Gonzalo Moreno - Luna de Meridea (Crónicas de Skyler nº 2) (Spanish Edition)

PRESENCIAS ESPECTRALES

El murmullo del agua en aquella lejana llanura le señalo el final de aquel viaje de ida en una tierra agreste todavía totalmente desconocida para los nuevos colonizadores. El exuberante llano con su amplia paleta de colores le pareció entonces la reencarnación fidedigna de su olvidado y a su vez añorado planeta de origen. Aquella amplia flora, llena de pastizales infinitos, su manto de hierba verde solo interrumpido por la presencia de perennes matorrales grisáceos, similares al aromático tomillo terrestre creaban en su camino aquella diversidad esteparia muy próxima a los recuerdos todavía vivos en su mente del extinto planeta Tierra.

Faltaban no obstante en aquel idílico paisaje, las siempre hermosas plantas, llenas de multicolores flores para sentirse de nuevo como en el que fuera en otro tiempo su hogar.

En cambio, en su lugar, diseminados a cientos ante su vista fue consciente de la omnipresente presencia de unos árboles con formas muy extrañas. Fantasmagóricas presencias arbóreas blancas con frutos de color sangre y hojas sagitadas de un no menos intenso rojo dibujaban en su conjunto caprichosas formas sinuosas. Estas formas mostraban con claridad, grabadas en los relieves rugosos de sus cortezas, unas figuras redondeadas, casi dimensionales y de una apariencia completamente humanoide. Contempló aturdido el hipnótico encantamiento que se presentaba ante sus ojos y llego a la conclusión de que se encontraba ante el resultado de una caprichosa y compleja interacción de ramas que formaban estéticas copas imposibles. Milagro, mito o mera coincidencia, aquellas formas inertes y deformes no le producían ya ni un simple escalofrío. Y era verdad, un hecho al que tardaría en acostumbrarse, no sentía miedo alguno por aquellos árboles de presencia amenazante con sus formas de espectros nocturnos. Su recién adquirida condición de vampiro inmortal le confería total inmunidad a ciertos sentimientos y formaba un llamémoslo escudo protector ante sus antiguas sensaciones y recelos, las viejas debilidades reservadas a las frágiles criaturas humanas. Su nueva mente, funcionaba ahora bajo los instintos de un depredador en una constante lucha interna donde su mitad animal se negaba por instinto a cultivar ciertas emociones humanas que su humanidad desterrada le recordaba sin cesar.

Sonrió solo de pensar lo frágil que fue en otro tiempo. El miedo, la ansiedad, la compasión y otras olvidadas sensaciones físicas quedaban atrás y le recordaban que en su cuerpo ya no habitaba un hijo de los hombres. Al menos, no como en otro tiempo fuera aquel arrogante oficial del imperio. Sus pensamientos eran ahora solamente la fiereza inolvidable del presente inmediato, un presente salpicado por una angustiosa crudeza de los simples retazos de antiguos recuerdos de su vida, de todo lo que fue antes de recibir el abrazo inmortal de las manos de la criatura más bella que sus ojos habían contemplado nunca. Aun así, sus recuerdos permanecían arraigados en su corazón desde el mismísimo día que dejo su débil condición de terrícola humanoide para convertirse en un violento y despiadado asesino que vagaba ahora por aquel planeta sometido a los deseos y anhelos de conquista de su nuevo señor. ¿Cuánto tiempo podría evitar el nuevo inmortal la mezcolanza de sentimientos encontrados? Durante una corta fracción de tiempo detuvo sus pasos y no pudo resistirse a aquellos cielos bañados por la paz de un claro paisaje invernal.

Ignoraba el nuevo inmortal que sus ojos presenciaban ante aquella misteriosa e indómita llanura el nacimiento de un paraíso salvaje, la antesala de una cercana y agreste cordillera montañosa llena de escarpados y angostos senderos totalmente nevados. Una bravía barrera llena de sorpresas y peligros inimaginables, secretos oscuros que harían temblar a todo mortal e inmortal.

Guardo silencio e intento avanzar pero de nuevo se detuvo en seco, volvió su cabeza y espero con impaciencia la llegada de su rezagado compañero de partida. Elevó su vista al cielo, todavía brillaban en su inmensidad los últimos rayos de un sol de invierno que sin todavía saberlo le resultaba tan familiar, tan cercano a sus recuerdos. Ignoraba Skyler que contemplaban sus ojos un reflejo gemelo y peculiar del mismo adorado sol que ilumino con sus cegadores rayos de luz a sus ya olvidados progenitores y a los padres de sus padres, en otro mundo, en otra dimensión, en aquel lugar que un día llamo hogar en la paz del planeta azul antes de la gran tragedia.

Volvió su vista envuelto en las ironías de sus pensamientos para contemplar las cercanas montañas y se sintió bien envuelto en aquella extraña sensación de paz y tranquilidad, donde ni una sola nube perturbaba con su presencia aquel cielo de tonos blancos y azulados. Una avalancha de soledad le invadió entonces y deseo correr pero inexplicablemente sus piernas se negaron y no obedecieron a sus deseos. Sonrió por fin con satisfacción manifiesta al divisar y reconocer entre aquella maraña de hierba alta, la inconfundible presencia del no menos incombustible Trent. El príncipe vampiro llegaba finalmente hasta su posición adelantada en aquel territorio todavía por explorar. Ya no estaba solo y se sintió feliz. No se detuvo a pensar, ni por un instante, que quizás llegaban los pasos de su amigo a una tierra hostil, lista para ser descubierta en los orígenes todavía sin asumir de una nueva colonización bajo las condiciones más extremas, ante peligros inimaginables, incluso para la poderosa raza vampírica de Kershon.

- Sin lugar a dudas veo por tú amplia sonrisa que hemos alcanzado nuestro deseado objetivo – dijo Trent con gran satisfacción mientras miraba con interés al vasto horizonte montañoso que se desplegaba ante sus ojos – El resto de nuestra pequeña expedición familiar llegará aquí muy pronto y espero compartan tus deseos de establecerte en este lugar y sean de tu misma opinión.

- ¿Cuándo crees que se dejaran ver por aquí? ¿Cuándo llegaran? – preguntó un impaciente Skyler – He de confesar que hace mucho tiempo que me siento perdido e incluso solo en este planeta. No te ofendas pero tu arisca compañía a veces dista de ser un consuelo para este joven vampiro – Trent no contestó, se limito a cerrar sus ojos abandonándose a la esencia de aquel momento. Un ligero viento de poniente agito sus frondosos cabellos rubios. Su semblante no tardo en iluminarse con una amplia sonrisa y entonces añadió resuelto…

- No te preocupes más compañero de viaje y fatigas, pronto dejaremos de estar tan solos en este lugar. Fatila llegará en un par de minutos y junto a ella he percibido los susurros felices de tus queridos hijos. Zeon y Taus la acompañan – el vampiro se acercó y golpeó el hombro de Skyler con cierta insistencia – ¿Te puedo hacer una pregunta? Hay algo que despierta mi curiosidad de vampiro.

- Oh, sí. Por supuesto, dispara amigo – no pudo evitar sonreír al ver la cara llena de perplejidad de su acompañante, este no entendía sus expresiones, llenas de tantos y tantos localismos terrestres. Todavía la comunicación entre ambos distaba de ser perfecta.