ESTRATEGIA
Estrategia
El estudio clásico sobre la estrategia militar
Título original: Strategy
© The Executors of Lady Liddell Hart, 1941, 1954
© Del prólogo: Fernando Calvo González-Regueral
© 2019, Arzalia Ediciones, S.L.
Calle Zurbano, 85, 3º-1. 28003 Madrid
Traducido por Roberto Romero
Diseño de cubierta, interior y maquetación: Luis Brea
Mapas: Ricardo Sánchez
ISBN: 978-84-17241-56-8
Depósito Legal: M-29404-2019
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Índice
Para Ivor Maxse,
instructor de tropas para la guerra
Toda guerra se basa en el engaño. Por lo tanto, cuando estemos capacitados para atacar, debemos aparentar incapacidad; cuando estemos usando nuestras tropas, hemos de parecer inactivos; cuando estemos cerca, haremos creer al enemigo que nos encontramos lejos; cuando estemos lejos, haremos que piense que estamos cerca. Ofrezcamos señuelos para atraer al enemigo. Simulemos desorden y sorprendámoslo.
Porque nunca se ha sabido de país alguno beneficiado por una guerra prolongada.
Solo aquel que esté profundamente familiarizado con los males de la guerra será capaz de identificar en toda su magnitud el modo más ventajoso de encauzarla.
La suprema excelencia consiste en quebrar la resistencia del enemigo sin entrar en combate. Así pues, la mejor de las estrategias es desbaratar los planes del enemigo; la segunda mejor es evitar el reagrupamiento de las tropas enemigas; la tercera, fallidas las dos anteriores, es atacar al ejército enemigo en el campo de batalla; la peor de las estrategias es la de sitiar ciudades amuralladas.
En toda lucha se puede utilizar el método directo para lanzarse a la batalla, pero será necesario recurrir a métodos indirectos para asegurarse la victoria.
Aparezcamos en sitios que el enemigo deberá apresurarse a defender, marchemos raudos a lugares inesperados. «Llegad como el viento y partid como el relámpago».
Maniobrando, podemos resultar absolutamente invencibles si se atacan los puntos débiles del enemigo; por contra, emprendamos la retirada y evitemos la persecución si sus movimientos son más rápidos.
Cualquiera puede ver las tácticas que empleamos para lograr la conquista, pero lo que ninguno puede ver es la estrategia que urdió la victoria. Las tácticas militares son comparables al agua, ya que el agua en su natural discurrir rehúye los lugares altos y se apresura hacia las tierras bajas. Del mismo modo, en la guerra, la manera de evitar los puntos fuertes es atacar los débiles. El agua dibuja su curso de acuerdo con las características del suelo sobre el que fluye; el soldado urde su victoria en relación con el enemigo al que se enfrenta.
Así, quien escoge tomar en su ruta un desvío largo y tortuoso, después de haber apartado con engaños al enemigo de su camino y aun habiendo emprendido la marcha después que él, con el fin de alcanzar la meta antes que este, demuestra conocimiento en el arte del desconcierto.
Se hará con la conquista aquel que haya aprendido la habilidad de sembrar el desconcierto. En él se basa el arte de saber maniobrar.
Saber abstenerse de salir al encuentro de un enemigo que marcha con sus estandartes perfectamente ordenados, saber abstenerse de atacar a un ejército compacto y disciplinado: este es el arte de estudiar la situación.
Siempre que rodeemos a un ejército, dejémosle libre una salida.
No presionemos demasiado a un enemigo desesperado.
La rapidez es la esencia de la guerra; aproveche los momentos en los que el enemigo está desprevenido, realice el avance por rutas insospechadas y ataque los puntos desprotegidos.
Sun Tzu , El arte de la guerra , 500 a. C.
La más rotunda y acertada de las victorias es la siguiente: provocar que el enemigo abandone su propósito sin detrimento de nuestra iniciativa.
Belisario
Por vías indirectas alcanzarás tu objetivo.
Shakespeare , Hamlet , Acto II, escena i.
El arte de la guerra se basa en desplegar una defensa coherente y cauta en extremo, seguida de un ataque rápido y audaz.
Napoleón
Toda acción militar está impregnada de fuerzas inteligentes y sus efectos.
Clausewitz
Un líder militar inteligente alcanzará el éxito en muchas ocasiones, al escoger posiciones defensivas de naturaleza tan ofensiva, desde el punto de vista estratégico, que el enemigo se verá obligado a atacarlas.
Moltke
Gallardos tipos, estos soldados; siempre se lanzan contra la zona más tupida del seto.
Almirante de Robeck , mientras observaba el desembarco
de Gallipoli, 25 de abril de 1915
Prólogo a la edición española:
En busca de la estrategia
Alcanzada su mayoría de edad, el siglo xxi va mostrando con nitidez el perfil de los retos estratégicos de un nuevo orden mundial, con sus oportunidades y amenazas: el cuestionamiento de la hegemonía estadounidense, un acelerado despertar de China, Europa desnortada, el resurgir de la gran Rusia, los mosaicos iberoamericano, africano, indio y, especialmente, islámico. Todo ello dentro del marco de una economía global con un pronto horizonte de nueve mil millones de bocas que alimentar; de una revolucionaria plataforma de comunicación que crece amorfa y exponencialmente, y de unos recursos naturales siempre escasos, por más que la tecnología pueda operar en favor de su sostenimiento.
De su predecesor, el siglo xx , han emergido ya unos contornos históricos netamente definidos, ora en sus pasajes más violentos, ora en sus áreas de más luminosos progresos. Dos guerras mundiales de un poder destructivo jamás visto anteriormente, conflictos coloniales, enfrentamientos civiles, revoluciones y terrorismo, más una guerra gélida cuyo siniestro legado, aunque disminuido, sigue intacto: los silos del armamento nuclear. Su última década, aún preñada de incógnitas, parecía presagiar empero un futuro en armonía: economía del bienestar, derechos civiles, espectaculares adelantos científicos y la caída de muros de ignominia.
Pero si este ya es pasado, aquel otro es un presente que va devorando al futuro (o viceversa). El siglo xx pertenece definitivamente a la Historia; el xxi al arte de la Estrategia, justo las dos disciplinas sobre las que versa esta obra que hoy tenemos el honor de presentar y la editorial Arzalia el acierto de reeditar en español, esta vez en una cuidada traducción y con sus inolvidables planos rediseñados; con una clara vocación, y esto es lo más importante, de ofrecerla a los lectores actuales con la idea de que sea estudiada en clave contemporánea, porque los clásicos —y Estrategia es sin duda uno de los más importantes clásicos del tratadismo militar— tienen la virtud de ser siempre actuales. Solo a nosotros compete dilucidar el mensaje que estas obras nos lanzan desde la posteridad, no meramente para nuestro regalo teórico, sino para revivir la vigencia de su legado.
De formación afrancesada y modales de dandy , la figura de sir Basil Liddell Hart sigue siendo fascinante . Porque, a diferencia de otros teóricos militares, que únicamente supieron ver en su entorno flechas sobre planos, campañas y batallas, Liddell Hart amaba la historia general y el ajedrez, se extasiaba con los adelantos de la aeronáutica y cultivaba la pasión por el ferrocarril heredada de su linaje, escribía crónicas de tenis, arte e incluso moda femenina, y sabía, en fin, entretener su ocio con el placer de la amistad. Fue, por encima de todo, un hijo de su tiempo, bien que aventajado, pudiendo resumirse su trayectoria vital en tres etapas: la brusca sacudida de la Gran Guerra; una madurez intelectual no exenta de polémica en el periodo de entreguerras, y ese largo declive en que una persona de su formación se va alejando del foro para destilar toda una acumulada sabiduría.