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MAKANO, TOMADESCARGAMK
GONZALO MARTÍNEZ DÍEZ
In memoriam de don Alfonso García-Gallo y de Diego (1911-1992), entrañable maestro, insigne investigador y amigo generoso, en reconocido agradecimiento a toda su fecunda vida y obra.
Resulta sorprendente que siendo Sancho García o Garcés III el Mayor uno - por no decir el principal - entre los soberanos pamploneses o navarros medievales más destacados, a lo largo de cuyo reinado, de escasamente tres décadas, ubicó a sus Estados pirenaicos al frente de los reinos cristianos peninsulares del momento, sea por el contrario el menos conocido, registrado y alabado por las fuentes cronísticas y diplomáticas coetáneas y aun por las posteriores. Del mismo conservamos escasamente noventa documentos, muchos de ellos interpolados y solamente uno original, redactado éste en el último año de su vida. Ninguna crónica contemporánea nos da cuenta de sus hechos, sino únicamente algunas, datables más de una centuria posteriormente a su muerte (Historia Silense, Crónica Najerense, Liber Regum, Chronicon Mundi, De rebus Hispaniae), nos proporcionarán unos relatos interesadamente deformados y de dudosa valía histórica.
Su llegada al trono a la muerte de su padre, el efímero rey pamplonés García Sánchez 11 (994-1000), del que también nos proporcionarán muy escasas noticias las fuentes documentales, con escasos años de edad no presagiaba un magno reinado, sino todo lo contrario. La dinastía Jimena, que presidía el trono pamplonés desde hacía una centuria (905), había dado inicio a un período de apertura a los restantes reinos hermanos peninsulares, que había tenido su concreción en los sucesivos matrimonios regios: la madre del nuevo rey era una leonesa, Jimena, hija de condes leoneses; su abuela, que hará de tutora circunstancial junto a la anterior hija de Fernán González, el conde de Castilla. En los primeros años de su reinado efectivo (1004-1009) desaparecerá el califato cordobés -y con él la supremacía militar y cultural islámica-, siendo sustituido por un inoperativo entramado de reinos taifas que transformará a los reinos cristianos de tributarios en recaudadores de parias.
Si inicialmente su territorio soberano se reducía al conjunto de tierras circundantes de la ciudad de Pamplona, además de un condado de Aragón limitado a los valles más occidentales y septentrionales de la región y una Rioja recientemente arrebatada al Islam, prontamente sus dominios tomarán nuevos rumbos más allá de tan exiguos y encorsetados límites -de Astorga a Cataluña, se dirá-, como resultado directo, más bien, de una inteligente política matrimonial, iniciada hacia 1010 con su propia persona, que de conquistas militares por tierras musulmanas. Su casamiento con Munía o Mayor, hija del conde de Castilla Sancho García, condicionará en parte todo su reinado y abrirá su influencia futura por las tierras del rey de León, hasta el punto de poder disponer para todos sus vástagos de una corona que ceñir a sus sienes a la hora de su muerte.
Se ha destacado hasta la saciedad su condición de monarca europeizados política y culturalmente, de los reinos y territorios bajo su cetro, y ciertamente que ése es un término que, tomado en sentido amplio, le haría justicia. Hasta su gobierno los reinos cristianos habían tenido como referente exclusivo en tales materias al glorioso pasado visigodo y al esplendor del Al-Andalus cordobés. Pero Sancho III va a dar inicio a unas intensas relaciones con los reinos y los soberanos transpirenaicos como hasta el momento nunca se habían dado, llegando a abandonar sus dominios para entrevistarse personalmente con los mismos. En lo espiritual, resultan decisivas sus decisiones favorecedoras de la influencia reformista cluniacense, que abrirán en un futuro las puertas de sus reinos a la unidad cristiana con Roma, y entre las que se encontraría, en lugar destacado, el trazado del nuevo Camino Francés de peregrinación jacobea.
Pero todo ello no le impedirá sentirse, antes que nada, rey hispano - formando parte de una unidad cultural y política ancestral, superadora de particularismos políticos y territoriales circunstanciales-, como le reconocerán expresamente algunos de sus más estrechos colaboradores como el abad de Ripoll, Oliba; el obispo catalán de Palencia, Bernardo - a quien se adjudicará la expresión «mereció justamente ser llamado rey de los reyes hispanos»-, o el monje giróvago Raúl Glaber, quien desde Cluny le calificará como «rex Navarrae Hispaniarum».
Desde hace más de medio siglo la figura del rey pamplonés Sancho III el Mayor ha venido concitando el interés investigador de un amplio espectro de cualificados historiadores y medievalistas. Al estudio monográfico debido a la aventurada pluma del sabio benedictino fray Justo Pérez de Urbel (Sancho el Mayor de Navarra, Madrid, 1950), siguieron las de Anacleto Ortueta (Sancho el Mayor, Rey de los vascos, 2 vols., Buenos Aires, 1963, reed. en Pamplona, 2002) -de escaso rigor histórico-, Carmen Orcástegui y Esteban Sarasa [Sancho Garcés III el Mayor, Pamplona, 1990; Sancho Garcés III el Mayor (1004-1035), rey de Navarra, Pamplona, 1991, y Sancho III el Mayor (1004-1035), Burgos, 20001 - de triple y consecutiva edición, mucho más profundas y rigurosas - y José Luis Orella [Sancho III el Mayor (1004-1035), Pamplona, 2003], además del ciclo de conferencias coordinado por Eloy Benito Ruano en la Real Academia de la Historia (Sancho III el Mayor de Navarra, Madrid, 2003) o la obra conjunta Vasconia en el sigloxl. Reinado de Sancho III, el Mayor, rey de Pamplona (1004-1035) (Manez Goyenetche, Roldán Jimeno, Aitor Pescador y Tomás Urzainqui, Pamplona, 2004), de marcada intencionalidad política que desvirtuaría, en parte, los logros de reconstrucción fiable y cierta que toda investigación histórica debería perseguir A ellas debemos añadir la edición de toda la documentación atribuible al monarca pamplonés llevada a cabo en 2003 y que ha venido a facilitar, enormemente, el manejo de un interesante aunque exiguo conjunto de testimonios diplomáticos de la acción de gobierno regia [Roldán Jimeno Aranguren y AitorPescadorMedrano, Colección documental de Sancho Garcés III, el Mayor, rey de Pamplona (10004-1035),Pamplona].
Nuestro trabajo intenta ir más allá de todos los expresados. Abordamos, sin apasionamiento, la tarea de desentrañar, con las fuentes diplomáticas y cronísticas en la mano, lo que supuso la figura de Sancho el Mayor en la época que le tocó vivir sus ascendientes familiares, su acción de gobierno, los territorios que controló y gobernó, así como la naturaleza jurídica del poder ejercitado. En definitiva, una aproximación rigurosa y certera a uno de los monarcas más destacados e influyentes de todo el Medioevo hispano.
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