AA. VV. - Mujeres, globalización y derechos humanos

Diversas entidades y personas han colaborado para que este trabajo saliera a la luz. Trasmitimos de manera especial nuestra gratitud al Instituto de la Mujer del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales porque ha consolidado un logro fundamental en los Estudios sobre las Mujeres y el Género en el marco del Plan Nacional de Investigación Científica, Desarrollo e Innovación Tecnológica. Al Instituto Universitario de Estudios de la Mujer (IUEM) de la Universidad Autónoma de Madrid que ha proporcionado el espacio para la realización de reuniones y seminarios. A la NYU (New York University) cuya acogida posibilitó la investigación del capítulo 2 y al Vicerrectorado de Investigación de la UAM que ayudó a sufragar algunos de los viajes.

Asimismo agradecemos a quienes han colaborado en distintos momentos de la investigación. A las mujeres mayores que participaron en los grupos de discusión del capítulo 4, a través de las siguientes instituciones: ABUMAR, Asociaciones de Viudas, Aula de Cultura Altamira, Calendas-Hispanas, Mancomunidad MISSEM de Servicios Sociales, AFAMMER y a Dolores San Antonio, Carmen Quintanilla, Isidoro Ruipérez, Pilar Rodriguez y Ramona Rubio por sus aportaciones en las entrevistas en profundidad.

A Maite Apestegi, Amaia Zabalza, Henar Muga y María Añover por su colaboración en la realización de entrevistas del capítulo 5 y a Beatriz Moral por aportar el proyecto urbanístico realizado en Viena. A Empar Pineda, Beatriz Gimeno, Raquel Platero, Montserrat Rifa y Marta Estrella por compartir a través de las entrevistas sus opiniones, experiencias y conocimientos para la realización del capítulo 7. A Alicia Ferrández Ferrer, a Alba Artiaga y a Estela Maeso, becarias de la UAM, que colaboraron en distintos momentos de la investigación.

Virginia Maquieira

La identificación de los derechos de las mujeres como derechos humanos representa uno de los logros más significativos de la historia contemporánea que se produjo de manera explícita en los acuerdos internacionales al inicio de los años noventa del siglo XX. La inclusión de la mitad de la humanidad en la categoría de lo humano y el reconocimiento de los derechos de las mujeres como prueba del ideal civilizatorio de los derechos humanos fue un paso más en la larga historia del feminismo cuya influencia había comenzado mucho antes produciendo importantes redefiniciones en el conjunto de los derechos humanos. Durante la década de los noventa los principales acuerdos, ideas y demandas en relación con los derechos humanos de las mujeres atravesaron las fronteras territoriales y culturales reconfigurando las identidades y las aspiraciones de las mujeres en el marco legal, socioeconómico y político de sus comunidades. En este sentido se ha afirmado que el nuevo milenio tiene «la marca de la humanidad de las mujeres» (Lagarde, 2005: 15). Estos acontecimientos fueron provocados por la proyección amplificadora del feminismo a través de un extenso y diverso movimiento de mujeres a escala planetaria que hizo posible la articulación de los ámbitos locales, regionales e internacionales. Fue posible también por la estructura de oportunidad que supusieron las Cumbres Mundiales organizadas por Naciones Unidas y la creación de instituciones en los ámbitos estatales y supranacionales que fueron soporte y a la vez vehículo de las aspiraciones de las mujeres.

Estos procesos ponen en evidencia las diversas formas de configuración de lo global en la actualidad. Supone admitir una visión de la globalización como proceso multidimensional, cuya característica definitoria no viene solo por las relaciones económicas sino también por las relaciones políticas, culturales, ideológicas, jurídicas y tecnológicas. Junto a la interconexión de las actividades económicas a nivel mundial a través de los flujos de capitales y finanzas se produce también la circulación e interconexión de ideas, personas, símbolos, imágenes, instituciones y visiones de un mundo deseado que traspasan las fronteras de estados, regiones y culturas. Asimismo, se crean nuevas formas de organización social y comunicación y redes de conciencia global con consecuencias de largo alcance. Este carácter multifacético de la globalización permitiría hablar de globalizaciones en plural, pero prefiero mantener el término en singular porque subraya la «pertenencia a un solo mundo» (Gregorio Gil: 2002), desigualitario, diverso y atravesado por múltiples paradojas y contradicciones.

Hoy es posible afirmar que la globalización vincula y disgrega, crea riquezas sin precedentes y a la vez pauperización, genera una homogenización de pautas de comportamiento, productos de consumo y estilos de vestir y al mismo tiempo activa la reivindicación de diferencias culturales, elimina o hace permeables las fronteras y, a la vez, mantiene vigiladas las fronteras de género para reproducir un enorme diferencial de renta, poder y prestigio.

Desde una perspectiva epistemológica, acercarnos al objeto de estudio desde sus contradicciones es lo más interesante y enriquecedor que una cultura puede ofrecer al análisis antropológico, lo cual nos exige buscar nuevas soluciones para integrar elementos que parecen excluirse mutuamente (Moral, 2000: 125). La dimensión epistemológica tiene consecuencias prácticas, porque incorporar a los análisis las paradojas y contradicciones de la globalización permite explorarlas como oportunidades y potencialidades para articular formas progresistas de acción política (Harvey, 2000). La globalización no es ajena a la acción social, es un proceso que se construye y, por tanto, un espacio de lucha sobre sus significados, prácticas y alternativas. En este sentido una paradoja clave que recorre este libro es que la globalización es para las mujeres el contexto y la posibilidad de afianzar su lucha en pro del derecho universal de toda persona a ser tratada con dignidad y respeto como miembro de pleno derecho de nuestra especie. La apelación a los derechos humanos de las mujeres es una cuestión global, porque es tanto una respuesta a los fenómenos y condiciones degradantes que conlleva la globalización como una consecuencia de las nuevas formas de comunicación, de organización social y de acción colectiva junto a la creación de instituciones multilaterales que les dan expresión práctica.

Del mismo modo es importante contemplar los derechos humanos como un producto histórico, consecuencia de la acción humana, cambiantes y como proceso inacabado. Son también un espacio de debate, de pactos y negociaciones que se insertan en el marco de relaciones sociales de desigualdad. Emergen así desde una perspectiva dual, desde sus beneficios y oportunidades como desde sus carencias. En este sentido, el sistema de derechos humanos, entendido en términos de discursos, garantías jurídicas, prácticas e instituciones, se ha convertido desde mediados del siglo XX en el lenguaje predominante de la justicia social a escala planetaria.

Es en este marco donde han surgido movimientos sociales y nuevos actores sociales que demandan ser escuchados en la escena mundial y local al reivindicar su inclusión como titulares de derechos, y al hacerlo ponen de manifiesto las contradicciones entre los ideales y la realidad, las contradicciones y tensiones entre las mismas formulaciones de los derechos y, a la vez, pretenden redefinir sus contenidos y la extensión de los mismos. En este proceso el movimiento feminista ha jugado un papel preponderante en la redefinición de los derechos humanos en su conjunto y ha propiciado, en este proceso inacabado, las demandas de nuevos colectivos de mujeres que han hecho y están haciendo visibles sus condiciones de vida, que no habían sido reconocidas en las formulaciones y acuerdos internacionales iniciales.

Este libro es la consecuencia de una investigación, que tuve la satisfacción de dirigir durante el periodo 2002-2005, en la cual nos planteamos, a partir de las consideraciones anteriores, conocer las oportunidades y limitaciones de los procesos de globalización y las repercusiones que conllevan en la vida de las mujeres. Asimismo, pretende analizar los procesos de cambio protagonizados por ellas como sujetos de transformación para redefinir los conceptos y prácticas de los derechos humanos y hacerlos efectivos en un mundo desigualitario. Esta tarea supone también cuestionar los marcos androcéntricos del conocimiento y de las prácticas económicas, políticas y jurídicas. Finalmente, nos proponemos generar nuevos datos, categorías y reflexiones capaces de «hilvanar hilos violeta que marquen nuevas líneas estratégicas para que otro mundo sea posible» (Amorós, 2005: 332).