PRÓLOGO
por NIKOS MOSCHONAS
C uando hablamos de historia, acostumbramos a evocar los grandes acontecimientos que han determinado el devenir de la humanidad. Entendemos por historia el relato y la interpretación crítica de los hechos, unidos a la descripción de los contextos y a su correspondiente análisis. Así, la historia de un pueblo está hecha de aventuras, migraciones, incursiones, guerras, catástrofes, matanzas, esclavitud, saqueos, desastres naturales, hambre y muerte, pero también de paz, progreso, mitología, religión, filosofía, ciencia, ley, comercio y arte.
Durante mucho tiempo, la concepción histórica imperante fue la cronográfica y dinástica, la cual ubica los hechos en el tiempo asociándolos por lo general a los gobernantes. En el estudio de la historia, raras son las veces en que descorremos el velo de los acontecimientos para descubrir tras él los momentos invisibles de la acción de los hombres, los momentos del drama personal o colectivo de los protagonistas o de los simples testigos de los hechos. Sin embargo, cuando esto sucede, asistimos a grandes momentos de la existencia humana. Y a esto es precisamente a lo que aspira este libro de Pedro Olalla, Historia menor de Grecia. Un título elegante, lacónico y enérgico a la vez. Porque está claro que no se trata de una «historia griega» a pequeña escala, ni tampoco de un relato histórico convencional; se trata de un intento de poner de relieve estados psicológicos, deliberaciones solitarias, decisiones, actitudes, acciones. Conocedor de la historia y de sus fuentes, Pedro Olalla se acerca a la vivencia histórica y atrapa el devenir de los hechos, detectando y realzando los instantes y sucesos menores que la historia oficial no registra, precisamente por no tener cabida en ella. Cosas pequeñas, secundarias e ignoradas, que, sin embargo, encierran a menudo el germen de lo grande y de lo decisivo, sostienen los grandes acontecimientos históricos.
Historia menor de Grecia supone una detección, una recomposición y, hasta cierto punto, una restauración de los silencios de la historia griega, o, mejor dicho, de la del helenismo, juzgado en su devenir no sólo dentro de las fronteras tradicionales del espacio griego sino también más allá de ellas, allí donde el espíritu helénico ejerció su infuencia y conformó con ella otras culturas.
La mirada penetrante del autor recorre este camino desde los tiempos de Homero hasta los nuestros, desde la Jonia hasta la Magna Grecia, desde Atenas hasta el lejano Eburacum, desde Roma hasta Constantinopla, desde Antioquía hasta Cesarea, desde Bagdad hasta Mistrás, desde Quíos hasta Valladolid, desde Esmirna hasta Tepeleni. Allá donde se encuentra un rasgo de helenismo.
Lo grandioso y lo humilde, el cuestionamiento y el fanatismo, el nacimiento del arte de la palabra, la expansión de las colonias griegas, la guerra del Peloponeso, la dominación romana, la predicación de san Pablo en Atenas, las incursiones bárbaras, la cimentación del Imperio de Oriente, la destrucción de los santuarios antiguos, la persecución de los cristianos en tiempos de Juliano, la masacre del hipódromo de Tesalónica, las disputas dogmáticas y la guerra contra los herejes, la consolidación del poder papal, la influencia del espíritu griego en el Oriente islámico, la intelectualidad helénica en Italia, la diáspora griega en Occidente, la humillación bajo el yugo otomano… Si la historia es la ciencia que estudia obras y comportamientos humanos, el libro que ha escrito Pedro Olalla trata de historia «profunda», y el adjetivo menor no es derogatorio sino revelador, pues no alude al interés por lo secundario sino a la exploración y a la representación del lado más inaccesible del drama histórico.
N.M.
Historiador y director de investigación
Fundación Nacional de Investigaciones
Científicas de Grecia
[Las referencias bibliográficas que aparecen al final de cada capítulo, divididas en fuentes primarias y secundarias, no se citan alfabéticamente].
INTRODUCCIÓN
... oὔτε ταῖς ἐπιφανεστάταις πράξεσι πάντως ἔνεστι δήλωσις ἀρετῆς ἢ κακίας, ἀλλὰ πρᾶγμα βραχὺ πoλλάκις καὶ ῥῆμα καὶ παιδιά τις ἔμϕασιν ἤθoυς ἐπoίησε μᾶλoν ἢ μάχαι μυριόνεκρoι καὶ παρατάξεις αἱ μέγισται καὶ πoλιoρκίαι πόλεων.
[… pues no es en las acciones más ilustres donde se manifiesta la virtud o la vileza, sino que, muchas veces, algo breve, un dicho o una trivialidad, sirven mejor para mostrar la índole de los hombres que sangrientas batallas, nutridos ejércitos o asedios de ciudades].
PLUTARCO , Vidas paralelas
ALEJANDRO, 1.2
S in duda con cierta ingenuidad, siempre he pensado que el fin de la historia es ayudar a mejorar el mundo. Y precisamente con esa ingenuidad—que me gusta creer que es la misma que ha impulsado a otros hombres a acciones desprendidas y valientes—está escrito este libro, esta historia de Grecia. Se llama menor porque no es una historia de los grandes personajes y hechos (o, al menos, no trata de ellos en la forma en que suele tratarse): esta Historia menor es una colección de gestos humanos en los que se demuestra la grandeza, la vileza o la contradicción.
La idea de la obra es recorrer la historia rastreando en esos gestos la formación y la supervivencia de una actitud vinculada a lo griego desde los lejanísimos días en que Homero comenzó la búsqueda de lo universal: la actitud humanista. Una actitud que, por supuesto, no es exclusivamente griega, que incluso ha sido reiteradamente traicionada por los griegos, pero que, sin duda, ha sido concebida, cultivada, defendida y recuperada, una y otra vez a lo largo de la historia, apelando de manera especial a lo griego.
Esta actitud de confianza en el hombre, en su capacidad y su conciencia para elegir libremente lo bueno, ha sido la fuerza que ha alumbrado la ética y ha defendido el pensamiento. Quienes la han cultivado no sólo han defendido lo que en su momento creyeron, sino la libertad y la dignidad de otros aún no nacidos, su posibilidad futura de conocer un mundo que no sea tan sólo el efecto de la represión y la mentira. Como es de suponer, esta actitud ha sido siempre de unos pocos: una actitud de resistencia frente a un entorno adverso y bárbaro. Sin embargo, cada vez que ha brillado a lo largo del tiempo en medio del abuso, de la desmesura o el oscurantismo, la humanidad ha dado un paso hacia la sensatez, hacia la ponderación, hacia la dignidad del hombre por encima de credos o intereses.