Introducción
Muy recientemente, en una obra divulgativa titulada La cultura. Todo lo que hay que saber, su autor, Dietrich Schwanitz, sentencia: «Para una persona mínimamente culta la distinción entre sex (sexo) y gender (género) es algo obvio» (Schwanitz [1999], 2002: 381). No estoy, precisamente, de acuerdo con la visión que Schwanitz tiene de «la cultura» (que, en realidad, se reduce a una selección personal de algunos aspectos de la cultura europea); pero me parece muy significativo que, incluso en estas revisiones de «lo que se debe saber», se asevere la relevancia del concepto género, como una de las claves del pensamiento del siglo XX.
Precisamente, el incipiente debate en torno al empleo y el significado del concepto «género» aparecido en los medios de comunicación a raíz de la Ley Intregal contra la Violencia de Género (Ley Orgánica 1/2004) refleja el desconocimiento que existe en torno a la definición y al empleo de dicha categoría, y me lleva a pensar que este libro podría ser útil para un público amplio, ya que uno de sus objetivos es proporcionar las herramientas conceptuales esenciales relativas a la perspectiva de género, útiles tanto para antropólogas y antropólogos como para profanos interesados en la materia.
Es más, creo que buena parte de los intelectuales contemporáneos son conscientes del carácter innovador y cardinal del enfoque de género en el ámbito de las Ciencias Sociales. Pero el reconocimiento, implícito o explícito, de la trascendencia del género no está reñido con el desconocimiento generalizado de su significado y su alcance, ni con la persistencia de resistencias, más o menos severas, a su incorporación al marco científico medular de las diversas disciplinas.
La antropóloga Teresa del Valle sostiene, justamente, que el corpus teórico, metodológico y etnográfico desarrollado sistemáticamente por el enfoque feminista en Antropología ha afectado profundamente a la disciplina en sus principios básicos, teoría y método, aunque las aportaciones desde el género «rara vez se analizan en las historias del desarrollo del pensamiento antropológico» (Valle, 2000: 13). Sin embargo, el enfoque de género ha conducido a cuestionar la propia división de la Historia en las etapas cronológicas tradicionalmente aceptadas (Edad Antigua, Medioevo, Renacimiento, etc.) para analizar cómo afecta esta periodicidad a las mujeres. En este sentido, Joan Kelly (1990: 94) se pregunta, en un sugestivo artículo, si las mujeres tuvieron realmente Renacimiento. Kelly señala que a pesar de la temprana consolidación de los Estados europeos y de las nuevas posibilidades de expresión social y cultural que caracterizan la época renacentista, estos desarrollos afectaron adversamente a las mujeres hasta el punto de que «no hubo Renacimiento para ellas», o al menos, no lo hubo durante el Renacimiento. En consecuencia, la incorporación del enfoque de género tanto en Antropología como en Historia o en otras Ciencias Sociales tiene un objetivo añadido: influir en el marco teórico-metodológico del corpus disciplinar.
En definitiva, considero que la incorporación de la perspectiva de género en la investigación socio-cultural, y en otras cuestiones de la vida civil, constituye una herramienta esencial para comprender aspectos fundamentales relativos a la construcción cultural de la identidad personal, así como para entender cómo se generan y reproducen determinadas jerarquías, relaciones de dominación y desigualdades sociales.
En mi práctica docente —enseño Antropología del Género en la Universidad de Granada— he comprobado el calado que produce en el alumnado la profundización en el conocimiento de las relaciones sociales de género, además de constatar que, posteriormente, los estudiantes se encuentran suficientemente preparados para integrar la perspectiva de género en otros ámbitos de investigación menos específicos, así como en su vida cotidiana, lo cual supone una gran satisfacción.
Los avances que se han producido desde las primeras investigaciones que incorporaban a las mujeres como meros objetos hasta el desarrollo de una perspectiva de género más integradora que tiene en cuenta las realidades y simbolismos de hombres y mujeres en cualquier sociedad desde un punto de vista holístico, constituyen la base de las investigaciones contemporáneas.
De hecho, aunque este libro se centra primordialmente en el ámbito de la investigación antropológica desde la perspectiva de género, pretende al mismo tiempo cuestionar y contribuir al desarrollo de herramientas conceptuales, teorías y conclusiones adaptables a otras parcelas del saber y de la práctica cotidiana. Este texto se halla estructurado en cuatro partes fundamentales en las que planteo diversas cuestiones ordenadas de la manera siguiente:
- Un primer bloque, denominado «Transformar el conocimiento: la perspectiva de género en Antropología», donde introduzco una definición actualizada de conceptos tan elementales como androcentrismo o feminismo, al tiempo que desarrollo la evolución del significado de la noción de género y expongo en profundidad sus derivados conceptuales (relaciones de género, estereotipos de género, etc.). He procurado elaborar una presentación actual, útil y concisa de la categoría analítica «género», así como del entramado conceptual derivado de la misma. Asimismo, en este capítulo analizo el debate en torno a la influencia del sexo del/la investigador/a en la construcción teórica, al tiempo que realizo un breve análisis del impacto del pensamiento feminista en el conocimiento científico.
- En el segundo apartado, «Recuperar la memoria: antropólogas pioneras», presento una muestra de las primeras expertas que se preocuparon por la realidad de las mujeres en las sociedades que estudiaban y analizo detenidamente la obra de la conocida antropóloga Margaret Mead y de la filósofa existencialista Simone de Beauvoir, cuyas aportaciones son cardinales para comprender la posterior evolución de la teorización acerca de la construcción social de las identidades de género.
- En tercer lugar, he realizado un capítulo denominado «Pensar a las mujeres: relaciones de género en las corrientes clásicas del pensamiento antropológico» en el que planteo un diálogo entre las teorías clásicas y contemporáneas en torno a la posición social de las mujeres y los planteamientos derivados de la perspectiva de género. He seleccionado cuatro temas elementales: 1) el matriarcado primitivo en el primer evolucionismo unilineal y su enorme impacto en el movimiento feminista de los años setenta, 2) el enfoque funcionalista y el establecimiento de paralelismos entre las mujeres «civilizadas» y «primitivas», 3) el debate estructuralista en torno a las nociones de naturaleza/cultura y su impacto en la construcción teórica antropológica feminista, 4) los postulados materialistas acerca del papel de las mujeres en los sistemas de producción y las aportaciones posteriores desde la Antropología del Género.
- El cuarto bloque, que he titulado «Avanzar y mirar al futuro: temáticas de investigación fundamentales y nuevas propuestas», es el más amplio y consiste en la presentación de ciertos temas y líneas de investigación muy actuales: trabajo y producción, género y etnicidad, sistemas simbólicos, desarrollo y potenciación, masculinidad, antropología queer, y ecofeminismo. Las tres últimas son áreas de investigación muy recientes que se encuentran aún en un estado incipiente, pero fecundo.
Para acreditar el impacto de la perspectiva de género en antropología, he indagado primeramente en los diccionarios de Antropología Social más utilizados. Según he podido comprobar, el Dictionary of Anthropology (Barfield, [1997], 2000: 217-220) dedica casi 4 páginas a la definición de «gender», lo que, en cierto modo, indica la importancia que ha cobrado esta perspectiva en las investigaciones antropológicas en el ámbito anglosajón. Sin embargo, el