El historiador norteamericano Stanley G. Payne es en la actualidad profesor de Historia de España en la Universidad de Wisconsin .Los militares y la política en la España contemporánea es un documento de inestimable valor para comprender los motivos y factores que han permitido a los militares inmiscuirse en los asuntos políticos de la España contemporánea. Tras una larga dictadura militar, y en plena —y ya consolidada— recuperación de los valores democráticos, una obra de estas características resulta especialmente interesante para comprender tan peculiar fenómeno.
Stanley Georges Payne
Los militares y la política en la España contemporánea
ePub r1.0
jasopa1963 14.12.14
Título original: Military and Politic in the Spanish modern
Stanley Georges Payne, 1968
Traducción: Juan Tomás de Salas
Editor digital: jasopa1963
ePub base r1.2
A Julia
Prefacio.
PREFACIO
No se ha realizado aún ningún estudio serio sobre el ejército español, ni como institución, ni como fuerza política, a pesar de que los militares han desempeñado el papel más importante y suscitado más comentarios que cualquier otra institución en la España moderna, con excepción quizás de la Iglesia católica. El propósito de este libro es ayudar a cubrir esa laguna, al menos en cuanto al papel político del ejército se refiere. Al preparar este libro he tenido que utilizar materiales muy variados. La documentación es menos completa en algunos casos de lo que será deseable, en parte porque los archivos militares españoles referentes al período reciente están vedados a los investigadores y en parte a causa de lo resbaladizo del tema. No pretendo que este libro sea definitivo. Mi intento es, simplemente, abordar uno de los temas más importantes de la España moderna —tema que hasta ahora no había sido tocado.
La importancia del asunto se me manifestó claramente, quizás por vez primera, en una conversación que tuve con Jaime Vicens Vives en Barcelona en diciembre de 1958. La mayor parte de la investigación ha sido realizada gracias a una beca Guggenheim en 1962-1963 , y el trabajo previo puede hacerlo gracias a ayudas menores del Social Science Research Council y la American Philosophical Society. Recibí otras ayudas del Senate Research Comittee de la Universidad de California, Los Angeles y, en 1961-1962 , de la Universidad de Minnesota. Muchos amigos españoles me ayudaron en el trabajo en España, especialmente Francisco Javier de Lizarza Inda, Antonio Villar y Federico Fernández de Castillejo. El profesor Juan J. Linz, de la Universidad de Columbia, me hizo comentarios muy valiosos que ayudaron a mejorar el manuscrito.
Tengo también que agradecer la generosa ayuda del personal del Departamento de Investigación de la Biblioteca de Investigación de la Universidad de California, que me procuró alguna documentación impresa desconocida. Los herederos de John Whitaker y de Arturo Barea me permitieron amablemente citar ampliamente las obras de esos autores. Nancy Donovan, de Stanford University Press, trabajó constantemente con tesón hasta dar al manuscrito su forma definitiva. Mi mujer, a quien dedico este libro, me proporcionó una inestimable ayuda soportando muchos meses de investigación en España y dándome buenos consejos sobre la forma y estructura del manuscrito. Considero obvio afirmar que yo sólo soy el responsable de cualquier deficiencia de que pueda adolecer el libro.
Stanley G. Payne Agosto de 1966
Introducción. La debilidad institucional de la España moderna.
INTRODUCCIÓN.
LA DEBILIDAD INSTITUCIONAL DE LA ESPAÑA MODERNA.
«Qué difícil es —escribió el duque de Wellington— comprender exactamente a los españoles». Y anotaba después: «España es el único país donde dos y dos no son cuatro». La singularidad del temperamento español, que desconcertó al duque de Hierro, ha confundido también a los historiadores. No es fácil, por ejemplo, explicar por qué un país que mostró tanta energía, actividad e incluso capacidad organizadora en el siglo XVI , haya sido incapaz, casi, en tiempos más recientes de alcanzar la unidad nacional y la cohesión institucional. En el siglo XIX , el cuadro institucional español, que cien años antes había mostrado su aptitud para sobrevivir a pesar del colapso económico y militar, se quebró. Sólo entonces quedó al descubierto la fragilidad del edificio nacional. Casi toda la historia política española del siglo XIX es el resultado de la búsqueda de una estructura adecuada de gobierno.
Tradicionalmente existían dos instituciones importantes en la vida española: la monarquía y la Iglesia. Durante más de trescientos años después de Fernando e Isabel, los españoles fueron devotamente monárquicos, y las reformas del siglo XVIII sólo sirvieron para consolidar el poder real. Pero durante el reinado de Carlos IV (1788-1808) se detuvo el desarrollo del régimen borbónico. La incompetencia del rey, la perniciosa influencia de la reina, la impopularidad de un favorito inteligente pero excesivamente ambicioso, la oposición de grupos aristocráticos y grupos con intereses regionales, la polarización política favorecida por la Revolución francesa, una política internacional débil y desastrosa, se aunaron para quebrantar la aparente unidad fraguada por el despotismo ilustrado. Las «dos Españas» del siglo XIX —una liberal y anticlerical, la otra absolutista y clerical— tomaron forma.
El año 1808 fue un momento decisivo en la historia de España, no sólo a causa de la invasión napoleónica, sino ante todo por el colapso interno de la monarquía española, que quedó dividida entre el rey y su heredero, entre oligarquías regionales y centralistas. El fracaso político de Carlos IV tenía más bien causas internas que internacionales. Su destitución, impuesta por el grupo «fernandista» —y subrayada por el primer motín popular contra el rey en la historia reciente española— precedió a la invasión y preparó su camino. La independencia nacional fue recuperada en la Guerra de la Independencia (1808-1814) , pero no pudo restaurarse la unidad institucional que la monarquía había procurado durante tres siglos.
La decadencia religiosa fue más gradual y al principio menos visible, pero la generación de 1790-1815 , que vio poner en tela de juicio los principios políticos tradicionales, fue también testigo de la infiltración del pensamiento racionalista en el monopolio espiritual de la Iglesia —al menos entre la reducida clase culta del país. En la década de 1830-1840 tuvo lugar el asalto de las clases altas y medias contra las tierras de la Iglesia, que fueron confiscadas casi completamente durante esa década y la siguiente, y también pudieron observarse en esa época los primeros signos del resentimiento radical de las clases bajas contra el orden social y económico vigente. En las grandes ciudades, este resentimiento encontró su expresión más violenta en el odio vengativo contra la Iglesia, a la que los revolucionarios del siglo XIX acusaban de prostitución espiritual.
La agitación del siglo XIX español no fue, sin embargo, causada sólo por la rebelión de los elementos liberales. El papel de la derecha tradicionalista, que no aceptaba nada de cuanto había ocurrido después de 1808, fue quizás más importante aún: el liberalismo, el republicanismo o el sindicalismo no fueron los solos movimientos de masas de este período, sino también el carlismo campesino y reaccionario. No menos de cinco guerras civiles, grandes y pequeñas, fueron provocadas por los intransigentes tradicionalistas.