JOSÉ MILLET (Holguín, Cuba, 1949). Escritor, investigador, profesor universitario y crítico de arte. Se naturalizo venezolano en el año 2012. Egresó de la Universidad de Oriente, Santiago de Cuba, como licenciado en Letras. Ha publicado dieciocho libros y cientos de artículos y ensayos en publicaciones periódicas, tanto en su país natal como en otras naciones. En Venezuela editó el Atlas etnográfico del estado Falcón y el Caribe (2006). La Primera edición de Alí Primera, Padre Cantor del Pueblo fue publicada por las ediciones de la Presidencia de la República, en Caracas, en el año 2008.
Título original: Alí Primera. Biografiá documentada y testimonial
José Millet, 2016
Diseño de cubierta: Daniel Duque
Editor digital: Titivillus
ePub base r2.1
La vida del Padre Cantor del Pueblo Venezolano, Ely Rafael Primera Rossell (Alí Primera 1941-1985), es narrada en esta breve pero completa biografía, en el cual su autor, José Millet, recoge de primera mano valiosos datos, informaciones y testimonios, fruto de un consciente y amoroso trabajo que rinde homenaje a quien representa uno de nuestros más altos valores de la canción necesaria y las luchas de liberación del pueblo, verdadero Precursor de la Revolución Bolivariana, como lo llama el poeta Simón Petit en el prólogo. La trayectoria vital del «panita» Alí es trazada en esta visión cronológica, acompañada de documentos, testimonios e imágenes poco difundidos, constituyendo un homenaje a su legado imperecedero.
José Millet
Alí Primera. Biografiá documentada y testimonial
ePub r1.0
Titivillus 27.02.2021
EL PRECURSOR DE LA REVOLUCIÓN BOLIVARIANA
ELY RAFAEL «ALÍ» PRIMERA ROSSELL (1941-1985)
BIOGRAFÍA - CRONOLOGÍA DOCUMENTADA Y TESTIMONIAL
Si pudiéramos describir y ordenar cronológicamente los estremecimientos de la música popular venezolana, surgidos para y por las luchas y reivindicaciones del pueblo, tendríamos que incluir el capítulo Alí primera como uno de ellos.
Desde aquel inicio que marcó por parte de nuestros aborígenes el canto de guerra contra el colonialismo y la invasión foránea, pasando por los tambores insurrectos de José Leonardo Chirino junto con las irreverentes notas de la marcha inconclusa de la flauta mirandina; el ejemplo de lucha independentista que daría pie al glorioso himno que Salias y Landaeta nos legaron para siempre; el Oligarcas temblad de la Guerra Federal y el sonar de grilletes en clave de libertad de los presos de La Rotunda y el Castillo Libertador, hasta llegar a la erupción de ese volcán de la canción necesaria y de esperanza que significó Alí primera, mucha es el agua que ha corrido y bastante el caudal que graba la impronta de esta historia cultural, cuyo valor agregado político es la patria digna, la patria buena, como la soñó «el panita».
El Cantor del pueblo Venezolano, como lo llamara Luis Mariano Rivera, logró no solo conjugar lo popular con lo académico en una fusión que iría mostrando con los arreglos musicales de cada producción discográfica, sino también lo que sería esa comunión del panfleto con el texto poético de altura: aquel que todo escritor busca y en oportunidades no encuentra; ese que siendo de verso sencillo es, a su vez, profundo.
Muchos dicen que Alí fue único en su estilo y ciertamente así es. Basta recordar estadios de pueblos y ciudades, plazas de toros, auditorios liceístas y los escenarios de las universidades, plenos, llenos, abarrotados de niños, jóvenes y adultos, con presta atención a quien con solo un cuatro en la mano arengaba a favor de la paz, la justicia social y por una patria con el ideal bolivariano, es decir, continental. De allí también que reconozcamos a quien con sus canciones fuera el primero en hablarnos de Revolución, de Bolívar, de la patria Buena. Aquel que con su salida al entarimado levantaba de sus asientos a los presentes. Quien haya tenido oportunidad de encontrarse en sus conciertos podrá certificarlo.
Yo lo digo porque más de una vez pude verlo y en el Festival de la Canción Bolivariana —ese hermoso evento organizado por él en cinco ciudades de Venezuela en 1983, con motivo del bicentenario del nacimiento de nuestro Libertador—. Alí, como cierre de la actividad, garantizaba un público que a pesar de la hora no abandonaba el recinto hasta verlo cantar.
Al anunciar el animador del acto al padre Cantor, todos podían ver a aquel hombre con camisa roja y bluyín, corriendo con su cuatro en alto, saludando a la multitud mientras se escuchaba el coro de su nombre en la gente: «Alí… Alí… Alí…». «¡Qué fuerza tiene este hombre!», se decían la cantora dominicana Sonia Silvestre, el uruguayo Daniel Viglietti y los integrantes del grupo salvadoreño Cutumai Camones, ese día del concierto en Maracaibo. Y su actuación era una fiesta: todos los invitados subían a cantar sus canciones y como buen dirigente aprovechaba el momento para discursear, para hablarnos de Bolívar, de Revolución.
Por eso, muchos también dicen que el precursor de la Revolución Bolivariana es Alí. Justo es decirlo. Cuando se atrevió a cantar las cosas que nadie osaba decir, el «cantante boca sucia» —como lo llamaba la burguesía— se escuchaba en los tocadiscos de los venezolanos, sin promoción de radio, prensa y televisión, y conseguía que todo el pueblo coreara sus canciones en los conciertos: caso único porque no hemos conocido de otro cantante o cantor que haya logrado ese mérito en tal condición. Una vez que rompiera el veto y terminara por ser aceptado como líder de opinión y artista popular, Alí no dejaba escapar el momento para dejar sentado su sueño en alguna entrevista o programa y, por ello, los enemigos trataron de sacarlo del camino en varias oportunidades. Refiriéndose a este acoso y a los atentados contra su vida, dejaría constancia en sus documentos políticos.
De manera, pues, que si hablamos de Bolívar, Rodríguez y Zamora como raíces de la Revolución, propongo que agreguemos a primera como colofón de esa contemporaneidad de la lucha. Quizá existan otros nombres que puedan salir a la palestra y merecidamente sean legítimas las propuestas, pero creo no equivocarme al señalar que Alí primera con su genio, figura, ejemplo y pensamiento, al transcurrir del tiempo ha fortalecido su nombre y su obra. Ahora cabe esta reflexión: hoy, más que ayer, hace falta que tengamos más Alí primeras, es decir, más cantores; esta vez que defiendan nuestros logros. El imperio trata con sus medios y patrañas de enlodar y quitar de un tajo esta Revolución; necesitamos —además de un pueblo preparado para la guerra— los cantos y sus cantores. Es necesario que la Revolución arme la canción; Alí lo dijo: «Poner la vida en juego es tener una conducta que apoye la canción, no que la diluya, no que la torne en contradicción. El cantor debe ser muy amigo de sus canciones, muy compañero de su canción; porque si el cantor deja la canción por un lado y él se va por otro, esa canción se invalida… y por eso debemos estar al lado de la canción y poner esa canción al lado del pueblo… Si el cantor no arma la canción, esta canción se desarma».
Finalmente, Alí nos deja frases memorables que permiten su vigencia absoluta cada vez que se invoque su nombre: «No canto porque existe la miseria, sino porque existe la posibilidad de borrarla, de erradicarla de la faz de la Tierra. A mí nadie me quita el pálpito de que algún día el pueblo será gobierno».