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Es la Historia, vida de la memoria, maestra de la vida, mensajera de la antigüedad, testimonio de los tiempos, luz de la verdad, norte del acierto y guía para no tropezar. Da forma a la vida política, edifica la espiritual, ilustra la doctrina, adorna la elocuencia, asiste a la prudencia y favorece a todas las Ciencias.
NARCISO FELIU DE LA PEÑA Y FAREL ,
caballero de la Orden de Santiago, Anales de Cataluña y epílogo breve de los progresos y famosos hechos de la nación catalana , Barcelona, 1709, fol. 6
The history of Catalonia does not really begin again till the nineteenth century. It is the history of her renascence, which had better be considered separately.
SALVADOR DE MADARIAGA ,
Spain , Nueva York, 1930, pp. 287-288
A vegades és necesari i forçós
que un home mori per un poble
però mai no ha de morir tot un poble
per un home sol.
SALVADOR ESPRIU ,
La pell de brau , Barcelona, 1960
PRÓLOGO
Mirar Cataluña como si uno no estuviera en ella: este es el reto que me he propuesto al escribir este informe con el que espero contribuir al actual debate sobre el futuro del país. He fijado el final en el momento de la declaración de independencia, de inmediato suspendida, en octubre de 2017. Es un hecho crucial en la reciente política catalana, el epítome del derecho a decidir. A menudo se recurre a la idea del viaje a Ítaca, insistiendo en que no se tiene bastante viento para avanzar en lo que exige su identidad y de pronto en los últimos años las emociones de las masas en acción se han convertido en una especie de tornado. No se espera más y se avanza hacia la independencia sin ninguna cautela. Para llegar al fondo.
Ante los acontecimientos de los últimos años, una parte de la sociedad catalana ha virado hacia la ironía y otra hacia la ilusión de una República: es el efecto de las emociones, las esperanzas y las convicciones colectivas, pero también de las decepciones, los engaños y las mentiras. Lo cierto es que se ha roto la conciencia de continuidad que ha caracterizado el estilo de vida catalán. En el intento de desligar el presente del pasado, el proceso independentista ha provocado un éxtasis colectivo, ajeno al desaliento, dejando de lado el decoro. La acción dramática y el derecho a decidir han primado sobre el sentido común. En este ambiente resulta difícil juzgar el grado de mendacidad implicado en la creación y transmisión de una idea falsa del pasado como punto de partida para un diseño del futuro. Pero es seguro que el proceso surgió de una concepción de la historia al servicio de una escenografía de masas que contó desde el primer momento con eficientes divulgadores en los medios de comunicación. Al final ha logrado, sin pretenderlo, convertirse en una preocupación política para la Europa comunitaria al ser equiparado con los actuales movimientos populistas. De esta deriva hablaré poco. Unos valoran las heridas y otros enumeran debidamente las provocaciones: cuando una sociedad se sitúa en esta encrucijada sin salida se hace real la sentencia del poeta W.B. Yeats: «Los mejores carecen de toda convicción mientras los peores están llenos de fanática osadía».
La independencia es la idea clave que ha sostenido ese éxtasis colectivo, brindando momentos espectaculares, de resonancia en los medios de comunicación no solo por lo insólito de la propuesta en el siglo XXI , sino por el aura supremacista que les lleva a dividir la sociedad en dos sectores irreconciliables. El orden internacional peligra cuando un pueblo esgrime un derecho que colisiona con el derecho de gentes de modo que la percepción de las cosas queda condicionada por la causa a la que presta su devota lealtad y se entrega a la realización de sus fines con una convicción lesiva para la armonía social. Recordemos las escenas en las que los entusiastas del proceso vislumbraban cerca un futuro prometedor que al cabo era una revancha sobre un acontecimiento ocurrido hace trescientos años, el 11 de septiembre de 1714.
El culto al pasado reafirma una identidad colectiva, pero también una ilusión de las masas que reduce la política a una lucha contra un Estado al que se considera opresor y tiránico. Por eso algunos teóricos de la conducta social han visto en esa lucha una especie de psicodrama representado sobre el escenario donde una vez sucedió el producto genuino. Dado que se trata de un hecho histórico, resulta difícil distinguir entre conmemoración y representación.
En retrospectiva, desde la primavera de 2018 cuando redacto este informe en Barcelona, la situación ha exigido la necesidad de explicar la verdadera historia catalana. Es lo que quiero hacer a continuación. Reconozco que en otras ocasiones se ha intentado algo parecido. La última vez fue debido al efecto de la posguerra, en la década de 1950.
Esos precedentes me han alertado sobre la dificultad de la tarea; existe un riesgo intelectual al hacerlo ahora como lo hubo entonces; lo noto a cada paso en la elaboración del libro, me acecha en los momentos de retiro que dedico a su redacción.
Supongo que obedece al punto de vista adoptado, el de un hombre de frontera que tiene asumida la condición de vivir en los márgenes, no solo porque me preocupa la inclinación identitaria tan nociva en el siglo XX sino porque valoro positivamente el estilo de vida cosmopolita.
En este futuro que deseo prometedor, aunque tengo reservas, albergo la esperanza de que cada vez habrá más gente que comparta el afán de una sociedad abierta donde todo aquel que lo desee pueda moverse libremente, expresar sus ideas y no sentirse limitado por el peso de tradiciones a menudo inventadas.
El libro que el lector tiene en las manos está concebido como una ópera, en homenaje a la pasión catalana por el bel canto , una narración en tres actos: planteamiento, trama y desenlace. En primer lugar describiré cómo se forjó un estilo de vida y un amor a la tierra, la casa y la familia en los confines del Reino franco hasta conseguir el reconocimiento con el nombre de Cataluña; luego analizaré la trama que posibilitó la creación de un sistema político que con el tiempo se llamó Corona de Aragón donde Cataluña trató de encajar sus instituciones y sus formas de gobierno con mayor o menor acierto; y por fin, narraré el desenlace ocurrido cuando ser y no ser España se convirtió en el fundamento de la realidad catalana, en el motivo de la división de su sociedad y en el estímulo de las diversas recuperaciones del pasado.
Me propongo hacer un informe detallado sobre el mundo vital de Cataluña en los últimos trece siglos, donde el lector interesado podrá encontrar la respuesta a la pregunta que hoy se hace tan a menudo la gente de la calle: ¿qué nos pasa? Hay cierto cansancio, lo sé. Una sensación de que nada de lo que se haga o se diga cambiará el curso de los acontecimientos. Se habla tanto de un final feliz como de un final desgraciado, invocando la inclinación catalana por el desastre. Hay que ponderar las cosas con prudencia. Para eso es preciso un informe sobre la situación y la forma como se ha llegado a ella. El informe está aquí.
He recurrido a la historia como hilo conductor del relato. No es la única manera de hacerlo, pero es mi manera de hacerlo. Estoy convencido de que una reflexión sobre la historia ofrece unas iluminaciones al actual debate ciudadano. En caso de que sea una reflexión sobre la historia que se ajuste a la verdad, a la verdad desnuda, a través de una narración de estilo sencillo siguiendo el modo y el espíritu de hacer historia del siglo XXI .