Siempre estuvieron
ellas
JAVIER SANTAMARTA DEL POZO
SIEMPRE ESTUVIERON
ELLAS
Galería histórica
de hispanas memorables
www.edaf.net
MADRID - MÉXICO - BUENOS AIRES - SANTIAGO
2018
ISBN de su edición en papel: 978-84-414-3892-7
No se permite la reproducción total o parcial de este libro, ni su incorporación a un sistema informático, ni su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio, sea este electrónico, mecánico, por fotocopia, por grabación u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito del editor. La infracción de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delito contra la propiedad intelectual (Art. 270 y siguientes del Código Penal)
© 2018. Javier Santamarta del Pozo
© 2018. Editorial EDAF, S.L.U., Jorge Juan 68. 28009 Madrid (España) www.edaf.net
Diseño de cubierta: Ricardo Sánchez
Primera edición en libro electrónico (epub): noviembre 2018
ISBN: 978-84-414-3918-4 (epub)
Conversión a libro electrónico: Ulzama Digital
A mi madre, Aurora.
Mujer.
Matria
A modo de prefacio sobre la mujer hispana
No son los dos sexos superiores o inferiores el uno al otro.
Son, simplemente, distintos.
Dr. Gregorio Marañón
Todas las mujeres conciben ideas, pero no todas conciben hijos.
El ser humano no es un árbol frutal que solo se cultive por la cosecha.
Emilia Pardo Bazán
Y o no soy mujer. Nadie es perfecto. Pero, como hombre, reconozco que siempre he admirado y me han fascinado los personajes femeninos de la Historia, muy especialmente los de España. Si creen que esto suena insincero, lo entiendo. Vivimos en tiempos en que cualquier enunciado parece esconder intereses espurios. Aunque, en mi caso, pueden comprobar que hace más de un lustro ya publicaba sobre ellas en un conocido diario digital. Y les aseguro que nadie se pone a trabajar durante años recabando información de un tema, leyendo al respecto, y pasado meses redactando sobre lo que no le interesa. Siendo egoísta, ya le indico querida lectora o querido lector, que aquí sí quiero romper la norma del genérico para incidir en el sexo del mismo, no compensa.
Y tengo que decirlo: he estado encantado de hacerlo y de disfrutar con las vidas de tantas mujeres increíbles. ¿Por qué no han sido tan conocidas como sus homólogos masculinos? La pregunta es tan sencilla como compleja su respuesta. Pues si bien es cierto que hablamos en términos generales de que hombres y mujeres están siempre a una proporción correspondiente al cincuenta por ciento, no menos cierto es que su papel ha sido menos visible según la historiografía más tradicional. Pero visible no es sinónimo de importante.
Quien no entienda la importancia de la Mujer en la Historia es que no conoce la misma. Escribo Mujer, en mayúscula, para dejar claro que hablo con trascendencia del componente femenino de la Humanidad. No vamos a entrar, obviamente, en disquisiciones estupendas acerca del sentido de la adjetivación, o en la nominación sexual de género masculino o femenino, pues, si bien es cierto que humano viene originalmente de la condición relativa al hombre , la condición o naturaleza humana se refiere en femenino en español (pues el tema de las declinaciones latinas que recoge la lengua castellana ha llevado a los equívocos de que el neutro, a veces y solo a veces, se confunda con el género gramatical masculino, pero otras veces sea femenino, y otras ni una cosa ni otra), no encontramos en principio intención volitiva de discriminación sexual alguna en el lenguaje. Aún quedarían siglos para eso.
Tan es así la importancia femenina, que Clío, musa de la Historia según la mitología clásica, mujer como el resto de sus hermanas, nos da lecciones desde el origen de los tiempos de un reparto de papeles entre hombres y mujeres. Muchas veces vinculado a la naturaleza propia que, como seres humanos diferenciados, tenemos. La mujer creó la agricultura, y seguramente fuera la que domesticara el fuego. Cuando para referirse a tiempos pretéritos se usa el genérico «el hombre», en vez de «la humanidad», es cierto que acaba diluida la presencia de la mujer. La semántica manda. El verdadero logro es entender que, con el paso del tiempo, la igualdad como miembros de la misma especie vendrá reflejada cuando el Imperio de la Ley y los Estados de Derecho, recojan normativamente su igualdad. Ni más, ni menos. ¡Como tiene que ser! Para el resto, me temo que no tengo sino que citar la expresión de nuestros vecinos franceses: Vive la différence !
Pero es que, si nos detenemos en el tema central que propone este estudio preliminar, a veces caemos en prejuicios por querer mirar muchos aspectos con nuestra visión del siglo xxi , lo que nos puede llevar a bastantes errores. Incluso al de pensar que muchas mujeres han caído en el olvido por su condición de mujeres. Es posible. Es hasta probable. Seguramente en muchos casos absolutamente cierto. Pero, en tonces, ¿por qué ha pasado lo mismo con muchos hombres? ¿Cómo es posible que, siendo mayoritariamente protagonistas activos de la Historia, tantos hayan sido ninguneados, arrumbados, desplazados, arrinconados, y hasta sus logros, quedados en la ignorancia? Tal vez, porque la condición humana sea las más de las veces ruin y miserable por ser como somos las personas, que tantas hay buenas, malas o mediopensionistas, como suele decirse con retranca. Y la envidia o la cicatería no es cosa que deje de afectar al varón como lo ha podido ser con la mujer.
En los casos en que la condición femenina haya supuesto un hándicap añadido, es evidente que hay que decirlo, reflejarlo y anotarlo en un debe en el que tantas veces el Hombre, y aquí usaré también la mayúscula para reflejar la condición masculina, ha sido cruel, misógino e injusto con tantas mujeres a lo largo de los siglos. Esto, evidentemente, da más valor a cuantas mujeres han luchado a pesar de ser consideradas inferiores por el hecho de ser varonas (como en desusado término también se refería al sexo femenino, aunque dudo que ninguna lo acepte ya ni mítica o tradicionalmente ). Pues es cierto. La tradición fue la que es. Las costumbres son las que cambian. Y la Historia ha de ser fiel reflejo y espejo de lo que fue.
Además, en nuestro caso, hemos de decir solemnemente que España es un país femenino. Dudarlo sería no reconocer que su Historia está salpicada y aún forjada, por mujeres que despuntaron en todos los campos en que quisieron destacar, a despecho de si era posible o no. A ellas importó bien poco tal cosa. Lo decidieron. Y con la capacidad y fuerza imparable que da la voluntad real encauzada hacia lo que uno verdaderamente quiere, lo hicieron. A veces es tan complicado como así de simple. Y veremos que tenemos ejemplos para hacer decenas de volúmenes sobre mujeres increíbles, admirables, y hasta irrepetibles. Seguramente, porque no quisieron ser más que lo que ellas determinaron. A veces, porque para lograrlo no es cuestión de estar a la altura de un hombre o ser más que él. Es ser una persona cuya condición sexual no le iba a condicionar en ningún sentido.
¿Cómo hemos podido olvidar, precisamente en España, que la Mujer ha sido siempre la ostentadora del poder, y quien ha marcado hasta la devoción de un pueblo que ha hecho gala de un matriarcado como en escasos sitios del planeta? Entiendo que no sea un tema políticamente correcto, en estos momentos de tendencia hacia un laicismo donde el Estado no tiene que interferir en los asuntos religiosos, que no dejan de ser decisión de cada persona. Pero seamos francos, España tiene una advocación Mariana tan marcada, que hasta en muchas expresiones nos diferenciamos en otros lenguajes sobre a quién recurrimos, tanto para solicitar ayuda, exclamar sorpresa o para blasfemar de la más soez manera, ¡lo hacemos sobre la base femenina!