Jürgen Habermas.
Una biografía
Stefan Müller-Doohm
Traducción de Alberto Ciria
La traducción de esta obra ha recibido una ayuda de Goethe-Institut,
institución financiada por el Ministerio de Asuntos Exteriores de Alemania.
TIEMPO RECOBRADO
Título original: Jürgen Habermas. Eine Biographie
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© Alberto Ciria Cosculluela, traducción, 2020
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ISBN (e-pub): 978-84-9879838-8
Para mi esposa Heidlind
CONTENIDO
PREÁMBULO
«Nadie tiene derecho a comportarse conmigo como si me conociera».
Robert Walser
A Jürgen Habermas le han colgado muchas etiquetas durante las pasadas décadas: «paladín de la modernidad» y «el maestro de la comunicación», «conciencia moral pública de la cultura política» y «el Hegel de la República Federal», «el poder del Meno», «el polemista de Fráncfort» y Praeceptor Germaniae , por mencionar solo algunas . Esta serie de epítetos —que sin ser forzosamente aduladores tienen sin embargo una enorme repercusión mediática— se podría prolongar sin problemas, lo cual evidencia qué valor noticiable tan alto tiene Habermas, así como el hecho de que, si atendemos sobre todo a su repercusión como científico y como emisor de diagnósticos de la época, no es desde luego la falta de publicidad lo que impera. Pero entonces, ¿por qué escribir todavía una biografía sobre esta personalidad, y encima una biografía que no pone el foco en Jürgen Habermas como persona privada (y más bien desconocida) y que tampoco tiene por objetivo brindarle un monumento a un «pensador magistral» con motivo de su octogésimo quinto cumpleaños? Al fin y al cabo, vivimos en unos tiempos en los que, como dice el propio Habermas, los héroes hacen tan poca falta como los antihéroes. Lo que ha impulsado y motivado a un sociólogo a lanzarse en brazos de la investigación biográfica y a volver a hacer sus pinitos como biógrafo ha sido la convicción de que, en las huellas visibles de una biografía como la de Jürgen Habermas, se puede estudiar particularmente bien lo que, en cierta manera, fue desde sus comienzos la gracia de la observación sociológica: la dialéctica de individuo y sociedad. ¿Cómo una persona, en su contexto vital que ella comparte con otras, se constituye en un individuo que solo a lo largo de un proceso de confrontación con su época y dentro de su época es capaz de crear lo que su biografía tiene de particular y de singular?
Desde luego que justamente en el caso de esta biografía es grande la tentación de presentarla como una extraordinaria trayectoria de éxitos. Pero esto no solo equivaldría a andar retocando los tonos umbríos de tal biografía, que al fin y al cabo ya resultan conocidos, siquiera parcialmente, sino que también disuade de ello el propio decurso vital de Habermas, por mucho que a primera vista pueda resultar burgués y convencional. En las conversaciones que mantuvimos con él, insistió una y otra vez en que su trayectoria más o menos rectilínea no se salió del marco de la historia que le tocó vivir a su generación ni de aquello que a una persona particular le resultó posible para realizar sus ambiciones personales bajo las condiciones de una libertad recobrada. Si quisiéramos dar crédito a esta descripción que hace de sí mismo, en el caso de la biografía de Habermas llegaríamos quizá al resultado de que aquí se ha ido realizando un desarrollo gradual de una fase vital a otra, que es exactamente lo que sucede en cualquier biografía normal. Es cierto que su biografía se caracteriza por la continuidad de un estilo de vida basado en unas circunstancias vitales que en amplia medida aparecen garantizadas: infancia, escuela, estudios universitarios, matrimonio, hijos, carrera profesional, etc. Y como sucede con las vidas de otras personas, también en la suya hay rupturas, reveses y cesuras. ¿En qué consiste entonces lo inconfundible de este curso existencial, lo inusitado dentro de lo habitual?
Sin duda salta a la vista que Jürgen Habermas ha hecho una carrera notable. Con sus monografías y sus volúmenes recopilatorios de artículos, traducidos a más de cuarenta idiomas, se ha ganado como científico una enorme reputación nacional e internacional, y ha tenido como autor una enorme repercusión que ha rebasado el mundo académico. Visto así, parece obvia la conclusión de que la biografía de Habermas es, en el fondo, la biografía de su obra. Pero si esta vida resulta tan fascinante se debe precisamente a que es más que una pila de libros eruditos, a que este hombre abandonó una y otra vez el ámbito protegido de la universidad para meterse en el papel del polemista que participa en debates y para, de esta manera, influir en la historia de la mentalidad alemana. Y bien cabría añadir que, en efecto, ejerció tal influencia. En esta medida, la comprensión de los acontecimientos biográficos es, en cierto modo, el bajo continuo del verdadero objetivo principal de esta biografía: exponer el intrincado entrelazamiento entre el oficio principal y el oficio secundario, la relación recíproca entre los desarrollos especulativos del filósofo y las intervenciones del intelectual público teniendo de fondo los acontecimientos históricos de su época.
Al margen de cuáles sean los aspectos que el biógrafo acentúa, en todo caso comete un allanamiento del que tiene que confesarse culpable, pues de toda investigación y redacción biográficas necesariamente forma parte un factor de indiscreción. Es más, la investigación biográfica podría considerarse incluso un acto de hostilidad. Al biógrafo no le queda otro remedio que convertir una vida privada en objeto de su mirada curiosa. Es más: hurga en la vida del biografiado y tiene que seleccionar por sí mismo los acontecimientos que quiere considerar al detalle, aquellos otros que quiere limitarse a tratar por encima y los sucesos que cree que se pueden omitir del todo. Es decir, tiene que decidir qué momentos de la vida se pueden pasar por alto, qué complicaciones cabe dejar de lado y si debe rellenar huecos echando mano de la «fantasía exacta» (como la llamaba Theodor W. Adorno), y caso de que decida hacerlo así, dónde debe hacerlo.
En momentos así, el biógrafo no está tan lejos del novelista. Como hace el protagonista de la obra de Max Frisch Pongamos que me llamo Gantenbein , va tanteando a oscuras tratando de averiguar qué significan exactamente las escenas que ha presenciado al mirar retrospectivamente una vida: «¿Qué es lo que realmente ha sucedido?». Para hacerse con la historia de una vida, con sus fisuras y sus contradicciones, el biógrafo tiene que comportarse como el protagonista de la novela de Frisch, que finge estar ciego: «Me imagino» . Y entonces comienza la búsqueda de la historia dentro de la historia, una búsqueda en la que, en comparación con el escritor, el biógrafo puede tener la ventaja de contar con un corpus de fuentes que le van guiando a la hora de narrar.
En consecuencia, en el mejor de los casos una biografía puede ofrecer credibilidad, pero nunca certeza. En mi opinión, el propósito de relatar en una biografía uno a uno los sucesos de una vida real, aunque sea a escala reducida, está de entrada condenado al fracaso. En tal medida, esta biografía no tiene semejante pretensión de verdad. En consecuencia, las expectativas que quizá algunos lectores tengan puestas en este género habrán de resultar defraudadas: que el biógrafo les permita a las lectoras y a los lectores una especie de trato de confianza con la persona que es objeto de la curiosidad biográfica, o que incluso les ofrezca sensacionales descubrimientos.
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