Uno de los episodios más emotivos, de la Guerra Civil española, fue la evacuación de los niños españoles a diversos países extranjeros, para alejarlos de los efectos devastadores de la guerra.
En este libro se cuentan las vivencias de Mercedes Hernández Pujol y por extensión las de los «Niños de la Guerra», sus compañeros de exilio en su largo y dramático peregrinar por tierras de la Unión Soviética. La Guerra Civil les arrebató de los brazos de sus padres negándoles una infancia feliz a su lado, y otra guerra, la II Guerra Mundial, les arrebató de las Casas de Niños cuando empezaban a ser felices, para ser nuevamente evacuados a lugares inhóspitos, donde sufrieron toda clase de calamidades, privándoles de una adolescencia feliz.
Mercedes siente una enorme gratitud hacia el pueblo ruso por el cariño y solidaridad que les demostró, en todo momento, a ella y a sus compañeros de exilio. También está agradecida a las autoridades soviéticas por la acogida humanitaria que dispensaron a los «Niños de la Guerra». Y por la formación académica y profesional que les proporcionaron.
Otro sentimiento que perdura en la memoria de Mercedes es el de una inmensa gratitud hacia sus maestras y cuidadoras: «Estoy muy agradecida. En los momentos de crisis, se comportaban como auténticas madres: nos confortaban, nos abrazaban, nos besaban, nos entretenían y nos educaban. Encontramos el cariño y la paz maternal en ellas».
Vicente Sala Moya
Mercedes
Una Niña de la Guerra
Título original: Mercedes, una Niña de la Guerra
Vicente Sala Moya, 2017
Revisión: 1.0
28/06/2019
Tengo la inmensa satisfacción de dedicar el libro de mi vida a mi querida familia: mis hijas Rosi e Irene; mi yerno Valeri Dravkin y mis nietos Alejandro, Alen y Gabriel.
¡Gracias por vuestro amor y apoyo constante!
Mercedes Hernández Pujol
Autor
VICENTE SALA MONTOYA (Real de Montrol, Valencia, 1949). Cursa los estudios de Magisterio en la Escuela Normal de Valencia por el Plan 67 (primera promoción). Obtiene plaza en el escalafón del magisterio nacional en las oposiciones de 1970. Ejerce su labor docente en las siguientes poblaciones: Sedaví (1972-1973), Sant Vicenç de Castellet (1973-1975), Carlet (1975-1978) y Alfafar (1978-2004). Desde el año 2004 hasta su jubilación en 2010, realiza su labor profesional como técnico en la Conselleria d’Educació de la Generalitat Valenciana. Es autor de los libros Orba 79. La otra historia (2013) y El sueño de Martina (2015), ambos editados por Punto Rojo Libros, S.L.
INTRODUCCIÓN
Uno de los episodios más emotivos, de la Guerra Civil española, fue la evacuación de los niños españoles a diversos países extranjeros, para alejarlos de los efectos devastadores de la guerra. Francia, Gran Bretaña, Bélgica, Suiza, México y la antigua Unión Soviética fueron los principales países que acogieron a los menores españoles.
El exilio de los niños españoles en la antigua URSS fue, sin duda, el más prolongado. Los menores fueron muy bien acogidos, en principio, por las autoridades soviéticas y contaron, siempre, con la solidaridad y el apoyo de pueblo soviético.
La mayoría de los niños provenían del País Vasco, Asturias y Cantabria, zonas que habían quedado aisladas del resto de la República por el avance de las tropas sublevadas del general Franco.
En este libro se cuentan las vivencias de Mercedes Hernández Pujol y por extensión las de los «Niños de la Guerra», sus compañeros de exilio en su largo y dramático peregrinar por tierras de la Unión Soviética. La Guerra Civil; les arrebató de los brazos de sus padres negándoles una infancia feliz a su lado, y otra guerra, la II Guerra Mundial, les arrebató de las Casas de Niños cuando empezaban a ser felices, para ser nuevamente evacuados a lugares inhóspitos, donde sufrieron toda clase de calamidades, privándoles de una adolescencia feliz.
Mercedes Hernández, a punto de cumplir 86 años, es una mujer con una vitalidad increíble, con un sentido del humor magnífico, que mira a la vida, al pasado, presente y futuro, con un prisma de inmenso optimismo. Una de las auxiliares que cuidaba a los menores en la Casa de Niños de Birsk, definió perfectamente a Mercedes con esta frase: «Merceditas, tú siempre lo ves todo de color de rosa».
Me consta que Mercedes, en los relatos de sus vivencias, se ha guardado para sí misma episodios y escenas cuanto menos dramáticos, es su decisión y su derecho, que yo respeto y hasta comparto. En sus relatos pasa de puntillas sobre los episodios marcados por la emoción y el dramatismo; a veces, sin darse cuenta, entra en este tipo de episodios e intenta relativizarlos buscando algún aspecto positivo y añadiéndoles, siempre que la naturaleza de los hechos se lo permiten, notas de su acentuado sentido del humor.
«Merceditas» tuvo que vivir las terribles experiencias que le deparó el destino, experiencias que trata de olvidar, aunque no le resulta fácil; pero lo que no olvida y siempre tiene presente, es un sentimiento de deuda y enorme gratitud, en especial hacia el pueblo ruso por el cariño y solidaridad que les demostró en todo momento a ella y a sus compañeros de exilio. También está agradecida a las autoridades soviéticas por la acogida humanitaria que dispensaron a los «Niños de la Guerra» y por la formación académica y profesional que les proporcionaron.
Otro sentimiento que perdura en la memoria de Mercedes es el de la inmensa gratitud hacia las maestras y cuidadoras: «Estoy muy agradecida. En los momentos de crisis, se comportaban como auténticas madres: nos confortaban, nos abrazaban, nos besaban, nos entretenían y nos educaban. Encontramos el cariño y la paz maternal en ellas».
La mayor parte de los menores exiliados coinciden con los sentimientos de Mercedes, aunque no faltan opiniones críticas entre el colectivo, a las que se suman las de algunos docentes y auxiliares que les acompañaron. Estas críticas hacen referencia fundamentalmente a tres aspectos: excesiva carga ideológica a la que se vieron sometidos; el estado de desamparo en el que quedaron los mayores de 14 años al finalizar la Guerra Civil española y la empecinada negativa de las autoridades soviéticas a concederles la repatriación, y todo ello con el consentimiento del PCE (Partido Comunista de España) en el exilio.
Por deseo expreso de Mercedes, he transcrito íntegramente sus relatos, que figuran en letra cursiva, más aún, también he intentado reproducir, lo mejor posible, su manera peculiar de narrar los hechos, respetando expresiones que le son muy propias.
Para terminar diré que la redacción de este libro ha sido para mí una experiencia muy enriquecedora, ya que, para reconstruir el contexto histórico en el que se produjo el peregrinar de los Niños de la Guerra por la Unión Soviética, he tenido que consultar muchas publicaciones y ello me ha proporcionado un mayor conocimiento de causa en referencia al tema que se aborda en este libro. Conocer a Mercedes ha sido una gran satisfacción, y el hecho de confiarme su proyecto ha supuesto para mí un honor y un privilegio, por ello, le estaré siempre agradecido.