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León Felipe - Antologia rota

Aquí puedes leer online León Felipe - Antologia rota texto completo del libro (historia completa) en español de forma gratuita. Descargue pdf y epub, obtenga significado, portada y reseñas sobre este libro electrónico. Año: 1947, 1974, Editor: Pleamar, Género: Historia. Descripción de la obra, (prefacio), así como las revisiones están disponibles. La mejor biblioteca de literatura LitFox.es creado para los amantes de la buena lectura y ofrece una amplia selección de géneros:

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León Felipe Antologia rota
  • Libro:
    Antologia rota
  • Autor:
  • Editor:
    Pleamar
  • Genre:
  • Año:
    1947, 1974
  • Índice:
    4 / 5
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Antologia rota: resumen, descripción y anotación

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León Felipe es el poeta más popular de la España del exilio, el portavoz de la España peregrina. Heraldo universitario de los muchos que hicieron carrera en Estados Unidos, León Felipe no sufre, sin embargo, el desgarro físico, el trastierro, el exilio doloroso que padecieron otros, pero sí sufre, integra y asume el destierro político: sabe que no puede volver y su obra está prohibida en España, y acaba convirtiéndose en el portavoz del exiliado. La tragedia del poeta zamorano fue vivir dos mundos: el de las aguas amargas del exilio y el dulce reposo del orden instituido; la cárcel y la restitución de su honor; la farmacia y la poesía; España y América. Todo esto se halla en esta Antología rota, publicada por primera vez en Buenos Aires, en 1947, en la colección Mirto dirigida por Rafael Alberti para la editorial Pleamar. Esta edición incluye las novedades de la reedición de 1957 y las adiciones de la edición de 1974, publicada bajo el título de Nueva antología rota.

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León Felipe ANTOLOGÍA ROTA Buenos Aires 1947 Pleamar León Felipe - photo 1

León Felipe

ANTOLOGÍA ROTA

Buenos Aires
1947

Pleamar

León Felipe (1884-1968)
Antología Rota
Buenos Aires, 1947, Pleamar

[con las adiciones de 1957 y de Nueva Antología Rota, Buenos Aires, 1974, Losada]

Edición digital y maquetación: SnrB 2020

León Felipe en 1950 Provisional todo Las antologías son siempre una - photo 2

León Felipe en 1950


Provisional todo

Las antologías son siempre una prestidigitación… Escamoteos y preferencias… Un juego cortesano y temporal… Juglaría selecta… Trampas.
Podemos elegir los mejores naipes, descartarnos de peones y servidumbres… y quedarnos con la gran basa en la mano…, con la basa brillante donde no haya más que triunfos.
Provisional todo.
La Historia y la Poesía las hace el Viento… Y las antologías también, claro está.
El hombre trabaja, inventa, lucha, canta… Pero el Viento es lo que organiza y selecciona las hazañas, los milagros, las canciones.
Contra el Viento no puede nada la voluntad del hombre… Yo cuando el viento ha huido a su caverna, me tumbo a dormir. Me despierto cuando él me llama ululante y me empuja. Escribo cuando Él me lo manda. Luego con lo que escribo hace el un revoltijo de cartas de las que no se salvarán seguramente mañana ni el As ni la Reina.

El viento es un exigente cosechero:
él elige el trigo la uva y el verso…
el que sella el buen pan,
el buen vino
y el poema entero…

Y al fin de cuentas, mi último antólogo fidedigno será Él: el viento.
El viento es quien se lleva a la aventura el discurso y la canción… ¡El Viento!
Antológos, historiadores,arqueólogos, coleccionistas... ¡el que decide es el Viento!
Pero a veces a mí se me quedan en la memoria, en mi mala memoria, sin saber por qué, poemas o versos desglosados de un poema largo y antiguo, versos míos rebeldes que se agarran al ojal de la solapa como una consigna o se me clavan en la cinta del sombrero como una escarapela, para desafiar al Viento. Versos como éstos, por ejemplo:

Y es inútil que compongáis el viejo clavecín,
y que volváis a castrar a los acólitos
y que digáis en los concilios :
cebaremos tiplones para suplir a los poetas…
porque lo que se ha roto… “es la canción”.

¿Oísteis?
Lo que se ha roto… “es la canción”.
De aquí he sacado el titulo que lleva esta Antología. Pero no me hago ilusiones de que puedan salvarse ni estos versos siquiera.
Me entrego humildemente al Viento.
Y ahora que no hay nadie aquí en mi casa ni el campo, comienza a soplar el vendaval, abro la ventana otra vez y tiro al voleo, casi sin orden ni concierto, mi viejo discurso y ... mi rota canción

L. F.


VERSOS Y ORACIONES
DE CAMINANTE

Libro I

(Madrid, 1920)

I

Nadie fue ayer,
ni va hoy,
ni irá mañana
hacia Dios
por este mismo camino
que yo voy.
Para cada hombre guarda
un rayo nuevo de luz el sol...
y un camino virgen
Dios.

II

Deshaced ese verso.
Quitadle os caireles de la rima,
el metro, la cadencia
y hasta la idea misma...
Aventad las palabras...
y si después queda algo todavía,
eso será la poesía.

III

Poesia,
tristeza honda y ambición del alma...
¡cuándo te darás a todos... a todos,
al príncipe y al paria,
a todos...
sin ritmo y sin palabras!...

IV

Sistema, poeta, sistema.
Empieza por contar las piedras...
luega contarás las estrellas.

V

Poeta,
ni de tu corazón,
ni de tu pensamiento,
ni del horno divino de Vulcano
han salido tus alas.
Entre todos los hombres las labraron
y entre todos los hombres en los huesos
de tus costillas las hincaron.
La mano más humilde
te ha clavado
un ensueño...
una pluma de amor en el costado.

VI

No andes errante
y busca tu camino...
—Dejadme...
Ya vendrá un viento fuerte
que me lleve a mi sitio.


AUTORRETRATO


¡QUÉ LÁSTIMA!

(Al poeta Alberto López Argüello,
tan amigo, tan buen amigo siempre
baje o suba la rueda
)

¡Qué lástima
que yo no pueda cantar a la usanza
de este tiempo lo mismo que los poetas de hoy cantan!
¡Qué lástima
que yo no pueda entonar con una voz engolada
esas brillantes romanzas
a las glorias de la patria!
¡Qué lástima
que yo no tenga una patria!
Sé que la historia es la misma, la misma siempre, que pasa
desde una tierra a otra tierra, desde una raza
a otra raza,
como pasan
esas tormentas de estío desde ésta a aquella comarca.
¡Qué lástima
que yo no tenga comarca,
patria chica, tierra provinciana!
Debí nacer en la entraña
de la estepa castellana
y fui a nacer en un pueblo del que no recuerdo nada;
pasé los días azules de mi infancia en Salamanca,
y mi juventud, una juventud sombría, en la Montaña.
Después ... ya no he vuelto a echar el ancla,
y ninguna de estas tierras me levanta
ni me exalta
para poder cantar siempre en la misma tonada
al mismo río que pasa
rodando las mismas aguas,
al mismo cielo, al mismo campo y en la misma casa.
¡Qué lástima
que yo no tenga una casa!,
una casa solariega y blasonada,
una casa
en que guardara,
a más de otras cosas raras,
un sillón viejo de cuero, una mesa apolillada
y el retrato de un mi abuelo que ganara
una batalla.
¡Qué lástima
que yo no tenga un abuelo que ganara
una batalla,
retratado con una mano cruzada
en el pecho, y la otra mano en el puño de la espada!
Y, ¡qué lástima
que yo no tenga siquiera una espada!
Porque ... ¿qué voy a cantar si no tengo ni una patria,
ni una tierra provinciana,
ni una casa
solariega y blasonada,
ni el retrato de un mi abuelo que ganara
una batalla,
ni un sillón viejo de cuero, ni una mesa, ni una espada?
¡Qué voy a cantar si soy un paria
que apenas tiene una capa!
Sin embargo ...
en esta tierra de España
y en un pueblo de la Alcarria
hay una casa
en la que estoy de posada
y donde tengo, prestadas,
una mesa de pino y una silla de paja.
Un libro tengo también. Y todo mi ajuar se halla
en una sala
muy amplia
y muy blanca
que está en la parte más baja
y más fresca de la casa.
Tiene una luz muy clara
esta sala
tan amplia
y tan blanca ...
Una luz muy clara
que entra por una ventana
que da a una calle muy ancha.
Y a la luz de esta ventana
vengo todas las mañanas.
Aquí me siento sobre mi silla de paja
y venzo las horas largas
leyendo en mi libro y viendo cómo pasa
la gente al través de la ventana.
Cosas de poca importancia
parecen un libro y el cristal de una ventana
en un pueblo de la Alcarria,
y, sin embargo, le basta
para sentir todo el ritmo de la vida a mi alma.
Que todo el ritmo del mundo por estos cristales pasa
cuando pasan
ese pastor que va detrás de las cabras
con una enorme cayada,
esa mujer agobiada
con una carga
de leña en la espalda,
esos mendigos que vienen arrastrando sus miserias, de Pastrana,
y esa niña que va a la escuela de tan mala gana.
¡Oh, esa niña! Hace un alto en mi ventana
siempre y se queda a los cristales pegada
como si fuera una estampa.
¡Qué gracia
tiene su cara
en el cristal aplastada
con la barbilla sumida y la naricilla chata!
Yo me río mucho mirándola
y la digo que es una niña muy guapa ...
Ella, entonces, me llama
¡tonto!, y se marcha.
¡Pobre niña! Ya no pasa
por esta calle tan ancha
caminando hacia la escuela de muy mala gana,

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