Agradecimientos
AGRADECIMIENTOS
Este libro no habría podido escribirse sin la colaboración desinteresada de muchas personas, convencidas de la necesidad de sacar a la luz este pasado reciente durante tanto tiempo silenciado.
En lo concerniente a la zona del sudoeste de España, nunca podremos agradecer lo suficiente a los historiadores José M. Lama y Francisco Espinosa la paciencia en las explicaciones, la generosidad al permitirnos usar documentos que a ellos les han costado años de investigación y el abrirnos las puertas de personas que nunca habían sido entrevistadas.
De las impenetrables tierras del Pallars Sobirà no habríamos obtenido ni una pizca de información si no hubiera sido por Andreu Camps, quien nos dedicó tiempo y energía en un momento delicado y, además, deja el recuerdo de largas charlas repletas de complicidades.
Muchas personas han vencido el miedo, totalmente o en parte, y han sido lo suficientemente valientes para hablar. Gracias a Cayetano Berciano, Antonio Duran, Justo Calderón, Pablo Duque, Libertad González, Rafael Caraballo, Valentín Trenado, Javier Guerrero, José Luis de Vilallonga, Matilde Navas, Aurora Navas, Francesc Soler, Jaume Freixa, Jaume Ginesta, María Ginesta, Dolors Serís, Antònia Barné, Josep Palobat, Joaquim Barbal, Rosario Gallart y familia, Antonia Gallart, Isabel González Losada, Asunción Álvarez, Ricardo Suárez, Theo Francos, Manuel Pérez, José Antonio Fernández, Clara González, Isidra González, José Antonio Landera, Tomás Alonso.
Desde otra posición, también gracias a Gonzalo Tierno, Antonio Garate, Ángel Merino, Juan Zamora, Ricardo de la Cierva, Salvador Sánchez Terán, Arsenio Gento, Nicandro Álvarez, Ángel David Martín Rubio, excombatientes de la guerra civil y División Azul.
También debemos dar las gracias a nuestros compañeros de 30 Minuts, de TV3, que trabajaron en la elaboración del documental que después dio paso a este libro: Maribel Serra, M. Josep Tabella, Salvador Alemany, Muntsa Tarrés, Walter Ojeda, Josep M. Suñé, Jordi Domènech, Mercè Romero, Ramón Ruiz, Albert Carlota y el resto de los miembros del programa, empezando por nuestro director, Joan Salvat.
Por último, no podemos olvidar a Julián Casanova, Joan M. Thomàs, Ricard Vinyes, Vicenç Navarro, Matilde Muro, Manuel Velasco, Manuel Gimeno, Jaume Boix, Arcadi Espada, Josep M. Huertas, Lluís Ardèvol, Història per Descobrir, Cristina Simó, Centre d’Art i Natura de Farrera, familia Ginesta, Jordi Creus, revista Sapiens, Emilio Silva, Santiago Macías, Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH), Ventureta Ballús, Servicio Civil Internacional, Sociedad Aranzadi, Francisco Echevarría, José Antonio Lorente (Universidad de Granada), Mari Luz González, María Encina, Montserrat Sans, Félix Espejo, Eugenio de Rioja, Steven Adolf, Ángel García Fontanet, Marc Carrillo, Reyes Mate, Antonio Cruz, familia Sibís, Josep Pinol, Xose Izquierdo, Asociación Jóvenes del Jerte, Gavilla Verde, Leandre Sagún, Carme Casas, Associació d’Ex presos Polítics de Catalunya, Femando Magán, Ángel Archilla, Sixto Agudo, José Damián, Pablo Ortiz, Cecilio Gordillo, Josep M. Andreu, Comissió per la Veritat, la Memòria i la Historia de Catalunya.
Y a nuestra editora, Maria Borràs, por confiar en nosotros y hacemos un hueco en su cartera de autores.
Anexos de documentos
Este artículo y los tres siguientes muestran el tono y lenguaje utilizado por el general franquista Gonzalo Queipo de Llano en sus alocuciones diarias en Unión Radio Sevilla, que posteriormente se reproducían en los periódicos ABC y La Unión. El objetivo de sus palabras era atemorizar a la población para neutralizar la resistencia republicana, mentir sobre los pretendidos abusos de los rojos y minimizar los propios.
Fragmentos de las crónicas que el periodista portugués Mário Neves publicó en Diário de Lisboa respecto de la matanza de las tropas franquistas en Badajoz. Él es uno de los periodistas que dan a conocer al mundo la muerte de millares de víctimas civiles inocentes en manos de los golpistas.
Las críticas internacionales por la matanza de Badajoz provocaron que los sublevados, a partir de aquel momento, intentasen ser más discretos en la represión. Una muestra son estas instrucciones para la censura de prensa. (Documento publicado por cortesía de Francisco Espinosa).
Después de la ola del terror caliente del verano de 1936 igualmente se continuará matando, pero se intenta guardar una apariencia legal. Falange recibe instrucciones para no participar en fusilamientos sin juicio. La orden obtuvo un escaso seguimiento. (Documento publicado por cortesía de Francisco Espinosa).
Extracto de pagos realizados por Falange. En pleno 1936, la considerable cantidad de 25 pesetas en muchos lugares se consideraba el precio pagado por una ejecución. (Documento publicado por cortesía de Manuel Velasco).
En un intento de borrar las huellas de ejecuciones masivas e indiscriminadas, algunos gobernadores civiles dan órdenes al respecto. A pesar de ello, todavía permanecen marcas de fusilamientos en las tapias de cementerios de muchos pueblos de España. (Documento publicado por cortesía de Francisco Espinosa).
A media que va avanzando la guerra, se toma conciencia de que se deben de esconder algunas pruebas documentales de la represión. Muchas partidas de defunción presentan borrones en las auténticas causas de la muerte: una ejecución sin juicio se oculta bajo una gruesa línea de tinta. (Documento localizado por indicación de Francisco Espinosa).
Otras partidas de defunción de los registros civiles esconden la verdadera causa de la muerte con una eufemística «hemorragia aguda». (Documento localizado por indicación de Francisco Espinosa).
Las tropas de Franco inician la ofensiva sobre Catalunya, fase final de la Guerra Civil. En 1938, en el Pirineo de Lleida se repetirán las mismas ejecuciones masivas que se habían realizado después del golpe de estado. Este hecho demuestra que la violencia no fue espontánea, producto del fragor de los primeros días de guerra, sino que fue planificada y extensa hasta el final de la guerra y durante la larga dictadura.
Las auditorías de guerra fomentaron la delación de vecinos contra vecinos. Este documento «acusa» a un grupo de vecinos de Sorpe (comarca del Pallars Sobirà, en el Pirineo de Lleida) de estar afiliados a partidos de izquierda. No se cita crimen o delito alguno, pero todos fueron ejecutados y están enterrados en una de las muchas fosas comunes que hay en España. Se trata de algunos de los más de 30 000 desaparecidos del franquismo.