BIBLIOGRAFÍA
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Tomalin, Claire, The Invisible Woman: The story of Nelly Ternan and Charles Dickens, Penguin Books, Londres 1990.
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DICKENS ENAMORADO
El joven Dickens
E l viernes 7 de febrero de 1812 nació Charles John Huffam Dickens, segundo hijo de John y Elizabeth Dickens, en un barrio residencial de reciente construcción conocido con los nombres de New Town o Mile End, en el área de Landport (Portsea), a las afueras de Portsmouth. Allí se encontraba destinado su padre, un funcionario de la Pagaduría de la Armada. Se le bautizó tres semanas después, según Peter Ackroyd; el 4 de marzo, casi dos meses tras su nacimiento, según Claire Tomalin. El bautizo fue en la iglesia cercana de St. Mary’s Kingston y el padrino Christopher Huffam, amigo del padre. John Dickens había llegado allí hacia 1807, probablemente gracias a una recomendación de John Crewe, el patrono de su madre, en cuya casa trabajaba ella de ama de llaves. En la Pagaduría hizo amistad con Thomas Barrow, afianzó su puesto de trabajo y conoció a Elizabeth, hermana de aquel, con la que se casó en Londres el 13 de junio de 1809, un año después de lograr un destino de más responsabilidad que le conduciría a Portsmouth. Al año de casados nació su primera hija Elizabeth Frances, a la que llamarían familiarmente Fanny, tan importante en la biografía del escritor.
De la familia paterna sabemos que su abuela Elizabeth Dickens, de soltera Ball, era una excelente narradora, dato que confirman las niñas Crewe. Su abuelo William, el mayordomo de la casa, parece haber dejado sus genes de hombre sensato y diligente en su otro hijo, el que llevaba su nombre, que acabó regentando un café en Oxford Street y no tuvo descendencia, mientras a John, el padre de Charles, nada le tocó en el reparto. Claire Tomalin sugiere con cierta malicia que los rasgos de su carácter (aficionado a la buena vida, alegre y seductor, siempre bien vestido y gastando por encima de sus posibilidades) son más afines al señor de la casa, que, a fin de cuentas, pudo haber ejercido su derecho de pernada. De modo que William Dickens, Jr., con una forma de vida tan prosaica y poco aventurera, apareció poco en las conversaciones familiares, mientras la rama Barrow de la familia resultaba más atractiva y novelesca: el padre de Elizabeth y Thomas tuvo que salir de Inglaterra en 1810, cuando se descubrió que llevaba diez años defraudando a la Armada inglesa. Su nieto Charles, que heredó su nombre, tampoco llegó a conocerle. Los otros dos hermanos de Elizabeth se hicieron un hueco en el panorama literario de la época, aunque fuese modesto: John publicó un libro de poesía y una novela histórica, y Edward fue músico amateur y un amante de las artes. El primero abrió su propio periódico, el segundo fue corresponsal del Parlamento inglés. De la propia Elizabeth Barrow, de casada Dickens, se dice que era aficionada a la música y a la lectura, y que había estudiado latín. Se dice también que era una joven alegre (según su hijo, lo fue toda su vida) y que la noche antes de dar a luz a Charles la pasó bailando.
A los cinco meses de nacer Charles la familia abandonó Mile End Terrace y se trasladó a Hawk Street, cerca de la Pagaduría, en una de las muchas mudanzas que formarían parte de su vida. La siguiente se produjo al cabo de año y medio, al 39 de Wish Street, también situada en una zona residencial. A los tres meses nació el tercero de los hermanos Dickens, Alfred Allen, que falleció a los seis meses de vida. En enero de 1815 John Dickens recibió un nuevo destino en Somerset House y la familia se mudó a Londres: al tratarse de un destino en la ciudad, y no en puerto de mar, el sueldo de John Dickens se vio mermado. Se establecieron en el 10 de Norfolk Street, donde vivieron alrededor de dos años y donde, según parece, el cabeza de familia empezó a engrosar su cuenta de deudas. Aquí nació el siguiente bebé, Letitia Mary, y el joven Charles comenzó a familiarizarse con el entorno urbano, tan desconocido en su anterior existencia y que tanto material le proporcionara para el estilo literario que abanderó. En enero de 1817 regresaron al campo, cuando su padre cambió de nuevo de destino y recaló en el puerto de Sheerness.
Poco se sabe sin embargo de la vida de la familia en esta primera época, y no tendremos muchas noticias de ella hasta su siguiente traslado, que se produjo sólo cuatro meses después y les llevó hasta Chatham, otra ciudad portuaria, pegada a Rochester, donde realmente ubicamos al escritor: fue el lugar con el que más se identificaba, donde empezó a tener conciencia del mundo que le rodeaba y donde comenzó a atesorar recuerdos e impresiones. También es el lugar en el que transcurren Los papeles póstumos del club Pickwick y El misterio de Edwin Drood, la primera y la última de sus novelas, esta inacabada. Allí vivió la familia durante cuatro años, en el número 2 de Ordnance Terrace: una zona residencial de casas nuevas, si bien modestas, dentro de una ciudad próspera y llena de vida, cuya existencia giraba en torno a la actividad portuaria, a la Marina y al Ejército (era centro de reclutamiento). Su tía materna, Mary Allen, a la que todos llamaban «tía Fanny», se fue en esa época a vivir con ellos. En esta casa comenzó su madre a enseñarle a leer utilizando los libros ilustrados de John Dickens, hasta que fue capaz de servirse por sí mismo de las estanterías pobladas con obras de Defoe, Goldsmith, Fielding y Smollet. Y también fue la ciudad donde se familiarizó con el teatro, asistiendo a representaciones de Ricardo III y Macbeth adaptadas para niños gracias a que un médico viudo del hospital local —el doctor Lamert— entró a formar parte del círculo familiar con James, su hijo adolescente, ambos muy aficionados al teatro. Llegados a este punto las deudas de John Dickens habían alcanzado cotas insospechadas: había pedido dinero a diferentes personas y no había cumplido con sus compromisos de devolución. A su cuñado Thomas le requirió como avalista cuando pidió un crédito de 200 libras esterlinas, que aquel tuvo que pagar de su bolsillo: se enfadó tanto que le dijo que nunca volvería a estar debajo del mismo techo que él.
En Ordnance Terrace nacieron los dos siguientes hijos de los Dickens: Harriet en verano de 1819 y Frederick un año después. La familia aumentaba en proporción directa a las deudas, e inversa a los ingresos. En invierno de 1821 la tía Fanny se casó con el doctor Lamert y se fue con él a vivir a Cork, Irlanda, pero dejó al joven James en el domicilio Dickens. Para Charles estos años de estabilidad familiar (él vivía sin duda al margen de las estrecheces económicas) en un lugar donde tenía cuanto un niño de su edad podía desear —una ciudad atractiva, con campo y río, compañeros de juegos y vecinos, y todo un mundo por explorar— supusieron una época feliz que siempre recordó con gusto. También es cierto que en esta etapa comenzó a sufrir espasmos en un costado, una dolencia que le acompañó durante gran parte de su vida, circunstancia además que le obligó a cultivar su condición de observador. Comenzó a ir, junto a su hermana Fanny, a la escuela de William Giles, que había estudiado en Oxford y vio en Charles un alumno poco habitual, que se divertía y trabajaba duro. En 1822 tuvo otro hermano al que impusieron los nombres de Alfred (igual que el que había muerto siendo un bebé) y Lamert (en honor al marido de su tía Fanny) y la familia preparó un nuevo regreso a Londres que harían, esta vez, sin nuestro protagonista. Charles se quedaría a vivir en casa del maestro hasta que finalizara el trimestre, y se reuniría con su familia algún tiempo después: hizo el viaje solo, a la edad de diez años, en una diligencia. Atravesó el condado de Kent un día lluvioso que se quedó grabado para siempre en su memoria y, durante el trayecto, pudieron fraguar en su recuerdo las primeras impresiones de su vida: el campo y la ciudad, los constantes traslados, los viajes, los lugares donde vivió y las gentes que pululaban por ellos servirían de caldo de cultivo para crear, en su madurez, el tejido que conformó no sólo sus novelas, sino también su carácter como ser humano.