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ADVERTENCIAS PREVIAS
1. El objeto del presente Breviario es iniciar al lector en el conocimiento de los autores españoles y servirle de guía en sus lecturas. Hasta donde lo permiten sus reducidos términos, incluye poesías, cuentos y citas de los escritores estudiados. Transcribe también, en ocasiones, apreciaciones críticas y juicios importantes.
2. La bibliografía no va ordenada en capítulo aparte, sino que se citan de pasada, donde se ha creído oportuno, algunas obras de crítica fundamentales o las ediciones más autorizadas.
3. Se ha juzgado de todo punto innecesario ponderar las patentes excelencias de la literatura española, que tan preponderante sitio ocupa entre las de Occidente. Américo Castro ha intentado en estos días explicar su acentuada originalidad por las persistentes influencias semíticas que en ella operan hasta tiempos bien recientes.
4. Apuntemos tan sólo algunos de sus rasgos característicos. No abunda en ella, que digamos, la negrura del pesimismo a la Byron y a la Leopardi. Hasta el espectáculo de la vida en las condiciones menos propicias y más hostiles es motivo para los españoles —signo de fuerza— de regocijadas escenas y de pinturas alentadoras. Así comúnmente en la novela picaresca.
5. Otro rasgo notable es la persistencia de varios temas tradicionales que aparecen en la epopeya y reaparecen en los romances, en las comedias de Lope y su escuela y aun en alguna pieza teatral o en algún poema modernos. Cosa análoga sucede en la literatura griega,en la que un mito homérico vuelve a mostrarse en una oda pindárica y en la tragedia ateniense.
6. En los mejores momentos de las letras hispanas ha brillado, frente a la arrolladora acción del popularismo,el arte recatado y altivo de un Garcilaso, de un Herrera, de un Góngora y de un Calderón de la Barca.
7. En todas las épocas pueden vislumbrarse en España las corrientes realista e idealista, que se funden maravillosamente en las obras supremas como La Celestina y el Quijote.
8. Historiar, aun superficialmente, ocho siglos de producción literaria incesante es tarea difícil y laboriosa. Este manual, como muchos de sus congéneres, supone una indispensable selección. Nadie extrañe, pues, la ausencia en él de tal o cual escrito raro o cuyo conocimiento corresponda más bien a personas eruditas.
9. La misma brevedad nos ha obligado muy a nuestro pesar a hacer en algunos casos sólo una rápida mención de buenos escritores a quienes admiramos.
10. En nuestras citas hemos buscado amenidad y novedad.
11. Solemos mencionar, cuando viene a cuento, algunos escritores hispanoamericanos. Ojalá que en lo futuro se trate siempre de las obras escritas en ambos lados del Atlántico como pertenecientes a una misma y magna literatura. Aplaudimos el criterio de hispanismo que informa libros como la antología poética de Federico de Onís.
J. T.
ABREVIATURAS
BAAEE.—Biblioteca de Autores Españoles (Rivadeneyra).
BAE.—Boletín de la Real Academia Española, Madrid.
Clás. Cast.—Clásicos Castellanos (de “La Lectura” y de Espasa
Calpe).
Clav.—Clavileño, Madrid.
EDMP.—Estudios dedicados a Menéndez Pidal.
NRFH.—Nueva Revista de Filología Hispánica, México.
RFE.—Revista de Filología Española, Madrid.
INTRODUCCIÓN
EL ESPAÑOL. La dominación romana, que va del siglo II antes de Cristo al V de nuestra era, es el hecho de más trascendencia en la historia de España, como lo demuestra la lengua. En efecto, el español no es sino el latín vulgar introducido por los romanos, naturalmente modificado en el transcurso de dos mil años. Las lenguas en que se ha transformado el latín vulgar en cada uno de los antiguos dominios de Roma se llaman romances o neolatinas, y son: el rumano, el dalmático, que no se habla ya; el rético, el italiano, el sardo, el francés, el provenzal, el catalán, el castellano o español, y el gallego-portugués.
De ellas, el español es la que se habla por mayor número de hombres, cosa de ciento treinta millones pertenecientes a veinte naciones.
Lo que más une a los pueblos no es tanto la raza cuanto la lengua. Parece que el hablar el mismo lenguaje establece cierta conformidad de pensamiento. Así pues, conviene robustecer este vínculo poderoso que une a nuestros países, procurando mantener en su unidad y pureza nuestra hermosa habla. La mayor ilustración del pueblo y la acción rectificadora de las escuelas eliminan paulatinamente lo extranjerizo y los barbarismos y solecismos. El cultivo literario y la cultura mantienen en su integridad una lengua. Así la nuestra es sustancialmente la misma en que escribió Fernando de Rojas a fines del siglo XV o Cervantes cien años después.
De cuando en cuando personas mal informadas aspiran a que cada país hispanoamericano tenga su lengua propia. Esto no es de desearse por dos razones importantes: 1ª una lengua sólo se transforma en otra u otras en periodos de gran barbarie y oscuridad espiritual, y 2ª se perdería un estrecho lazo de unión que hoy felizmente liga a España y a sus antiguas colonias, unión que en el concierto de naciones constituye un fuerte bloque, dentro del grupo de pueblos que hablan lenguas procedentes del latín, la Latinidad o Romania.
Otros idiomas han aportado vocablos al nuestro, principalmente el griego, las lenguas ibéricas, el latín literario, el árabe (en gran número), las lenguas indígenas de América, el italiano y el francés. Hay también palabras de procedencia germánica.
LITERATURA HISPANO-LATINA. En la península habían florecido antes que las castellanas las letras latinas, las arábigas y las hebreas.
España se llegó a romanizar de modo tan absoluto (especialmente la Bética o Andalucía) que en el periodo que va desde la muerte de Augusto hasta la de Marco Aurelio (14 a 180 d.C.) alcanzan preponderancia algunos escritores españoles: Séneca el retor, que compuso Suasorias y controversias; Séneca el filósofo y dramaturgo, hijo del anterior, preceptor de Nerón, por cuya orden se dio muerte —lo mismo que su sobrino Lucano— a raíz de la conspiración de Pisón. Siguió el estoicismo y escribió varios tratados morales (Diálogos, Cartas a Lucilio, Cuestiones naturales, etc.) y varias tragedias, por más de un concepto interesantes; Lucano (39 a 65 d.C.), cordobés como los Sénecas, autor de un célebre poema,