Presentación del libro
Conferencia del autor en la presentación del Libro en Rosario, Argentina. Agosto de 2006.
Antes de entrar en materia debemos considerar que el campo de la Psicología ha sido explorado por nosotros en algunas conferencias, artículos y escritos entre los que destacamos «Psicología de la imagen» y la aplicación práctica de esa particular visión de la psique en forma literaria, en el libro «Experiencias Guiadas». Y, para quienes se interesan en comprender en profundidad este sistema, debemos recomendar el estudio de «Autoliberación» de Luis Ammann y el libro «Morfología: símbolos, signos y alegorías» de José Caballero. Sin duda que la corriente de pensamiento que nosotros representamos se ha expresado en diferentes campos y por supuesto, en el ámbito que estamos considerando ha inspirado numerosos y originales trabajos.
En cuanto al material que en este momento nos ocupa, «Apuntes de Psicología», debemos decir que este libro es, en realidad, una recopilación de cuatro apuntes tomados en fechas y lugares bastante distantes entre sí. Efectivamente, el primer apunte se produjo en Corfú, Grecia en 1975; el segundo, en Las Palmas de Canarias, España en 1976; el tercero, también en Las Palmas en 1978 y el cuarto en el Parque La Reja, Buenos Aires en 2006.
El libro resultó de las recopilaciones efectuadas por los asistentes a las distintas exposiciones. Por ello el lector encontrará diferencias de estilo en el tratamiento de cada uno de los apuntes. Conceptualmente, también se podrá tener alguna dificultad al consultar un apéndice en el primer apunte, que fue insertado con el subtítulo de «bases fisiológicas del psiquismo». Esto es así, porque tales bases fisiológicas se trataron de acuerdo a los conocimientos que existían en esa materia en 1975. Y es claro que en estos treinta y cinco años la neurofisiología y la ciencia médica en general, avanzó de un modo tan importante que dejó obsoletos muchos conocimientos que se daban por bien fundados unos pocos años atrás. En descargo de esta deficiencia que el lector encontrará en el libro, en ese descargo debo señalar que las «bases fisiológicas» se incluyeron sujetas a revisión y de ninguna manera colisionan con la concepción del autor referida al funcionamiento del psiquismo humano que, por lo demás, «no parte de la materialidad para comprender al pensamiento ni al fenómeno mental en general». Debo agregar, para terminar de explicar la composición de este trabajo, que a cada apunte lo designamos en su momento con el título de «Psicología» en orden sucesivo, desde la Psicología I a la IV, tal como aparece en la publicación actual.
Al decir anteriormente que nuestra concepción del psiquismo humano «no parte de la materialidad», nos emplazamos en una dimensión cercana a la del análisis existencial que pone a la conciencia en el plano explicativo de la intencionalidad y la finalidad, y que descarta también toda apelación a lo inconsciente para comprender distintos fenómenos como las producciones oníricas y aun las subliminales. Debo agregar que esta Psicología no es ajena a nuestra visión antropológica general que entiende al ser humano como «ser histórico cuyo modo de acción social transforma a su propia naturaleza».
En Psicología I, se estudia al psiquismo en general como función de la vida en relación al medio. En el caso del ser humano ese horizonte se amplía para llegar al mundo de los significados y de los hechos significativos proyectados a futuro, capaces de superar los diversos determinismos en dirección a la elección y la libertad. La tensión básica para superar el dolor y el sufrimiento presentes en la vida configura un comportamiento que se orienta por imágenes y que no se limita a los simples reflejos de huída como puede suceder en el mundo de la vida natural. La violencia de la naturaleza que actúa sobre el cuerpo, externa e internamente, se registra en los seres vivos como dolor, pero es en el ser humano donde se gesta la imagen de posibles situaciones futuras que terminan guiando un quehacer característico.
En esa misma Psicología I, se describen las propiedades de los «aparatos» psíquicos tales como los casos de los sentidos externos e internos y de la memoria, que trabajan en base a impulsos psicofísicos similares pero que en sus distintas síntesis dan lugar a las diferencias de la sensación, la percepción y la representación. Son estos impulsos los que permiten cuantificar y cualificar las respuestas de modo homogéneo. De manera que aún las transformaciones y las traducciones de un sentido a otro, de un nivel a otro, pueden ser comprendidas si contamos con la clave interpretativa del funcionamiento de los impulsos.
En Psicología II, se repasan las tres vías de la experiencia humana, eso es, de la sensación, de la imagen y del recuerdo. También se da cuenta de las respuestas que se dan a los estímulos externos y a los que provienen del intracuerpo. Si el principal actor de la Psicología I fue el impulso, en este segundo trabajo es la Teoría del Espacio de Representación la que toma el protagonismo. No es para menos. La pregunta por la existencia del fenómeno mental nos exige responder sobre la ubicación del mismo. No basta con decir que las emociones o las ideas se experimentan en el corazón o en la cabeza, es necesario aclarar el tipo de espacialidad en la que se registran las emociones y las ideas. Y si esto es posible también habrá que dar respuesta a la posición espacial que ocupa la «mirada» que se dirige hacia el registro del fenómeno. En principio, está claro que al mundo externo se lo mira desde una cierta «interioridad» pero la observación se complica cuando pretendo observar el mundo interno desde la misma interioridad que usaba para referirme al mundo externo. Este tema del espacio de representación dará paso también a preguntas fundamentales por el tiempo de representación que se mueve en una relatividad inasible y que no sigue el orden de sucesión de los momentos que propone la percepción porque está claro que los tiempos de conciencia se independizan de la sucesión lineal cuando opera la rememoración, la evocación y hasta el simple discurrir que apela a datos anteriormente adquiridos y a futurizaciones o posibles direcciones del pensar. No es necesario considerar el juego de tiempos con que opera el sueño o hasta la simple divagación, para comprender la frase anterior que dice «… el tiempo de representación que se mueve en una relatividad inasible». En todo caso, la teoría del espacio de representación ha venido a llenar una laguna que dominaba a la Psicología tradicional y a su vez ha suscitado una reconsideración de antiguos temas así como también ha incitado al descubrimiento de nuevas realidades internas y, en definitiva, a la ampliación de nuestro horizonte psicológico. Esto último lo podemos ver mejor en el desarrollo de la concepción del «Yo» y en la comprensión de lo «Profundo».
En Psicología III, se pasa revista a un sistema de Operativa apto para intervenir en la producción y transormación de los impulsos poniendo de relieve el funcionamiento de antiguas técnicas conocidas como «catarsis» y de otras más recientes llamadas «transferencias». «Pero muy por encima de toda técnica de Operativa, es la acción en el mundo habitual la que da valor y dirección a los cambios que se producen en el psiquismo. La comprensión de este punto ubica a nuestra Psicología en el nivel que le corresponde es decir, en el nivel de la vida cotidiana».
Esto queda aclarado al explicar el desdoblamiento de los impulsos y la función catártica y transferencial de los mismos. Así, algunos impulsos son capaces de liberar tensiones haciendo descarga de energía psicofísica y por ello los podemos llamar «impulsos catárticos», pero también muchos de ellos son aptos para trasladar cargas internas, integrar contenidos y ampliar las posibilidades de desarrollo de la energía psicofísica pudiendo ser designado con propiedad como «