ANTONIO PÉREZ DEL HIERRO (Valdeconcha, Guadalajara, España; 1540-París, Francia; 1611) Para otros nacido en Madrid en 1540 o 42. Ya su nacimiento provocó intrigas en la corte, puesto que los enemigos de su padre, secretario de Carlos V, acusaron a éste de haberlo engendrado en su época de clérigo, cosa que Gonzalo siempre negó. Fue legitimado el 4 de abril de 1542 por Carlos V, como reconocimiento al buen servicio de su padre como secretario.
Fue el secretario de Felipe II desde 1543, siendo todavía príncipe y, mas tarde, tras su coronación en 1556, también del Consejo de Estado del rey de España, obteniendo la plena confianza del nuevo rey, a la vez que acumulaba poder y riquezas, lo que le hacia blanco de la envidia.
En 1578 fue asesinado en Madrid Juan de Escobedo, secretario de Juan de Austria, hermano bastardo del rey, siendo acusado por el hijo de Escobedo, lo que desató una campaña de acusaciones y desprestigio contra Antonio Pérez, negando este inicialmente su autoría y declarando más tarde que cumplía órdenes del rey. El hijo de Escobedo se retracto de su acusación, pero esto no freno los intentos de derribo.
En 1579 es detenido y encarcelado por 6 meses. El rey se mantuvo dubitativo, permitiendo que siguiera, durante un tienpo, ejerciendo sus funciones de secretario después de su acusación, una vez en libertad, tareas que mantendría hasta muy tarde.
En 1584 es acusado en proceso de visita de corrupción y alterar mensajes, sentenciándole al año siguiente a 2 años de reclusión, 10 de destierro y suspensión de cargos durantes ese periodo. Su mujer y sus hijos, algunos de menor edad son encarcelados también, medida utilizada por el rey para evitar que publicara documentación comprometedora. En 1586 vuelve a Madrid en prisión atenuada, siguiendo con sus funciones, siendo acusado de nuevo de la muerte de Escobedo en 1587, pero eso no impide que siga en Madrid en relativa libertad.
En 1590 es encarcelado nuevamente y torturado en Madrid. Incomprensiblemente, Antonio Pérez logró fugarse de su cárcel de Madrid, y el 19 de abril llegaba a Aragón. Dado que entonces Castilla y Aragón eran reinos independientes pero con el mismo rey, tenía legislación diferente, manteniendo Aragón sus fueros vigentes. Antonio Pérez, por ser hijo de aragones —la familia de su padre, Gonzalo Pérez, procedía de Monreal de Ariza— en virtud del privilegio de manifestación, se puso bajo la protección del Justicia foral, don Juan de Lanuza. No obstante, el magistrado ordenó su reclusión en una cárcel de Zaragoza.
Legalmente, el rey no podía enjuiciar en Aragón a una persona acogido al fuero, aunque hubiese cometido un crimen, ni reclamarlo hasta que hubiese finalizado el juicio. El rey, cuando el Justicia de Aragón, cumpliendo los estipulado en los fueros, se niega a su requerimiento de devolverlo a Castilla, acusa a Antonio Pérez, falsamente, de herejía ante el único tribunal que tenía competencias en todo el territorio peninsular, la Inquisición, en 1591, siendo trasladado Perez a la carcel de esta, lo que origino una gran revuelta en Zaragoza, por considerarse que era un ataque a sus fueros. Cuando la presión el pueblo se hizo insostenible, las autoridades inquisitoriales se vieron obligadas a liberal al preso para poder salvar su vida. El rey pretendió resolver todo enviando tropas de Castilla a Zaragoza para su captura, que disimulo solicitando su paso por Aragón para llegar a Francia. El enfrentamiento con el Justicia Juan de la Nuza, escrito así en ese momento, que pretendía hacer cumplir los fueros, como era su responsabilidad, se resolvió con la derrota del débil ejército aragonés (se habla de que a los 12.000 del ejercito castellano se oponían no más de 2.000). El ejército real entra en Zaragoza el 12 de noviembre sin resistencia, pero para entonces Antonio Pérez había huido a Francia, hasta Pau, donde Catalina, hermana de Enrique IV, era gobernadora del Bearn. Los cabecillas del movimiento fuerista, en lugar de pasarse al bando del rey, persistieron en su actitud. El 20 de diciembre Juan de Lanuza fue decapitado sin juicio y su cabeza expuesta al público. Otros de los responsables, como Villahermosa y Aranda, fueron presos y murieron en circunstancias sospechosas en agosto y noviembre de 1592.
Antonio Pérez fue condenado en ausencia por la Inquisición y quemado en efigie. Mas tarde, en 1615, mediante sentencia absolutoria, fue rehabilitado.
Hasta su muerte en 1611, Antonio vive en Francia, viajando también a Inglaterra, intentando obtener el perdón del rey, que nunca obtuvo. Sufrió varios atentados que fracasaron.
Antonio Pérez dejó diversos escritos, que tratan de justificar su conducta. Destacan las Relaciones, su primera obra, publicadas bajo el seudónimo de Rafael Peregrino primero en Francia, después en Inglaterra y otra vez en París en 1598, en su versión definitiva, que fueros incluidas en el Índice y no fueron editadas en España hasta 1849, y Cartas, cuyo valor literario ya fue señalado en el siglo XVIII, al ser incluido en el Catálogo del Diccionario de Autoridades de la Lengua Castellana de la Real Academia Española. Documentos interesantes, tanto desde el punto de vista literario, como políticamente, pues ofrecen una perspectiva y una idea del papel que veía para la corona española muy diferente al que fue. En cierto modo, se anticipa en Antonio Pérez una idea de razón de estado que, propiamente, no aparecerá en Europa hasta Richelieu, algunos años después de la muerte de Pérez. Nunca se le ocurrió poner en tela de juicio la autoridad del rey ni el poder de la monarquía.
Incluimos su Retrato incluido en el libro Retratos de los españoles ilustres con epítome de sus vidas, publicado en 1791 y que, por su diferencia con los que actualmente se realizan, resulta especialmente ilustrativo de como cambia la visión de un personaje histórico según las épocas.
Retrato de Antonio Pérez, 1791
Leyenda: Sublime Estadista y Político Filósofo. Secretario del Rey Felipe II: tan famoso por sus infortunios como por sus escritos. Nació en Madrid en 1544, y murió en París en 1611.
Era hijo este célebre hombre de aquel no menos célebre Gonzalo Perez, Secretario que habia sido de Cárlos V, y natural de Monreal de Hariza en Aragon. Como desde niño le llevó su padre á los viages que hizo fuera de España con motivo de algunas importantes negociaciones, ó de acompañar al Emperador en sus guerras; pudo recibir los principios de la lengua latina de buenos maestros: tales fuéron Pedro Nuñez en Lovayna, y Sigonio en Venecia. Pero no acabó su primera educación hasta que, vuelto á Madrid su patria, le proporcionó Gonzalo los demas estudios y conoscimientos que pudiesen prepararle para digno sucesor sayo en su eminente cargo. Los deseos y el pronóstico del padre se cumpliéron en lo que se llama favores de la fortuna; pero hízose superior á ella el hijo, sabiendo sufrir sus rigores contra la común espectacion de los émulos.
Secretario de Estado de Felipe II, quando gozaba de su gracia y particular confianza fue derribado de su alto puesto al polvo y miseria de una cárcel, donde padesció trabajos y tormentos reservados solo para gravísimos crímenes. Su muger Doña Ana Coello, asida de tres hijos y tres hijas de tierna edad, siguió á Antonio en su suerte. Nueve años vivió esta triste familia como sepultada en un encierro, hasta que en abril de 1599 por la benignidad del nuevo rey Felipe III y mediación del marques de Dénia fue puesta en libertad, pero privada de ver al padre, que emigrado en Bearne, como desde una atalaya segura veia á los confiados y á los desesperados, caer aquellos, y levantarse estos. Habia escapado Antonio Perez de su prisión de Madrid en 1591, refugiándose á Zaragoza baxo del escudo de los fueros de su naturaleza, que no le sirvieron sino de avivar sus persecuciones, y de poner en peligro extremo al reyno de Aragon. Forzado á huir de España, se acogió al amparo del rey Christianisimo Henrique IV. Allí, á pesar de la distinción que le mereciéron su talento y su desgracia, llevó una vida privada; sin querer jamás aceptar empleos con que le brindaron, por no hacerse odioso o sospechoso a su patria, contentándose con algunas pensiones para su sustento, hasta que le sobrevino la muerte en París en 1611.