Prólogo
¿Por qué Delfos?
Una de las misiones imperecederas de Delfos es unir a hombres y mujeres que en caso contrario permanecerían divididos por intereses materiales.
Memorando de Justificación
Se dice que la relación amorosa se inició durante los sacrificios en honor del héroe Neoptólemo. Se mantuvo en secreto: la mujer ya estaba comprometida en matrimonio con otro miembro de la comunidad. Al final, los dos jóvenes amantes decidieron huir. En su huida tuvieron la ayuda de un sacerdote y viajaron hasta el extremo más alejado del mundo mediterráneo, donde, después de enfrentarse a numerosos desafíos y tribulaciones, acabaron juntos y triunfantes.
Este es el argumento de una novela de la antigua Grecia escrita por un hombre llamado Heliodoro. Los dos amantes procedían de Delfos, una ciudad pequeña y un santuario religioso que se alzaba en las estribaciones del monte Parnaso en el centro de Grecia, pero que también fue conocido a lo largo de la antigüedad como el verdadero centro, el ónfalos, el «ombligo», del mundo antiguo. Los dos amantes escaparon de este ónfalos con la ayuda de un sacerdote, no de Apolo, que gobernaba Delfos, sino de la diosa egipcia Isis. Y los dos amantes viajaron hasta Menfis en Egipto, en el extremo más alejado del mundo de la antigua Grecia, donde, al final, la pareja se convirtió en sacerdote y sacerdotisa del dios del Sol, Helios , y de la Luna, Selene .
FIGURA 0.1. El antiguo santuario de Apolo en Delfos con el paisaje que lo rodea, medio oculto entre la llanura iteana a sus pies y las estribaciones del monte Parnaso (© EFA/P. Amandry [Aupert FD II Stade fig. 23]) 1 Golfo de Itea. 2 Llanura iteana. 3 Museo de Delfos. 4 Santuario de Delfos. 5 Senda en zigzag de la «vía sagrada» que atraviesa el santuario de Apolo.
La novela de Heliodoro presenta la imagen de un mundo inmenso pero aun así conectado con su centro situado en Delfos, donde eran bienvenidos y agasajados los sacerdotes de las deidades egipcias, y en el que los habitantes de Delfos se podían convertir en sacerdotes de deidades que se adoraban en las fronteras del antiguo mundo mediterráneo. En la novela, Delfos destaca como un lugar gobernado por Apolo, pero donde se honra a una plétora de otros dioses; se la saluda como el sitio al que acuden los filósofos de todo el mundo antiguo para perfeccionar su sabiduría alejados de las multitudes enloquecedoras; y el sacerdote de Isis la describe, mientras se acerca a Delfos por primera vez, como una ubicación divina, que se parece a una fortaleza que la propia naturaleza ha elegido para cuidar de ella.
Cualquiera que haya visitado Delfos reconocerá la realidad tras la descripción del sacerdote y en particular la manera en que se niega al visitante toda vista de Delfos hasta que llega a la última etapa del viaje, como si la propia montaña protegiera de la vista a la ciudad y al santuario (véase figs. 01 y 02). Hasta que la carretera no te conduce por la última curva que bordea las estribaciones rocosas del Parnaso no se revela de repente Delfos, oculta y protegida en el vientre de la montaña. El mármol brilla bajo la luz del sol matinal y reluce dorado al atardecer. Las columnas decoradas y cuidadosamente coreografiadas de los templos contrastan con el gris salvaje de la ladera rocosa del Parnaso que tienen a sus espaldas. El sonido del agua de las fuentes de montaña que se abre camino hasta las llanuras a sus pies te llega a los oídos. Y te sientes sobrecogido por el silencio y la sensación de encontrarte fuera del mundo cuando finalmente se te revela este tesoro escondido y te acoge en su seno. Existe una magia en el aire que no se puede comparar con ningún otro lugar que haya visitado en la Tierra.
FIGURA 0.2. La moderna ciudad de Delfos y su antecesora de la antigüedad separadas por las estribaciones del monte Parnaso (© Michael Scott). 1 Cueva Coriciana. 2 Sendero antiguo que conducía de Delfos a la cueva Coriciana. 3 Estadio. 4 Santuario de Apolo. 5 Fuente Castalia. 6 Ciudad moderna de Delfos.