Ana Wortman
El objetivo de este libro consiste en dar a luz un conjunto de trabajos de investigadores jóvenes y seniors de los campos de las ciencias sociales y la gestión cultural, los cuales fueron presentados en el marco de las jornadas de la carrera de Sociología de la Facultad de Ciencias Sociales (FSOC), de la Universidad de Buenos Aires (UBA), en agosto de 2019. El panel en cuestión, “Productores y consumos culturales en la ciudad creativa”, fue organizado por integrantes de nuestro equipo de investigación por más de una década: Matías Romani, Martín Ianni, Carolina Duer y yo misma. En esta oportunidad, propusimos tomar temas problemas que forman parte de los objetivos, actividades e investigaciones que se enmarcan en el subsidio del Programa de Ciencia y Técnica (UBACYT) para grupos consolidados 2018-2020 n.º 20020170100007BA, “Impacto de las industrias creativas en la trama social. Nuevos estilos de vida urbanos y consumos culturales cosmopolitas”, bajo mi dirección, que tiene como sede el Instituto de Investigaciones Gino Germani de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA. Es importante señalar que deben tomarse estos trabajos como avances de investigación en diversos aspectos de la producción, la gestión y los consumos culturales.
Uno de esos temas problemas gira en torno al concepto de industrias creativas en los centros urbanos y su impacto en el surgimiento de una nueva fracción de las clases medias denominada “clases creativas”. Si bien este concepto originalmente fue desarrollado por Richard Florida en el devenir de la formulación de políticas culturales e investigaciones sobre las dinámicas urbanas en el capitalismo tardío y los viejos y nuevos consumos culturales, fue adquiriendo nuevos matices. Mucho se ha escrito para develar los claroscuros del concepto y sus diversas utilizaciones. Se sugiere, en ese sentido, seguir la lectura de Marta Rosler (2013) sobre este concepto. Asimismo, consideramos aquí el término “industrias creativas” en un sentido amplio, es decir, no solo nos referimos a los bienes habituales vinculados al arte, como libros, música y cine, los cuales han producido el término “industrias culturales”, sino que ahora, con la nueva denominación, incluimos diseño, producción de software y bienes asociados a un nuevo modo de estar, como los bienes espirituales, aquellos que apuntan a una nueva alimentación o formas de viajar. Como marca de época, lo que se pone en escena es el término “creativo”. Se trata de ser creativo y de apelar al recurso de la creatividad como instancia productiva y de reciclamiento de espacios sociales, tareas productivas y ciudades. Así es como se piensa la cultura en términos de desarrollo, de potenciar y dinamizar instancias que en la reestructuración de las formas económicas tradicionales de la modernidad habían quedado soslayadas. En ese sentido, las políticas culturales adoptan cada vez más dimensiones de la vida social con consecuencias en las subjetividades, en el trabajo y en el espacio urbano y se expande una economía de la cultura. Si bien hay una vasta bibliografía sobre el tema en relación con clases y ciudades creativas, se suele poner el énfasis en cierta naturalización de la desigualdad social. Lo creativo no es solo privativo de ciertas clases con viejos y nuevos capitales culturales, sino que aparece como un fenómeno de las sociedades globales también visible en clases subalternas, como la práctica del rap en jóvenes suburbanos.
De este objetivo general se desprende el análisis de nuevas dinámicas laborales en la vida cotidiana a partir de ocupaciones y saberes emergentes en la esfera cultural del capitalismo contemporáneo. Asimismo, nos interesa revisar de qué manera estas nuevas formas de producir vida inciden en la proliferación de una diversidad de estilos de vida no convencionales, así como en nuevas formas del gusto artístico que tienen impacto en la ciudad y que, a su vez, proponen nuevas reflexiones en torno a las teorías clásicas del consumo cultural. En este libro nos encontramos con aproximaciones a los interrogantes de nuestro proyecto en torno a la ampliación del significado de la cultura en diversas aristas de la vida social y la transformación de un sector de las clases medias a partir de la creciente incorporación en un mercado de trabajo vinculado con la esfera de la cultura, así como de la ampliación de espacios de formación en esa esfera y de los conceptos y prácticas que rigen la gestión cultural en diversos aspectos.
En esta nueva concepción de la cultura, la gestión cultural requiere conocer aspectos vinculados a la producción del hecho artístico, como la circulación y el consumo. En la actualidad, sabemos que la difusión de un hecho artístico no produce su consumo, no genera audiencia o público de manera inmediata, según la instancia en la cual se produzca el vínculo entre el hecho cultural y el espectador. Así es como en el campo de la gestión cultural se ha desarrollado un área de producción de audiencias y construcción de públicos. También desde páginas web, críticas y reseñas, notas en revistas culturales y seguimientos del consumo vía algoritmos podemos saber y redefinir el gusto del consumidor. ¿Podemos hablar de una instrumentalización del hecho cultural? En todo caso, es evidente que la planificación y la racionalización del hecho es necesaria en un espacio de sobreoferta de bienes culturales.
La cuestión de la gestión cultural atraviesa con mayor o menor énfasis los distintos trabajos y revela cómo este nuevo cuerpo de conocimientos ocupa cada vez mayor lugar en el campo cultural y de lo que titulamos producción y consumo cultural.
Los trabajos vinculados con la actividad teatral están pensados desde la mirada de la gestión, aunque hacen foco en áreas distintas del quehacer. Por un lado, tenemos el aporte de Sabrina Cassini, el cual, a través de una encuesta sobre público de teatro independiente, responde a una demanda de una asociación de espacios culturales independientes vinculada al teatro para definir el perfil del público. La autora se propuso realizar un estudio con metodologías cuantitativas y cualitativas a partir de encuestas a públicos y observación etnográfica, las cuales permiten conocer e identificar perfiles sociodemográficos, valoraciones, prácticas, hábitos, motivaciones y obstáculos de los públicos del teatro independiente a partir del ejemplo del festival ESCENA (sigla de la organización cultural Espacios Escénicos Autónomos) en sus ediciones 2015 y 2016. Dicha investigación sugiere una aproximación a la construcción de subjetividad de los públicos del festival.