Años atrás, al prologar Estampas del pasado, José Luis Busaniche señaló que «la bibliografía histórica argentina acrece notablemente y se advierte, en general, un decidido interés por el conocimiento y la interpretación de nuestro pasado. Monografías y libros se suceden de continuo, proyectando luz cada vez más intensa sobre figuras y sucesos de antaño». Pero, agregaba, «carece nuestra bibliografía de una especie de libro, auxiliar importante, no sólo desde el punto de vista didáctico, sino como elemento de cultura general. Me refiero al libro de lecturas históricas (…) el libro ligero o ameno que nos acerque a tal o cual período de la historia y nos ponga en contacto con el hombre de la época y el ambiente en que vivía; el libro que nos haga conocer la vida y las costumbres, nos lleve por las calles de las ciudades viejas, franqueándonos las puertas de los interiores domésticos o nos transporte a las pampas salvajes donde disparan las yeguadas cimarronas». Esta es, precisamente, la misión que cumple Estampas del pasado, una compilación de relatos de contemporáneos o testigos de los sucesos narrados que va desde la conquista española hasta los albores del siglo actual, permitiendo al lector componer una imagen rica, precisa y matizada de los más variados aspectos de la vida argentina en épocas pretéritas.
José Luis Busaniche
Estampas del pasado
II
Biblioteca argentina de historia y política - 039
ePub r1.0
et.al 14.06.2020
José Luis Busaniche, 1971
Retoque de cubierta: et.al
Editor digital: et.al
ePub base r2.1
III
VIDA INDEPENDIENTE
1) HOMBRES Y SUCESOS DE LA EMANCIPACIÓN
2) LAS GUERRAS CIVILES
3) LA DICTADURA
4) TIPOS Y ESCENAS DE LAS CIUDADES (1810-1850) 5) EL INDIO Y EL DESIERTO (1810-1870) 6) EL CAMPO ARGENTINO: PAISAJES, TIPOS, COSTUMBRES (1810-1870) 7) TRANSPORTES: CARRETAS, ARRIAS, MENSAJERÍAS, LOS PRIMEROS FERROCARRILES
8) ALGUNAS FIGURAS DE LA ORGANIZACIÓN NACIONAL
9) LA GUERRA DEL PARAGUAY
10) REVOLUCIONES Y GUERRAS CIVILES EN LA ERA CONSTITUCIONAL
11) LAS LUCHAS CÍVICAS POR EL PODER REPRESENTATIVO
12) RETRATOS DE OTRO TIEMPO
13) LAS CIUDADES DESPUÉS DE 1853
3
LA DICTADURA
LA ESCUADRA FRANCESA EN EL RÍO PARANÁ
1840
Al ancla frente a la Bajada, 2 de abril de 1840
… Vengo de una isla de enfrente, donde fui a buscar leña y caza; esto no es nada agradable, pero es llevadero, lo que desespera es no poder saber nada del general [Lavalle] ni que estos franceses se muevan nada. Te diré todo lo que aquí hace la Expeditiva, que tiene ochenta y seis hombres y nueve embarcaciones menores. Luego que amanece, se lava todo el buque, después van dos lanchas a tierra (a la isla), a traer leña, pasto para una vaca lechera, cinco reses y veinte y tantos carneros. Todos van armados bien, lavan en la orilla, y a la tarde se les hace señal de regresar: uno que otro día va otra lancha con algunos oficiales, a cazar. Después que el sol se pone, se atan todas las embarcaciones menores dejando una chica a popa, se pone la red de abordaje y hasta el otro día. Ahí tienes, desde que estoy aquí, todo lo que se hace; y Carril me dice que antes ha sido lo mismo. Uno que otro día va Penaud a comer al Silfe (aquí cuatro leguas arriba). En vano nos empeñamos con Carril, en que, al menos de noche, crucen algunas lanchas por la costa, y en la boca de la salida o entrada del arroyo o Puerto de la Bajada; todo menos que eso.
En fin, sólo el día que llegó Panchito y la chalana que les trae víveres frescos de la Esquina, con los diecinueve dispersos de Vera, pudo conseguir Carril mandasen dos lanchas en busca de otros [dispersos] que hubiera en las islas. Anoche regresó una sin traer ninguno; el baqueano dice que cómo habían de traer ni encontrar si no querían entrar por las bocas y arroyos sino ir por el Paraná siguiendo la costa, y después se fueron al Silfe de donde vienen ahora; respondo de todo esto. Ahora bien, hermano, si esto hace el buque donde está el jefe lleno de elementos de guerra, ¿harán más los otros? ¿Y es esto lo que debíamos esperar de la escuadra del Paraná? ¡Cómo deseo verte hermano mío! De palabra te impondré de mil pormenores. ¡Qué equivocados están ahí! Cuando venían, al llegar [los franceses] a San Pedro, mandaron una especie de parlamento, diciendo que si no los hostilizaban, ellos tampoco, lo mismo hicieron en San Nicolás y lo mismo en el Rosario, pero como aquí les contestaron a balazos, tuvieron que defenderse. Han dejado, pues, en todos esos puestos todos los buques que había. A Santa Fe ni se han asomado. En fin, no quiero hablar de esto.
4 de abril. Seguimos en statu quo. Ayer despacharon la chalana correntina para traer víveres de la Esquina, mandé en ella tus cartas a Thompson.
Hoy a las once del día se han parado como a seis cuadras abajo dos chalanas con cinco hombres, que se cree venían de Santa Fe. El vigía les avisó, yo les grité, pero ni se movieron, según me dice Carril; en fin, pasaron a esta costa impunemente. Voy allá y les pregunto si habían visto, etc., y Hallet se encoge de hombros y los demás no me dicen nada. Después vino M. Penaud, todo embarrado de pasear en la isla; no te quede duda que aquí sirven tanto como el pontón de Gravin, ahí. No hay medio, hermano —o las instrucciones de ellos se lo mandan así, o faltan a su deber. A lo primero, ¿por qué nos engañan? A lo segundo, son unos c…, haraganes y cobardes. Ellos dejaron pasar a Ramírez con su fuerza, lo mismo sucede con las chalanas y aun pasaría todo Santa Fe, sin que ellos se moviesen a nada. Lo gracioso es que ustedes ahí y el general, donde esté, creerán que de día y de noche están vigilados los pasos del Colastiné y otros puntos muy fáciles de guardar… Pues van bien.
Al venirme a mi condenado Amor Constante me dió Hallet un pedazo de cordero; no se lo tiré por la cara, quién sabe por que. Yo no quiero que me obsequien a mí, que me conviden a comer, a jugar al ajedrez, sino que sirvan como pueden y deben o se nos diga claro: no queremos. Se quejarán si el general les reconviene de haber dejado pasar a Ramírez, su gente, vestuario, armas, etc., etc., mientras que ellos juegan al ajedrez, disecan pájaros y disputan en la isla. Si siquiera me dieran la ballenera del general, yo haría, armando algunos hombres, celar algunos puntos, al menos aquí cerca. Yo no tengo más que la lancha, que pesa enormemente, sin velas, ni nada. El bote estaba roto desde Montevideo, de modo que nada puedo hacer (jamás he sufrido tanto como ahora).
Somos 7 de abril.
Porteña en el Paseo de San Isidro. (Del Boletín Musical N.º 15).
Anoche llegó la cañonera Tactique, de su estación, ocho leguas más arriba, ahora sale llevando algunas armas a Punta Gorda, algunos hombres de los dispersos de Vera para que se reúnan con los que tienen ahí en la Isla, Oroño y Rafael. De ahí seguirá para abajo hasta encontrar los víveres que espera M. Penaud, pues ya no hay sino para veintisiete días escasos y si no vienen antes de doce, tendremos que irnos todos, según veo. Yo no tengo sino para cuatro días. ¡Lo que he sufrido y tengo aún que sufrir, sufrimientos de todo género y tan sin resultado y tan sin que lo agradezca nadie y teniéndoselos uno que tragar! Según las instrucciones de Penaud, él no puede hostilizar si no lo hostilizan. Le es prohibido desembarcar un hombre en ninguna costa,
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