María Montessori
DIOS Y EL NIÑO Y OTROS ESCRITOS INÉDITOS
Edición a cargo de F ULVIO DE G IORGI
Traducción de M ARIA P ONS I RAZAZÁBAL
Herder
Título original: Dio e il bambino e altri scritti inediti
Traducción: Maria Pons Irazazábal
Diseño de portada: Purpleprint creative
Edición digital: José Toribio Barba
© 2013, Montessori-Pierson Publishing Company CV: Dios y el niño; Carta de María Montessori a Luigia Tincani; El libro abierto; La guía; El drama místico; Las siete palabras de Cristo crucificado.
© 2013, Editrice La Scuola, S.p.A., Brescia
© 2016, Herder Editorial, S. L., Barcelona
ISBN DIGITAL: 978-84-254-3645-1
1.ª edición digital, 2016
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Í NDICE
M ARÍA M ONTESSORI
A PÉNDICE
R ELEER A M ARÍA M ONTESSORI.
M ODERNISMO CATÓLICO Y RENOVACIÓN EDUCATIVA
Fulvio De Giorgi
E n la historia de la educación son muy pocas las mujeres pedagogas que se recuerdan: entre esas pocas —y tal vez la más importante— se encuentra María Montessori. Científica, feminista, educadora, pacifista, Montessori es, en el ámbito intelectual, la mujer italiana más famosa del mundo. Su obra pedagógica sigue siendo muy estudiada; su «método» continúa vivo y presente en las escuelas infantiles de distintos países.
Pero María Montessori fue también una mujer de fe sincera y fervorosa; jamás —ni en público ni en privado— renegó de su pertenencia a la Iglesia católica, y fue apreciada y alabada por los papas Benedicto XV y Pablo VI.
Sin embargo, una especie de «leyenda negra» se fue creando ya en su tiempo y más tarde, hasta nuestros días (a pesar de algunos trabajos que afirman lo contrario): la idea de una Montessori laicista, naturalista, anticristiana y teósofa. De ahí la necesidad de reinterpretar su figura y su obra, ajustándonos a la verdad histórica y sin prejuicios historiográficos.
1. P ERFIL BIOGRÁFICO
1.1. Una «mujer nueva»: científica y educadora
María Tecla Artemisia Montessori nació en Chiaravalle (Ancona), en el seno de una familia de clase media, el 31 de agosto de 1870: apenas un mes antes de la «brecha de Porta Pia», esto es, de que se completara la Unidad italiana (y del fin del poder temporal de los papas). Sus padres albergaban sentimientos católicos pero cultivaban ideales liberal-resurgimentales. Su padre, Alessandro (1832-1915), natural de Ferrara, era funcionario del Ministerio de Economía. Su madre, Renilde Stoppani (1840-1912), oriunda de las Marcas, procedía de una familia de pequeños terratenientes, parientes tal vez del abad Antonio Stoppani, aunque ese parentesco no está documentado. En cualquier caso, este vínculo estaba acreditado en el seno de la familia Montessori y en cierto modo era representativo de las referencias ideales que dominaban en el ambiente doméstico y a las que ya he aludido. Antonio Stoppani era, como es sabido, una figura destacada del catolicismo conciliador y cercano a las ideas de Rosmini: científico, gozaba del aprecio de León XIII, pero también era hombre de fe e investigador atento de las vías de conciliación entre ciencia y religión. Personalidad preocupada por la educación y por la divulgación científica, defensor convencido del estudio de la naturaleza como elemento educativo, Stoppani (muerto en 1891, cuando María tenía 21 años) fue sin duda un punto de referencia significativo en la formación de María Montessori.
Muy pronto la familia Montessori se trasladó primero a Florencia y después, definitivamente, a Roma en 1875. María, hija única, pasó en esa ciudad la infancia y la juventud. Asistió a la escuela elemental de la Vía San Nicolò di Tolentino. Puesto que aspiraba a ser ingeniera, en 1883 empezó a estudiar en la «Regia Scuola Tecnica Michelangelo Buonarroti», y posteriormente, entre 1886 y 1890, en el «Regio Istituto Tecnico Leonardo da Vinci». No obstante, cambió de idea respecto a sus estudios universitarios y, en 1890, se matriculó en la Facultad de Ciencias, para pasar, en 1892, a la Facultad de Medicina, aunque tuvo que superar algunas trabas (incluso por parte del decano Guido Baccelli, que luego sería su defensor). Fue, por tanto, una de las primeras mujeres italianas en realizar esos estudios.
Tras un período inicial de desorientación, comenzó a afianzarse gracias a la notable fuerza de voluntad que poseía: en 1894 obtuvo un premio otorgado por la «Fondazione Rolli». En 1895 conoció a su colega Giuseppe Montesano (1868-1961), con el que fue admitida en la Clínica Psiquiátrica de la Universidad de Roma, dirigida por Ezio Sciamanna, y allí, junto con otro colega, Sante De Sanctis (1862-1935), y bajo su supervisión, realizó la investigación para la tesis de licenciatura, presentada por el propio Sciamanna, sobre Le allucinazioni a contenuto antagonistico , y obtuvo la licenciatura en julio de 1896 («primera mujer licenciada en Medicina en Italia», según una enfática pero inexacta hagiografía). Montesano y De Sanctis fueron representantes destacados de la psiquiatría italiana del siglo XX .
Montessori entró como ayudante en el Hospital de San Giovanni, pero siguió investigando en la Clínica Psiquiátrica (en 1899-1900 obtuvo el diploma de jefe de los servicios sanitarios). En 1897 publicó, con De Sanctis o con Montesano, artículos que ilustraban los primeros resultados de este trabajo. Al mismo tiempo, y precisamente en este contexto científico e intelectual, se iba desarrollando en Montessori un interés por los niños «deficientes», impulsado por la lectura de las obras, escritas unos decenios antes, de Jean-Marc-Gaspard Itard y Édouard Séguin (considerados más tarde precursores de la «pedagogía especial»). Los estudios científicos y médicos llevaron a Montessori a adoptar no una ideología de la ciencia —como encontramos en tantos pedagogos positivistas que procedían de estudios humanísticos— sino auténticas competencias científicas biomédicas, acompañadas de una práctica en la investigación sobre el terreno. Una viva sensibilidad social, cercana a las ansias caritativas de la madre, y la atención científica al «pauperismo fisiológico», a la psiquiatría y al cuidado de los niños «frenasténicos» la condujeron progresivamente al campo educativo, como punto de encuentro entre medicina y pedagogía y como compromiso para «la educación de los deficientes».
También comenzó a interesarse por la emancipación de la mujer y, en 1896, participó en Berlín en el primer Congreso del «International Council of Women» sobre los derechos femeninos, con un notable éxito. Entre 1897 y 1898 estuvo en Francia, primero en París para estudiar las obras de Séguin y luego en el suburbio de Bicêtre para conocer los métodos educativos elaborados por Désiré-Magloire Bourneville. Entretanto, el 31 de marzo de 1898 dio a luz, en secreto, a su hijo Mario (1898-1982), nacido de la relación con Montesano. Criado primero por una familia y luego en un colegio hasta los 15 años, el muchacho conoció a Montessori, que acudía a visitarle, pero no supo por aquel entonces la verdadera identidad de sus padres. Para evitar el escándalo que habría arruinado la prometedora carrera de ambos, decidieron —o fueron obligados por sus padres— mantener oculta su relación y el fruto de ella. María sufrió mucho por esta situación antinatural: según algunos estudiosos, este sería el resorte biográfico oculto de su amorosa e infatigable dedicación a la «liberación» de los niños.