Sinopsis
Nueva York, 1941. Barton Fink, un joven dramaturgo que acaba de triunfar en Broadway con una obra realista y comprometida sobre «el hombre corriente», recibe una oferta para trabajar como guionista a sueldo para la Capitol Pictures, una modesta productora de Hollywood. Aceptado el compromiso, el escritor se traslada a California, alojándose en el que será su hogar durante su aventura cinematográfica: el siniestro hotel Earle.
Al día siguiente se entrevista con el jefe de los estudios, Jack Lipnick, quien le encarga el guión de una película de lucha libre. De nuevo en su habitación, Barton sufrirá un bloqueo creativo que le impedirá escribir una sola línea. Los inquietantes ruidos que parecen salir de las mismas entrañas del hotel, el supurante papel de las paredes desprendiéndose una y otra vez, y la obsesiva presencia de un implacable mosquito no parecen ayudarle demasiado. El escritor parece quedar fascinado por la imagen enmarcada de una misteriosa bañista que cuelga sobre su escritorio. Accidentalmente, conoce al peculiar personaje que ocupa la habitación contigua: Charlle Meadows, un afable vendedor de seguros con el que terminará entablando una extraña amistad.
Fink coincide en los estudios con W. P. Mayhew, un alcoholizado novelista sureño que trabaja también como guionista para la Capitol. Barton acude a su apartamento para solicitar su ayuda. Allí conocerá a la sufrida Audrey, secretaria y amante del viejo escritor. De vuelta en el hotel, Barton es visitado por Charlie, quien le confiesa que deberá irse por unos días a Nueva York.
En mitad de la noche, Barton telefonea a Audrey implorándole acuda a su encuentro para ayudarle a terminar el guión. Nada más llegar, ella confiesa ser la autora de varios de los guiones de Mayhew. La revelación desata la ira del escritor. Tras calmarse, la pareja terminará haciendo el amor. A la mañana siguiente, Barton descubre horrorizado que alguien ha asesinado brutalmente a Audrey mientras dormían. Charlie le aconseja no llamar a la policía. Él se ocupará de todo. Barton mira su reloj: son las ocho de la mañana. Y tiene una cita con Lipnick.
El productor lo recibe en la piscina de su mansión, lugar en el que le demostrará el respeto que siente hacia su talento. De nuevo en su habitación, y tras despedirse de Charlie (quien le entrega una caja cuyo contenido nunca nos será revelado), Barton rompe a llorar. Descubre en el escritorio un ejemplar de la Biblia. En trance, lee el primer capítulo del Génesis, intercalando en su delirio el principio de su guión con las Sagradas Escrituras. Un par de malcarados policías le informan de que Charlie es en verdad Karl Mundt, un peligroso asesino en serie. Barton vuelve a su habitación y escribe sin descanso hasta dar por terminado el guión, hecho que celebra en un salón de baile atestado de soldados. Borracho de autoestima, terminará provocando una pelea multitudinaria.
Ya de regreso, encuentra a los policías en su habitación.
Le informan del hallazgo del cadáver de Mayhew y le esposan a la cama. Barton farfulla: «Charlie ha vuelto». Visiblemente nerviosos, los policías salen al pasillo e instan a Mundt para que se entregue. Mientras un inexplicable fuego se apodera del hotel, el psicópata acaba con ellos. Charlie le recrimina al escritor su arrogancia y le habla del dolor que siente en su soledad. Lo libera y se despide recordándole que estará en su habitación por si lo necesita. Fink recoge su guión, su equipaje y la misteriosa caja, y se aleja hacia el ascensor atravesando las llamas.
Lipnick recibe a Barton en su despacho vestido de coronel de la Armada (los Estados Unidos acaban de entrar en guerra).
El guión no le ha gustado en absoluto. Tras humillarlo lo echa a la calle, no sin antes recordarle que seguirá trabajando para los estudios durante una larga temporada.
Un aturdido Barton se pasea por la playa con la misteriosa caja bajo el brazo. Mientras se sienta en la arena, una bella joven se acerca por la orilla. Sentada frente a él, le pregunta por el contenido del paquete, pero él no sabe qué contestarle. Ella sonríe y le da la espalda, adoptando la pose de la bañista del cuadro de su habitación. Barton la observa fascinado. El fragor de las olas inunda el ambiente.
Notas
[1] Director de fotografía de sus tres primeras películas.
[2] El mismo en el que por aquellos años se graduarían, entre otros, Jim Jarmusch, Spike Lee y Susan Seidelman.
[3] De aquella época es Froggy Went a Courtin’, guión experimental pretendidamente arty que habría supuesto, de haberse realizado, su debut en solitario.
[4] Ellos calculan que escribir un guión suele costa ríes unas cuatro o cinco semanas.
[5] Ethan Coen en la entrevista realizada en 1996 por Paul Zimmerman y difundida a través de Internet.
[6] Datos del Screen Digest, julio de 1993. Recogidos en Á LVAREZ M ONZONCILLO (1995).
[7] En 1990, el coste inicial de una película de primera fila era de casi 24 millones de dólares (un 40 por ciento más que en 1985), de los cuales, entre 11 y 20 millones correspondían directamente a gastos de marketing (en G UARNER , 1993).
[8] Eso explicaría el que la Twentieh Century Fox produjera una película tan modesta y poco comercial como Barton Fink a cambio únicamente de los derechos de distribución en vídeo.
[9] Como se señala en S CHATZ (1993).
[10] «Las obras más distintivas de los últimos treinta años hay que encontrarlas estudiando a los artistas más inciertos, suicidas, intransigentes e indirectos» (F ARBER , 1971, pág. 48).
[11] Conocidos también como los nuevos Hollywood Mavericks (los potros indomables de Hollywood). A ellos dedica Geoff Andrew su más reciente estudio (A NDREW , 1998).
[12] Como puede comprobarse en H ERRERO (1982).
[13] Frente a los ocho que costó Barton Fink.
[14] El hotel en el que vive Tom Reagan, el protagonista de Muerte entre las flores, sería bautizado con el profético nombre de Barton Arms.
[15] C ASTRO (1992).
[16] Literalmente, «Un día o toda una vida».
[17] Ethan en Cahiers du cinéma, n.o 448.
[18] F RIEDRICH , Otto (1986), La ciudad de las redes. Retrato de Hollywood en los años cuarenta, Barcelona, Tusquets, 1991.
[19] «Los animadores tan sólo tenemos una cosa en común. Somos todos freaks del control» (Simon Pummell en B OORMAN , 1996a).
[20] Mark Horowitz: Horowitz@loop.com.
[21] A partir de este punto, todas las citas estarán entresacadas de C OEN (1991b).
[22]Diari de Barcelona, 15 de marzo de 1992.
[23] Como se apunta en B ORDWELL (1989, pág. 32).
[24] Es lo que E CO (1990) caracteriza como el ineludible «síndrome de la sospecha».
[25] Puede consultarse a tal efecto E CO (1990).
[26] Para los pragmatistas, la diferencia entre el encontrar o el construir la coherencia del texto mediante la interpretación, resulta totalmente superflua.
[27] Película de boxeo que parece ser el referente del guión que le será encomendado a Fink (que, curiosamente, también deberá ser interpretado por Wallace Beery).
[28] Basada en un drama suyo que trataba sobre las presiones comerciales de Hollywood sobre la libertad espiritual de un joven e idealista escritor, Hank, enfrentado a un perverso productor inspirado en Louis B. Mayer.
[29] Citado en M AYERSBERG (1967).
[30] Como se apunta en G UBERN (1970) y en H ELLMAN (1976).
[31] B. S CHULBERG , TheDisenchanted.
[32] Citado en M AYERSBERG (1967).
[33] Citado en G EDULD (1972).
[34] Publicado finalmente como N ELSON , Victoria (1997), Sobre el bloqueo del escritor, Barcelona, Península.
[35] Al respecto se puede consultar L EADER , Z. (1991), Writer’s Block, Baltimore, John Hopkins Press.