De este análisis se desprende una conclusión importante: la desigualdad no es económica o tecnológica, es ideológica y política. Dicho de otro modo, las ideas y las ideologías cuentan en la historia. Para Piketty, el hilo conductor de la historia de las sociedades humanas (que es también la historia de la búsqueda de la justicia) no es la lucha de clases, como defendían Marx y Engels, sino la lucha de ideologías. La posición social no basta para forjar una teoría de la sociedad justa, de la propiedad justa, de la fiscalidad justa o de la democracia. Nadie tendrá jamás la verdad absoluta sobre estas cuestiones.
Thomas Piketty se muestra convencido de que es posible superar el capitalismo y construir una sociedad justa basada en el socialismo participativo y en el socialfederalismo, y expone su propuesta en esta ambiciosa obra.
Advertencia al lector y agradecimientos
Este libro es, en gran medida, una prolongación de Le capital au XXI e siècle (El capital en el siglo XXI ), de 2013, aunque puede leerse de forma independiente. Al igual que mi obra anterior, es el resultado de un trabajo colectivo que nunca habría visto la luz sin la participación y el apoyo de numerosos amigos y colegas. Evidentemente, soy el único responsable de las interpretaciones y los análisis que se desarrollan en las páginas que siguen. Por mí mismo, nunca podría haber reunido las fuentes históricas que constituyen los cimientos de esta investigación.
Los datos usados en este libro provienen de la World Inequality Database (http://WID.world), una base de datos que aúna el esfuerzo conjunto de más de cien investigadores que cubren ya más de ochenta países en todos los continentes. Se trata de la base de datos más extensa disponible actualmente sobre la evolución histórica de las desigualdades de renta y de riqueza, tanto entre países como dentro de cada uno de ellos. Asimismo, he consultado otras muchas fuentes y materiales sobre períodos, países y aspectos de las desigualdades que no están convenientemente recogidos en WID.world como, por ejemplo, sobre las sociedades preindustriales o las sociedades coloniales, así como sobre las desigualdades educativas, de género, raza, religión, estatus, creencias o actitudes políticas y electorales.
Los lectores que deseen obtener información detallada sobre las fuentes históricas, las referencias bibliográficas y los métodos utilizados en este libro pueden consultar el apéndice técnico disponible online: . Todas las series estadísticas, gráficos y tablas que se presentan en el libro están disponibles online: .
El lector interesado también encontrará en el apéndice online numerosos gráficos y series suplementarias que no han sido integradas en el libro para no sobrecargarlo, pero a las que me refiero en ocasiones en las notas a pie de página.
Quiero dar las gracias de manera especial a Facundo Alvaredo, Lucas Chancel, Emmanuel Saez y Gabriel Zucman, con quienes codirijo el proyecto WID.world y el Laboratorio sobre Desigualdades Mundiales en la Escuela de Economía de París y en la Universidad de California en Berkeley. Este proyecto ha conducido recientemente a la publicación de Rapport sur les inégalités mondiales 2018>), del que me sirvo abundantemente en este libro. También quiero dar las gracias a las instituciones que han hecho posible este proyecto; y, de manera singular, a la Escuela de Estudios Superiores en Ciencias Sociales (École des Hautes Études en Sciences Sociales, EHESS), en París, donde soy docente desde el año 2000, que es una de las pocas instituciones del mundo donde todas las ciencias sociales pueden escucharse e intercambiar pareceres, así como a la Escuela Normal Superior y a todas las instituciones académicas que unieron sus fuerzas en 2007 para crear la Escuela de Economía de París, una escuela que contribuirá, así lo espero, al desarrollo de una economía política e histórica, multipolar y pluridisciplinar, en este comienzo de siglo XXI .
También querría agradecer la valiosa ayuda de Lydia Assouad, Abhijit Banerjee, Adam Barbé, Charlotte Bartels, Nitin Barthi, Asma Benhenda, Erik Bengtsson, Yonatan Berman, Thomas Blanchet, Cécile Bonneau, Jérôme Bourdieu, Antoine Bozio, Cameron Campbell, Guillaume Carré, Guilhem Cassan, Amélie Chelly, Bijia Chen, Denis Cogneau, Léo Czajka, Mark Dincecco, Mauricio de Rosa, Esther Duflo, Luis Estevez-Bauluz, Ignacio Flores, Juliette Fournier, Bertrand Garbinti, Amory Gethin, Yajna Govind, Jonathan Goupille-Lebret, Julien Grenet, Jean-Yves Grenier, Malka Guillot, Pierre-Cyrille Hautcoeur, Simon Henochsberg, Mark Jemmama, Francesca Jensenius, Fabian Kosse, Attila Lindner, Noam Maggor, Clara Martínez Toledano, Ewan McGaughey, Cyril Milhaud, Marc Morgan, Eric Monnet, Mathilde Munoz, Alix Myczkowki, Delphine Nougayrede, Filip Novokmet, Katharina Pistor, Gilles Postel-Vinay, Jean-Laurent Rosenthal, Aurélie Sotura, Alessandro Stanziani, Blaise Truong-Loï, Sebastien Veg, Richard von Glahn, Marlous Van Waijenburg, Daniel Waldenström, Li Yang, Tom Zawisza y Roxane Zighed; así como la de todos mis amigos y compañeros del Centro François-Simiand de Historia Económica y Social y del Centro de Investigaciones Históricas de la EHESS y de la Escuela de Economía de París.
Este libro también se ha alimentado de los numerosos debates y discusiones en los que he tenido la suerte de participar desde la publicación de El capital en el siglo XXI , en 2013. He invertido gran parte de los años 2014-2016 en viajar alrededor del mundo, interactuando con lectores, investigadores, críticos y ciudadanos con ganas de debatir. He participado en centenares de discusiones sobre mi libro y sobre las cuestiones que aborda. Todos estos encuentros me han enriquecido enormemente y me han permitido profundizar en la reflexión sobre la dinámica histórica de las desigualdades.
Entre las múltiples limitaciones de mi obra anterior, hay dos que merecen una atención particular. Por una parte, el libro de 2013 está demasiado centrado en Occidente, en el sentido de que otorga un protagonismo excesivo a la experiencia histórica de los países más ricos (de Europa occidental, de Norteamérica y Japón). Esto se debe, en gran medida, a las dificultades de acceso a fuentes históricas adecuadas para otros países y regiones del mundo, lo que reduce de manera considerable la perspectiva y el alcance de la reflexión. Por otra parte, el libro de 2013 tiende a tratar los cambios políticos e ideológicos en torno al problema de la desigualdad y la redistribución como una especie de caja negra. Es cierto que formulo algunas hipótesis a este respecto, por ejemplo, sobre la evolución de las conductas sociales y las actitudes políticas frente a la desigualdad y la propiedad privada surgidas en el siglo XX a raíz de las guerras mundiales, las crisis económicas y el fracaso comunista, pero sin abordar de manera frontal la cuestión de la evolución de las ideologías desigualitarias. Esto es lo que intento hacer de forma mucho más explícita en este nuevo libro, abordando además esta cuestión desde una perspectiva temporal, espacial y comparativa mucho más extensa.