Jürgen Habermas, Karl Popper, Ralf Dahrendorf y otros
FILOSOFÍA RADICAL
Conversaciones con Marcuse
Prefacio de Jordi Maiso
Serie Cl a • D e • Ma
Política
FILOSOFÍA RADICAL
Conversaciones con Marcuse
Jürgen Habermas, Karl Popper, Ralf Dahrendorf y otros
Título del original alemán: Gespriiche mit Herbert Marcuse
© Suhrkamp Verlag Frankfurt am Maim 1981
All rights reserved by and controlled throught Suhrkamp Verlag Berlin
© Del prefacio: Jordi Maiso
Traducción: Gustau Muñoz
Corrección: Rosa Herranz
Cubierta: Juan Pablo Venditti
Primera edición en Barcelona: octubre de 1980
Segunda edición: junio de 2018
Reservados todos los derechos de esta versión castellana de la obra.
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Preimpresión:
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eISBN: 978-84-9784-812-1
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Índice
Prefacio:
La intempestiva actualidad
de Herbert Marcuse
Jordi Maiso
«Lo que ha envejecido no es por esto falso.»
Herbert Marcuse
Herbert Marcuse es sin duda un icono del pensamiento crítico del siglo xx . La imagen del filósofo canoso y entrado en años rodeado por los estudiantes rebeldes en Berlín y París era elocuente y poderosa, y le hizo aparecer como padre espiritual de las revueltas de 1968. Pero ese brillo tuvo su reverso. Con el pasar de los años, su pensamiento fue injustamente identificado con un utopismo trasnochado del que buena parte de sus antiguos partidarios prefería distanciarse. De modo que conceptos que la lógica mediática había convertido en consignas –el gran rechazo, la tolerancia represiva, la sociedad unidimensional o la crítica del autoritarismo– quedaron atrás como cáscaras vacías, y no precisamente porque hubieran perdido su vigencia. Tratar a Marcuse como un autor demodé es tanto más inmerecido cuanto que en rigor fue su icono, no su pensamiento lo que estuvo «de moda». El propio Marcuse, en todo caso, se resistió a ser considerado el «gurú» del movimiento estudiantil que eclosionó hace hoy cincuenta años. Su pensamiento no aspiraba sino a quebrar el conformismo dominante en la Guerra Fría para formular una crítica de la sociedad de su tiempo que permitiera alumbrar nuevas formas de racionalidad y sensibilidad. En este sentido los movimientos de protesta surgidos a partir de los años sesenta supusieron la emergencia de un aliado inesperado. Frente a la deriva dogmática del marxismo y su fetichización de las fuerzas productivas, Marcuse saludó en estas movilizaciones la negativa a adaptarse a la gris cotidianeidad del trabajo y el consumo y la búsqueda de una nueva forma de vida. Mucho se ha hablado de su papel como mentor de esta joven generación, aunque es probable que para la gran mayoría Marcuse fuera una figura simbólica e influyente, pero menos leída y comprendida de lo que se supone a menudo. Muy posiblemente la Nueva Izquierda supuso más para Marcuse de lo que Marcuse supuso para la Nueva Izquierda. En 1968 había cumplido 70 años, y en principio parecía tener ya toda una obra a sus espaldas. Sin embargo, el diálogo con una generación politizada y vital le permitiría revitalizar su pensamiento en una atmósfera ajena a toda resignación, mediando distancias generacionales y dando lugar a procesos de aprendizaje que se revelarían fructíferos para ambas partes. Su influencia puede rastrearse en sus escritos desde finales de los sesenta y, por supuesto, también en el presente libro.
Filosofía radical. Conversaciones con Marcuse ha de entenderse en el marco de estas discusiones con la Nueva Izquierda. El libro fue originalmente publicado en alemán en 1978, apenas un año antes de la muerte del autor. Marcuse vivía entonces en Estados Unidos, donde había tenido que refugiarse cuatro décadas antes huyendo del nacional-socialismo. Aquí se encuentra con autores e intelectuales europeos, de calados y proveniencias muy distintas, que discuten con él en busca de clarificación histórica, teórica y política. Hablan sobre la trayectoria intelectual de Marcuse y sobre cuestiones candentes para todo pensamiento emancipador: la búsqueda de una nueva subjetividad política, la evolución de la izquierda, el significado del feminismo o el rol de la violencia en los procesos de transformación social. Y Marcuse se revela un conversador generoso y vivo, que en ningún modo rehúye la discusión. Su disposición al debate con interlocutores entre treinta y cincuenta años más jóvenes evidencia un interés por mediar mundos de experiencia distintos. Pues Marcuse se había socializado políticamente en la fallida revolución alemana y había conocido los turbulentos años de Weimar, el nazismo y el exilio, y eso había aguzado su mirada a las sociedades del capitalismo avanzado; sus interlocutores, en cambio, se habían politizado en las insuficientes democracias de los milagros económicos y la Guerra Fría. Para ellos el fascismo era una experiencia silenciada de la generación de los padres, y su comprensión de la dimensión crítica del pensamiento o de la urgencia de transformación social tenía un calado distinto. El punto de encuentro era el interés compartido por la emancipación, que siempre se declina en presente. Hoy, casi cuarenta años más tarde, cuando los participantes más jóvenes en estas conversaciones rebasan ampliamente la setentena y la mayoría de ellos han fallecido, la tarea de mediación histórica recae sobre el lector. Muchas de las inquietudes políticas que laten en estas conversaciones remiten a un mundo que ya no es el nuestro. Inevitablemente, el libro ha adquirido el carácter de un documento histórico de las discusiones de una intelectualidad radicalizada en la década que siguió a 1968. Y sin embargo, en su capacidad de interpelarnos, puede ser a su vez algo más.
El libro se compone de tres conversaciones de 1977, una serie de discusiones que tuvieron lugar en Salecina (Suiza) entre 1975 y 1977 y las entrevistas con distintos autores que componen un documental sobre la llamada «Escuela de Frankfurt», originalmente emitido por la BBC. El texto base de este documental, por otra parte, es quizá el que peor ha soportado el paso de los años, pues reproduce clichés e inexactitudes que la abundante literatura sobre la teoría crítica publicada desde entonces ha probado infundadas. Para tomar el pulso a las líneas maestras del pensamiento de Marcuse, la primera conversación sobre «Teoría y política» es sin duda fundamental. Su epicentro es el debate con Jürgen Habermas, con quien Marcuse llevaba discutiendo amistosamente más de una década. El texto ofrece una valiosa perspectiva de la fisonomía intelectual de Marcuse y de su vínculo con la teoría crítica frankfurtiana, que permite esclarecer malentendidos enormemente extendidos en su recepción. Y además recoge un interesante debate entre dos grandes del pensamiento del siglo xx , que permite marcar tanto las afinidades como las distancias con un Habermas que por entonces redactaba su Teoría de la acción comunicativa , obra que algunos han leído como una «superación» de la teoría crítica «clásica» –con la que el talante intelectual y político del propio Habermas tenía más bien poco en común–. De ahí que resulten elocuentes, ante todo, las divergencias. Especialmente las que afectan a los distintos modos de comprender el vínculo entre teoría y política. Pues, a la hora de reconstruir la trayectoria intelectual de Marcuse, Habermas piensa ante todo en autores y en tradiciones teóricas; Marcuse, en cambio, insiste en el vínculo decisivo entre teoría crítica y experiencia histórica. Para él, la teoría crítica no partía de lecturas filosóficas, sino de la experiencia bien real de la revolución malograda. La fallida revolución alemana de 1918-1919 daría lugar a un proceso de estabilización política que culminaría en el nacional-socialismo; su derrota militar en 1945 no produjo una verdadera ruptura, sino una nueva estabilización de las sociedades capitalistas. Esto marcaría la senda de la teoría. Pues solo quien logra hacerse cargo de las razones de ese fracaso puede no desistir en el intento de rastrear cómo se sedimenta en lo existente la huella de una posible liberación.