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SINOPSIS
Hoy en día, las revoluciones tecnológicas y digitales transforman de manera drástica y abrupta casi todas las facetas de nuestra vida, y cambian la forma de hacer las cosas, de producir y, también, de consumir. Es la llamada disrupción.
Pero, ¿qué es realmente la disrupción? Para entenderlo haz lo siguiente: coge tu smartphone y piensa en todas las heroicidades que puedes hacer con él, en cuáles podrías llegar a hacer si lo dominaras por completo, y quiénes hacían todo eso hace no mucho y de qué manera.
La economía disruptiva implica una categórica remodelación de las viejas categorías financieras, los activos y los pasivos, la manera de concebir los ingresos, la idea de lo que son los gastos y la forma de obtener excedentes. En resumen: la nueva economía transforma de arriba abajo los balances y las cuentas de resultados, lo cual nos obliga a ponernos al día, a conocer los rasgos sectoriales y los diferentes estilos de negocio y a ser conscientes de todas las evoluciones económicas.
Este libro, con la característica mezcla de erudición y amenidad de su autor, es la mejor manera de hacerlo.
Revolución tecnológica
y nueva economía
Todos los secretos contables
de Apple, Google, Facebook y Amazon
al descubierto
JOSÉ MARÍA GAY DE LIÉBANA
A los doctores Augusto Anguita, Antonio Alcaraz y Joan Carles Galcerán, a todo el excelente cuadro médico e investigador y al fabuloso y entrañable equipo de enfermeras y demás personal que integran la Unidad de Investigación en Terapia Molecular de Oncología Médica del Hospital Vall d’Hebron.
A los doctores Manuel y Gonzalo Galofré, José Ramón y Jordi Armengol, Paco y Eli Cedó, del Hospital Quirón de Barcelona.
Con todo el cariño del mundo, a quienes se ven golpeados por esta dura enfermedad que es el cáncer. Nuestro desafío es el de luchar con todas nuestras fuerzas, arropados por la excelencia investigadora, médica y sanitaria. Ése tiene que ser nuestro empeño.
Y, cómo no, a Memé y Pepe, simplemente, por tanto.
Y, claro, a mis alumnos que a lo largo de cuarenta años llevan soportándome y enseñándome muchas cosas. Su jovialidad veinteañera y ese entusiasmo contagioso que desprenden constituyen cada mañana, al pisar la Facultad, la brisa vital y refrescante que impulsa a exclamar ¡cuán bello es vivir! y me han inspirado para redactar este libro.
Sin todos ellos, estas líneas nunca se habrían escrito.
Y a dos personas, de las tantas que me han mostrado su apoyo: Roger Domingo, el editor, y Daniel Lacalle, economista prestigioso, admirado colega y amigo, que se brindó a redactar el prólogo de la obra.
Barcelona, 7 de septiembre de 2019
Prólogo
La revolución tecnológica.
Una revolución de modelo empresarial
Tal vez sepas que el mayor empleador privado de Estados Unidos es Walmart, una enorme cadena de centros comerciales con tiendas por todo el país. Imagina, por un momento, que esa empresa con ese porcentaje de empleo fuera española o europea, y que aparece un competidor como Amazon, que ofrece lo mismo vía internet y con un modelo disruptivo que pone en contacto a pequeños comercios, distribuidores y vendedores con millones de clientes en segundos y a precios globalmente competitivos. ¿Qué hubiera hecho la Unión Europea o el Gobierno español ante esa «amenaza» al mayor empleador del país? Probablemente poner todo tipo de trabas regulatorias, fiscales y administrativas a la amenaza digital, y no creo que me equivoque si digo que se añadirían unas suculentas subvenciones al incumbente para «defenderse» y «mantener el empleo». ¿Cuál habría sido el resultado? Que ni el incumbente ni su amenaza habrían prosperado.
Hoy, en Estados Unidos, Walmart y Amazon son más fuertes que nunca y las grandes empresas tecnológicas están en todos los titulares por su modelo disruptivo, por su capacidad de tomar mayor cuota de mercado y, a la vez, como ejemplo de que la digitalización y robotización no destruyen empleo. Estados Unidos, datos de octubre de 2019, tiene el menor índice de paro de los últimos cincuenta años y los salarios más bajos crecen más del doble que la media nacional.
La robotización, la digitalización, los gigantes tecnológicos y el cambio en general se nos presentan siempre en los medios de comunicación como amenazas. Como si esos gigantes tecnológicos fueran inexpugnables y perennes. Sin embargo, nadie se pregunta ¿qué ha pasado con Yahoo!, con Worldcom, etc.? ¿Sabes que Yahoo! rechazó comprar Google por una cantidad irrisoria? La mitología sobre la omnipotencia de los gigantes tecnológicos se desmonta con un click. Tú o yo no elegimos Google como buscador de internet por imposición o poder de mercado, sino porque la tecnología nos da poder a los consumidores. Cuando compras un ordenador o una tableta, el buscador de internet que viene preinstalado casi nunca es Google. Sin embargo, tanto tú como yo es posible que decidamos desechar el buscador que nos ofrece la marca del dispositivo por una sola razón. Es mejor y más cómodo. ¿Cuál es su poder de mercado? El que nosotros le damos, no el que esa empresa impone. Y si algún día, como ocurrió con Yahoo!, aparece una alternativa a Google más eficiente, cambiaremos de buscador.
Lo mismo ocurre con Facebook, Netflix, etc. Piensa qué habría ocurrido hace unos años, cuando las series de éxito eran, por ejemplo, La hora de Bill Cosby o Friends, Dallas o Dinastía, si nos hubieran dicho que el consumo de series y la calidad e innovación de las mismas se iba a disparar de manera exponencial. Cuando le explico a mis hijos que esperábamos una semana entera para ver el siguiente episodio de Raíces me miran con cara de extrañeza, como si hablase del pleistoceno.
No debemos olvidar los aspectos positivos, pero tampoco podemos ignorar lo que siempre han supuesto las tecnologías disruptivas. Una amenaza para gobiernos que buscan inflación —el impuesto de los pobres— a toda costa y mayor recaudación fiscal. Todas las tecnologías disruptivas son desinflacionistas y reducen ingresos fiscales. No por maldad o fraude. Cualquiera de nosotros, hoy, al acceder a internet y buscar un servicio o bien algo que adquirir, encontrará un abanico de precios en los que, en menos de 20 minutos puede encontrar el mismo bien y servicio con diferencias de precio del 20 y el 30 por ciento. La democratización de la información reduce las ansias inflacionistas de los que quieren que suban los precios para reducir en términos relativos sus deudas. ¿Y la recaudación fiscal? Imagina el agujero que se generaría en recaudación fiscal si viviésemos con la fiscalidad de hoy la invención de la máquina de coser. Miles de personas que se dedicaban a coser ya no cotizarían, y los impuestos por bienes inmuebles, por actividad económica, por trabajo y sociedades sufrirían. ¿Y qué pasa a medio plazo? Que el aumento exponencial de crecimiento y la mejora en calidad y cantidad de bienes y servicios a precios asequibles generaría mayor crecimiento, empleo e ingresos fiscales.