Paloma del Río Cañadas - Más que olímpicas: Mujeres que dejaron huella más allá del deporte

Se inició en la natación a los diez años en el club Kallípolis, y desde los catorce formó parte de la selección española de natación sincronizada, primero a nivel júnior y, a partir de 2007, en absoluto. Es la deportista española más galardonada: suma hasta noventa y dos pódiums en competiciones a nivel internacional, destacando las treinta y siete medallas conseguidas en los Juegos Olímpicos, campeonatos mundiales y europeos. En 2019 se convirtió en la nadadora que más medallas ha sumado en un campeonato del mundo, sobrepasando las veintidós de la rusa Natalia Íshchenko, solo siendo superada en número de preseas por Michael Phelps con treinta y tres, y por Ryan Lochte con veintisiete. Ha participado en dos ediciones de los Juegos Olímpicos: Londres 2012 y Río 2016. Ha disputado siete campeonatos mundiales y seis europeos. Su retirada provisional deja abierta la puerta a que su palmarés se vea incrementado en un futuro no muy lejano. Al margen del deporte, es diseñadora de moda graduada en la Escuela Superior de Diseño de Sabadell.

Tengo que hacer una confesión. Para escribir estas simples líneas he tenido que superar un miedo que me paralizaba cada vez que me enfrentaba a la hoja en blanco: miedo a no hacer justicia a esas mujeres de las que hablamos aquí. Cuando acabéis de leer este prólogo y empecéis con lo verdaderamente importante —el cuerpo y el alma del libro—, vais a descubrir, tal y como lo hice yo, a un montón de mujeres que abrieron un camino que nos ayudó a todas a llegar hasta aquí. A ellas les debemos el estar escribiendo hoy parte del presente y del futuro del deporte femenino en España. Y, para honrarlas a todas, no podía haber nadie mejor que la mujer que durante tantos años ha sido la voz que nos ha traído a nuestras casas, a nuestros oídos, gran parte de los éxitos femeninos durante las últimas décadas.

Recuerdo cuando conocí a Paloma del Río. Me pasó como a muchos otros; no la reconocí en un primer momento, pero no hizo falta que me la presentaran. En cuanto empezó a hablar, me di cuenta de quién era. ¡Era ella! Esa voz inconfundible que siempre había escuchado en la televisión de mi casa. Debo reconocer que me emocionó estar delante de aquella mujer que tantas veces nos había hecho partícipes de los éxitos de aquellos deportes que me gustaban, como la gimnasia o el patinaje artístico, la misma que había conseguido contagiarnos con su pasión el interés por innumerables competiciones. Paloma lograba —y logra— que, después de una tarde escuchándola, nos pareciera que conocíamos a todas esas gimnastas como si hubiéramos estado viéndolas a diario.