y Javier Muñoz— hace un exhaustivo análisis del período que va desde la muerte de Franco a la victoria de Mariano Rajoy. De la política a la cultura, de la economía a los profundos cambios sociales experimentados en el período, esta obra supone un recorrido apasionante por las páginas más recientes de nuestra historia.
I NTRODUCCIÓN GENERAL
Esta nueva Historia de España que publican en coedición Crítica (Barcelona) y Marcial Pons, Ediciones de Historia (Madrid), pertenece a un género historiográfico que cuenta con una gran tradición en la cultura española, pues son numerosas las obras que, con el título más o menos explícito de «historia general de España», se han publicado desde el siglo XVI hasta la actualidad. No es menester efectuar una genealogía de esta tradición literaria para darse cuenta de que este es un reto al que los historiadores de cada época han intentado enfrentarse.
Dejando al margen la abundancia de «crónicas» y «anales» de tradición medieval, es opinión común que las obras del vasco Esteban de Garibay (1571) y del jesuita toledano Juan de Mariana (1592) son las primeras expresiones dignas del nombre de historias de España. Ambas planteaban uno de los grandes debates políticos e historiográficos que, desde entonces, no ha dejado de estar presente en este tipo de obras: ¿cuál es el sujeto del relato? En el caso de Garibay, su relato es una exposición yuxtapuesta de la «universal historia de todos los reynos de España». En el caso de Mariana, su enfoque es más unitarista y el eje sobre el que gravita la narración es el reino de Castilla.
La obra más influyente fue, sin duda, la del padre Mariana, Historiae de rebus Hispaniae , en versión latina de 1592 y castellana de 1601, que fue durante más de dos siglos el gran referente de la historiografía española. Impresa todavía en el siglo XIX , la obra de Mariana sólo fue sustituida en el favor del público y de la crítica por la Historia general de España , de Modesto Lafuente, publicada en 30 volúmenes entre 1850 y 1859 y también sucesivamente reeditada. El éxito de la obra de Lafuente fue notable, tanto en la fijación de los grandes tópicos de los manuales escolares como en la construcción del imaginario histórico de la España liberal, en el que el gran sujeto del relato fue el «ser vivo» de la nación española, ordenada por unos principios que arrancaban del proyecto de Covadonga: «una religión, un sacerdocio, un trono, un rey, un pueblo y una monarquía». Se publicaron muchas otras obras de índole general en la España del siglo XIX , pero ninguna otra adornó como esta los anaqueles de las bibliotecas de las clases medias españolas de la época de la Restauración.
La crisis de fin de siglo y la recepción de algunas influencias de la historia francesa y alemana favorecieron la aparición de nuevas historias generales, algunas de ellas mucho menos extensas que las anteriores. La más valiosa fue la Historia de España y de la civilización española (1899) de Rafael Altamira, un autor que trató de introducir en España los métodos de la historiografía francesa de Gabriel Monod y Henri Berr. Frente a la hegemonía de la historia política y de acontecimientos del modelo liberal, la apuesta de autores como Altamira fue la de introducir nuevos conceptos, como el de «civilización», noción que suponía prestar atención a las instituciones sociales, a la economía y a la cultura.
El más ambicioso de todos los proyectos de historia general de España concebidos durante el siglo XX fue el que comenzó dirigiendo Ramón Menéndez Pidal y culminó José María Jover. Aunque es difícil atribuir unidad de relato a una obra que tardó unos setenta años en completarse, con más de 60 volúmenes publicados y en la que colaboraron cientos de autores de épocas y formaciones muy diversas, lo cierto es que acabó convirtiéndose en una obra de referencia, más como enciclopedia que como texto accesible para el gran público. Aunque durante el franquismo logró esquivar los intentos de reconstruir un relato histórico acorde con el régimen dictatorial, la influencia de su primer director, maestro de la escuela histórico-filológica española, se dejó sentir en su enfoque profundamente unitarista y castellanista, como denunció de forma contundente Pere Bosch i Gimpera en su conocido discurso «España», pronunciado en la Universidad de Valencia en 1937, germen de las reflexiones agrupadas en su libro La España de todos (1976), un auténtico manifiesto en su propio título.
A partir de la guerra civil y del triunfo de la dictadura de Franco, dos grandes modelos historiográficos trataron de reflejar la radical diversidad política de las «dos Españas». El de la tradición republicana continuada en la «España peregrina» del exilio, del que formaron parte tanto el citado Bosch i Gimpera como Ramos Oliveira, Américo Castro o Sánchez-Albornoz. Muchas de sus controversias tuvieron amplio eco en el interior, pero nunca abdicaron de su condición de intelectuales pertenecientes al bando de los vencidos. Algunos libros más breves escritos en el exilio, caso de los primeros textos de Tuñón de Lara, o de hispanistas como Pierre Vilar, lograron introducir en el debate historiográfico enfoques y contenidos correspondientes a la época contemporánea. La breve Historia de España (1947) de Vilar fue, en este sentido, un libro de amplia repercusión, por más que su lectura no se hiciera masiva hasta los años setenta, en la edición de Crítica.
Mientras tanto, en la España de Franco hubieron de convivir posiciones historiográficas bien diversas, desde la citada escuela de Menéndez Pidal o los manuales de Aguado Bleye y de Antonio Ballesteros con obras de autores como José María Pemán, autor de La historia de España contada con sencillez , un «texto oficial para las escuelas públicas de la nación» repleto de errores y de intención propagandística. La resistencia más o menos «silenciosa» frente a esta interpretación de la historia de España fue abriéndose paso de forma paulatina. El programa historiográfico abierto por Jaume Vicens Vives en los años cincuenta fue el primer paso, concretado en su Aproximación a la historia de España (1952) y sobre todo en su obra más ambiciosa, Historia social y económica de España y América (1959), escrita por lo que Vicens denominaba con frecuencia «escuela de Barcelona». Su aproximación a la estadística, su aliento interpretativo y su rechazo del «culturalismo» —por sesgado y lleno de prejuicios ideológicos— marcaron un punto de inflexión en la historiografía española del siglo XX .