Estrategia. (Del latín strategia, y este del griego στρατηγία).
Arte, traza para dirigir un asunto.
Engaños e ingenios de todos los tiempos que vencieron en la paz y en la guerra.
Y de estrategias va Caballos de Troya de la historia, en tiempos de guerra y en tiempos de paz. Brillantes, ingeniosas y originales, como la que les permitió a dos médicos evitar las deportaciones nazis o el paño en el culo que daría la hegemonía a Atenas en el mar; de chiste, como la solución que encontró el faraón Pepi II para las molestas moscas; desastrosas, como la campaña de marketing de McDonald’s en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles en 1984 o como la del taxista que arruinó una operación de la CIA de quince millones de dólares; crueles, como la empleada por Ceaucescu para fomentar la natalidad en Rumanía o la película El Führer regala una ciudad a los judíos…
Como en botica, de todo encontraréis en estos Caballos de Troya de la historia.
Javier Sanz Esteban
Caballos de Troya de la historia
ePub r1.0
Titivillus 01.09.16
Javier Sanz Esteban, 2014
Editor digital: Titivillus
ePub base r1.2
Dedicado a los «enanos»:
Yasmina, Silvia, Álex, Alba, María y Adriana.
JAVIER SANZ, gran aficionado a la historia, es autor del blog Historias de la Historia —Mejor Blog Cultural en 2010 del diario 20minutos y Premio Bitácoras 2011—. Ha escrito artículos para periódicos y revistas y colaborado en programas de radio. Actualmente cuenta sus historias en el Diario de Teruel, la Gaceta Newspaper (Estados Unidos), el magazine para iPad «UnBreak», La Rosa de los Vientos de Onda Cero y Gente Despierta de RNE. También ha publicado los libros Nunca me aprendí la lista de los reyes godos y De lo humano y lo divino.
Prólogo
Cuando me hablaban de estrategia, hasta hace unos días, lo primero que pensaba era en un tipo, normalmente malencarado, al lado de otros tipos (tampoco de mejor cara) alrededor de un mapa donde una serie de marcadores de colores indican las posiciones de sus tropas y de las del enemigo, con el objetivo de que solo queden las fichas propias y que las del otro color vayan tomando viento fresco. Es decir, que miles de hombres se muevan, luchen y mueran porque los de las caras de malas pulgas decidan una estrategia u otra. Visto así, queda lejos, y no suena bien. Ahondando en el tema, podría pensar en altos ejecutivos de compañías multinacionales decidiendo qué hacer con cantidades que tienen más ceros que yo años, o con políticos soñando en cómo ganar votos o, incluso, en publicistas dándole al coco para sacar la mejor manera de venderme un yogur de sabor frambuesa (lo llevan claro). Hasta me podría venir a la cabeza un entrenador planificando una plantilla o un partido.
Resumiendo, hasta el momento en que un buen amigo y mejor tipo te propone que le escribas un prólogo sobre un libro «de estrategia». Y te lo dice al borde del parque del Retiro de Madrid, mientras te tomas un café con él y otras cuantas personas en buena compañía. Hasta ese momento, la palabreja suena lejos, como si aquel instante, en aquella terraza, hubiese nombrado Samarkanda, por decir un sitio que me suene igual de lejos.
Sin embargo, una vez aceptada la proposición —si él es tan valiente de querer que alguien como yo le escriba un prólogo, no he de ser yo menos valiente de aceptar—, y pensando sobre ello con más profundidad (es decir, olvidando completamente la tarea para darte cuenta cuando faltan pocos días para el límite que te ha impuesto), pudiera ser que la estrategia también tuviera que considerarse como tema a utilizar en cuestiones menos «lejanas». Por ejemplo, la estrategia a seguir para escribir un prólogo a un libro de anécdotas históricas alrededor de la estrategia. Todo queda en casa, o en frase.
Tomándolo así, como una cuestión estratégica, es más fácil. En primer lugar, una buena manera de mostrar las cartas que vamos a jugar es hablar del autor. Javier Sanz es de esos tipos que son capaces de proponerte que le escribas un prólogo en una terraza al borde del Retiro, en la primera ocasión que le pones cara y tras unas cuantas cervezas con sus respectivas tapas. La cuestión puede resultar baladí, pero no lo es en absoluto. Dice de él que es directo, cordial, de pensamientos rápidos y de amistades de las de siempre. Tipo de dar la mano fuerte, la sonrisa larga, las horas siempre cortas junto a él. Alguien con el que con menos de dos birras te quedas corto, seguro. Alguien que sabe lo que quiere, y que quiere a lo que sabe, a lo que aprende, a lo que escribe.
Lo de aplicar una estrategia demuestra ser bueno. Porque desde ese primer paso de hablar del autor, hemos terminado en notar que ama lo que escribe. Y se nota mucho. Cada una de las anécdotas que compone el libro que vas a leer, querido lector (y se te perdonaría incluso que te saltaras este prólogo), está tratada y contada con un cariño especial, con el cariño que se tiene a las cosas que son pequeñas pero tienen importancia. Romanos, griegos, persas, nazis, aliados, espías, generales… Grandes y pequeños hombres en dosis de las que se pueden compartir alrededor de una charla cualquiera de café. Algo así como la impresión de que Javier podría contarte cualquiera de las historias que siguen a petición, como quien habla de su familia, de sus amigos, de su vida.
Sin duda alguna, la estrategia es válida también para un prólogo. Porque he, hemos llegado al final con buena dirección y tino. Ya solo queda lo último. O más bien las dos últimas cosas. La primera, dar las gracias a ese tipo del Retiro. Y no por la oportunidad y el placer de escribir estas letras, que también, si no sobre todo por haberme dejado disfrutar de su libro antes que a la mayoría y, cómo no, por ese apretón de manos que sellaba este acuerdo y lo que significaba. Y la segunda, darte la enhorabuena a ti que lees esto, porque vas a empezar una aventura (eso y no otra cosa es abrir un libro) que, sin duda alguna, te va a hacer disfrutar, y esta vez sin necesidad de seguir más estrategia que la de pasar una página tras otra.
ADOLFO SUÁREZ JIMENO
«Si quieres fingir cobardía para conocer la estrategia de los adversarios, primero tienes que ser extremadamente valiente, porque solo entonces puedes actuar como cobarde de manera artificial».
SUN TZU
«Deja siempre una salida, a menos que quieras saber realmente lo duro que un hombre es capaz de luchar cuando no tiene nada que perder».
«Cuando sabemos que nuestro enemigo es invencible, es mejor correr y esconderse… o intentar hacer negocios con él».
TOBA BETA
«Si conoces a los demás y te conoces a ti mismo, ni en cien batallas correrás peligro; si no conoces a los demás, pero te conoces a ti mismo, perderás una batalla y ganarás otra; si no conoces a los demás ni te conoces a ti mismo, correrás peligro en cada batalla».
SUN TZU
«Nunca se miente tanto como antes de las elecciones, durante la guerra y después del sexo (no soy político, no he participado en una guerra… y de lo otro no hablo en público)».
OTTO VON BISMARCK
NOTA DEL AUTOR