DEPREDADORES.
EL COMPLOT PARA SILENCIAR A LAS VÍCTIMAS DE ABUSO
Ronan Farrow
E N UN DRAMÁTICO RELATO DE VIOLENCIA Y ESPIONAJE, EL PERIODISTA DE INVESTIGACIÓN Y GANADOR DE UN P REMIO P ULITZER R ONAN F ARROW EXPONE LOS PODEROSOS INTERESES DE LOS DEPREDADORES SEXUALES, EMPEÑADOS EN TAPAR LA VERDAD A CUALQUIER PRECIO.
En 2017, una investigación rutinaria para la televisión llevó a Ronan Farrow a una historia de la que hasta entonces solo había rumores: uno de los productores más poderosos de Hollywood era un depredador sexual, protegido por miedo, dinero y por una conspiración de silencio. A medida que Farrow se iba acercando a la verdad, desde abogados hasta espías expertos en guerras montaron una campaña secreta de intimidación para amenazar su carrera profesional, siguiendo cada paso que daba, e incluso utilizando contra él una serie de abusos en su propia familia. Durante todo ese tiempo, Farrow y su productor tuvieron que guardar silencio, hasta que finalmente un rastro de pistas destapó la corrupción y las tapaderas desde Hollywood a Washington y más allá.
Esta es la historia no contada de las extrañas tácticas de vigilancia e intimidación desarrolladas por hombres ricos, poderosos y bien relacionados para amenazar a periodistas, evitar responsabilidades y silenciar a las víctimas de abusos. Y es también la historia de mujeres que lo arriesgaron todo para revelar la verdad y alentar un movimiento global.
Una mezcla perfecta de thriller de espionaje y periodismo de investigación, Depredadores aporta nuevas historias demoledoras sobre el desenfrenado abuso de poder y arroja luz a las investigaciones que sacuden nuestra cultura.
ACERCA DEL AUTOR
Ronan Farrow es colaborador habitual en The New Yorker, donde sus reportajes de investigación le valieron el Premio Pulitzer, el National Magazine Award y el George Polk Award, entre otros. Anteriormente trabajó como reportero de investigación en MSNBC y NBC News, y sus crónicas y reportajes aparecieron en publicaciones como The Wall Street Journal, Los Angeles Times y el Washington Post. Antes de iniciar su carrera en Periodismo, trabajó para el Departamento de Estado en Afganistán y Pakistán. Es también autor del best seller War on Peace, que próximamente verá la luz en Roca Editorial. Farrow ha sido nombrado una de las 100 personas más influyentes para la revista Time y uno de los hombres del año para la revista GQ. Es graduado en Derecho por la Universidad de Yale y miembro de The New York Bar. Actualmente vive en Nueva York.
@RonanFarrow
ACERCA DE LA OBRA
«Depredadores es un reportaje exhaustivo y una lectura totalmente compulsiva, en la que cada una de sus páginas nos revela detalles provocativos sobre los nombres que controlan los medios, la política y la industria del espectáculo.»
E. J. D ICKSON , R OLLING S TONE
«El mejor thriller de espías de este año es más extraño, y más aterrador, que una novela. Farrow entreteje una trama que no da respiro, tan convincente como perturbadora, mostrando la corrupción que ha persistido a través de las instituciones de la élite americana durante varias décadas.»
D AVID C ANFIELD , E NTERTAINMENT W EEKLY
«Una lectura obligada. Uno de mis libros del año.»
M ARGARET A TWOOD
Agradecimientos
D epredadores ha sido rigurosamente analizado por Sean Lavery, la persona encargada de contrastar datos en The New Yorker, que ha trabajado igualmente en numerosas investigaciones que he hecho para la revista. Sin su juicio firme y su falta de equilibrio entre la vida profesional y la personal, este libro no habría sido posible. Noor Ibrahim y Lindsay Gellman, mis impecables investigadoras, le han dedicado largas jornadas. La brillante e incansable Unjin Lee ha supervisado y asistido al equipo de investigación, me ha consolado durante momentos bajos de mucho estrés y ha realizado pequeñas tareas de contravigilancia. Sigue pensando en aprender krav magá.
Little, Brown and Company apoyó este libro durante el prolongado proceso de investigación y verificación de datos. Las historias duras no pueden contarse si no tienen el apoyo de empresas dispuestas a soportar el temporal. Gracias a Reagan Arthur, mi maravilloso editor, y a Michael Pietsch de Hachette Book Group. Gracias a Vanessa Mobley, la editora con la que todo escritor sueña y aliada inquebrantable en hacer bien este libro. Gracias a Sabrina Callahan y a Elizabeth Garriga por su empeño en defender el mensaje de este libro. Este libro tampoco habría sido posible sin Mike Noon, nuestro editor de mesa, tan trabajador, sin Janet Byrne, nuestra meticulosa correctora, y sin Gregg Kulick, nuestro talentoso diseñador, que fue colaborador y amable con el plasta de su copiloto. Liz McNamara de Davis Wright Tremaine y Carol Fein Ross de Hachette defendieron asimismo mi reportaje con sus exámenes jurídicos. Y la legendaria Lynn Nesbit, mi agente literaria y querida amiga, estuvo a mi lado durante el largo viaje del caso Weinstein y durante la redacción de este libro.
Espero que Depredadores sirva de tributo a otros periodistas que admiro. Sin su trabajo, las personas poderosas jamás tendrían que rendir cuentas a nadie. Cada día me siento agradecido al inigualable equipo de The New Yorker que rescató el reportaje sobre Weinstein y sigue apoyando una difícil investigación tras otra.
No sé cómo darle las gracias a David Remnick. Sus acertadas decisiones con los artículos, y conmigo, han cambiado mi visión del periodismo y de la vida. ¿Conocen ese vídeo en el que Oprah Winfrey dice de Gayle King: «Es la madre que nunca tuve. Es la hermana que todo el mundo desearía tener. Es la amiga que todo el mundo merece. No conozco a una persona más buena que ella»? Pues ese es David Remnick. Esther Fein, una periodista maravillosa y la mujer de David Remnick, es la persona más cariñosa del mundo. Deirdre Foley-Mendelssohn, mi redactora jefe, posee un talento único y un sentido moral infalible. A ella le debemos el tono de nuestros artículos de The New Yorker y es ella quien sacó tiempo de su trabajo, sus viajes y un embarazo para comentar con rigurosidad este libro. David Rohde es mi intrépido colaborador. No me convencen nada, como he descrito en estas páginas, las razones que esgrime para decir que no es un ángel. Él y Michael Luo han sido importantes defensores de la investigación.
Fabio Bertoni es un duro abogado que enfrentó los espinosos escollos jurídicos y las amenazas con integridad y sentido común. Es muy fácil para los abogados decir no. Los mejores abogados de los medios de comunicación aconsejan cómo decir que sí con prudencia y equidad. Natalie Raabe, la jefa de comunicaciones de The New Yorker, fue a las barricadas para defender nuestros artículos contra ciertas máquinas de propaganda muy eficaces. Muchas otras personas, entre ellas, Peter Canby, el jefe del servicio de verificación de datos de la revista, E. Tammy Kim, que se encargó de contrastar con tanta diligencia el primer artículo sobre Weinstein, y Fergus McIntosh, que también me ayudó a desentrañar a Black Cube y AMI. Natalie Meade analizó los artículos complementarios. Todos ellos garantizaron que la investigación era precisa, exacta y justa. Otros redactores veteranos de la revista, como Pam McCarthy y Dorothy Wickenden, han sido amables y generosos. Roger Angell tuvo la amabilidad, sin saberlo, de prestarme su mesa de despacho. Adoro The New Yorker y a su gente, que me inspiran para ser mejor periodista.
Gracias igualmente a mis jefes de HBO, entre ellos, Richard Plepler, Casey Bloys, Nancy Abraham y Lisa Heller, que apoyaron la investigación en cada una de sus fases y estuvieron conmigo durante los largos meses de permiso para escribir este libro.
Estoy asimismo en deuda con los numerosos periodistas y las publicaciones que han contribuido a sacar a la luz historias relevantes para este libro. Gracias a los periodistas que persiguieron la historia de Weinstein y compartieron sus opiniones conmigo, incluso si no me conocían y nada les obligaba a hacerlo, sino sus principios. Ken Auletta es un dechado de integridad y la historia del caso Weinstein habría sido diferente sin su trabajo. Ben Wallace fue igualmente generoso. Janice Min, Matt Belloni y Kim Masters también lo fueron. Vaya mi admiración por Jodi Kantor y Megan Twohey, cuyas poderosas historias me hicieron sentirme menos solo y me enseñaron a teclear más rápido.
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