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Javier Sanz - Caballos de Troya de la historia

Aquí puedes leer online Javier Sanz - Caballos de Troya de la historia texto completo del libro (historia completa) en español de forma gratuita. Descargue pdf y epub, obtenga significado, portada y reseñas sobre este libro electrónico. Año: 2014, Editor: ePubLibre, Género: Historia. Descripción de la obra, (prefacio), así como las revisiones están disponibles. La mejor biblioteca de literatura LitFox.es creado para los amantes de la buena lectura y ofrece una amplia selección de géneros:

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Javier Sanz Caballos de Troya de la historia
  • Libro:
    Caballos de Troya de la historia
  • Autor:
  • Editor:
    ePubLibre
  • Genre:
  • Año:
    2014
  • Índice:
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Caballos de Troya de la historia: resumen, descripción y anotación

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NOTA DEL AUTOR

Dada la imposibilidad de asaltar las murallas de Troya, los griegos decidieron tirar de estrategia e ingenio para acceder a la ciudad. Hicieron creer a los troyanos que abandonaban la lucha y, a modo de presente y en reconocimiento de la derrota, dejaron un enorme caballo de madera a las puertas de la ciudad. Un presente que en su interior llevaba la destrucción. Incluso hoy en día, la expresión «caballo de Troya» ha quedado como regalo envenenado… desde el punto de vista troyano; para los griegos fue pura estrategia.

Estrategia y engaño son dos caras de la misma moneda, todo depende de cuál elijas o cuál te toque. Ambas han sido una constante a lo largo de toda la historia y de todas las culturas o civilizaciones, y el mejor laboratorio para ponerlos en práctica han sido las batallas, las guerras o los conflictos bélicos. Detrás de cada historia hay una idea distinta, osada y, sobre todo, innovadora, cuyos protagonistas caminaron, cual funambulistas, por la delgada línea que separa el éxito y el fracaso. Además, los grandes estrategas de la historia se convertirán en actores de reparto, las batallas que te contaron en el colegio pasarán a ser simples referentes geográficos o temporales, las academias militares ni se citarán… Los protagonistas de este libro son casi anónimos, olvidados o que no tuvieron la suerte de estar entre los que escriben la historia… los ganadores.

Desde Egipto hasta nuestros días, en tiempos de guerra encontrarás cientos de historias que se podrían resumir en una frase atribuida a Albert Einstein: «En los momentos de crisis o situaciones extremas, solo la imaginación es más importante que el conocimiento».

Pero no me voy a quedar únicamente con la estrategia en los tiempos de guerra, también me voy a ocupar, tal y como reza el dicho «en el amor y en la guerra todo vale», del amor. Bueno, del amor, de los negocios, del deporte, de la publicidad… de todo lo referente a estrategias en cualquier ámbito de la vida en tiempos de paz. De aquellos que supieron actuar en consecuencia con sus ideas, fueron conscientes de sus limitaciones y trataron de alcanzar sus sueños u objetivos aunque fueran tan poco poéticos o literarios como el dinero o la fama. De historias que simplemente sirvieron para remediar problemas puntuales o cuestiones banales, de otras de mayor calado que incluso trascendieron a sus protagonistas llegando a nuestros días, de los que fueron políticamente incorrectos, de políticos que hoy en día aparecerían en los suplementos de ciencia como animales en vía de extinción, de altruistas sin intereses ocultos… Pero como no todo puede ser color de rosa, en Caballos de Troya de la historia también encontrarás buitres carroñeros, gentes sin escrúpulos, tiburones de las finanzas… Un reflejo de cada sociedad, de su época y de la personalidad de sus protagonistas.

Ahora que ya sabes lo que tienes entre manos, solo me queda añadir lo que dijo Julio César al cruzar el Rubicón: «Alea iacta est», o como dice mi padre: «A quien Dios se la dé, San Pedro se la bendiga», al cruzar el río de mi pueblo… si hubiera o hubiese.

PRIMERA PARTE
TIEMPOS DE GUERRA
PRÓLOGO

Cuando me hablaban de estrategia, hasta hace unos días, lo primero que pensaba era en un tipo, normalmente malencarado, al lado de otros tipos (tampoco de mejor cara) alrededor de un mapa donde una serie de marcadores de colores indican las posiciones de sus tropas y de las del enemigo, con el objetivo de que solo queden las fichas propias y que las del otro color vayan tomando viento fresco. Es decir, que miles de hombres se muevan, luchen y mueran porque los de las caras de malas pulgas decidan una estrategia u otra. Visto así, queda lejos, y no suena bien. Ahondando en el tema, podría pensar en altos ejecutivos de compañías multinacionales decidiendo qué hacer con cantidades que tienen más ceros que yo años, o con políticos soñando en cómo ganar votos o, incluso, en publicistas dándole al coco para sacar la mejor manera de venderme un yogur de sabor frambuesa (lo llevan claro). Hasta me podría venir a la cabeza un entrenador planificando una plantilla o un partido.

Resumiendo, hasta el momento en que un buen amigo y mejor tipo te propone que le escribas un prólogo sobre un libro «de estrategia». Y te lo dice al borde del parque del Retiro de Madrid, mientras te tomas un café con él y otras cuantas personas en buena compañía. Hasta ese momento, la palabreja suena lejos, como si aquel instante, en aquella terraza, hubiese nombrado Samarkanda, por decir un sitio que me suene igual de lejos.

Sin embargo, una vez aceptada la proposición —si él es tan valiente de querer que alguien como yo le escriba un prólogo, no he de ser yo menos valiente de aceptar—, y pensando sobre ello con más profundidad (es decir, olvidando completamente la tarea para darte cuenta cuando faltan pocos días para el límite que te ha impuesto), pudiera ser que la estrategia también tuviera que considerarse como tema a utilizar en cuestiones menos «lejanas». Por ejemplo, la estrategia a seguir para escribir un prólogo a un libro de anécdotas históricas alrededor de la estrategia. Todo queda en casa, o en frase.

Tomándolo así, como una cuestión estratégica, es más fácil. En primer lugar, una buena manera de mostrar las cartas que vamos a jugar es hablar del autor. Javier Sanz es de esos tipos que son capaces de proponerte que le escribas un prólogo en una terraza al borde del Retiro, en la primera ocasión que le pones cara y tras unas cuantas cervezas con sus respectivas tapas. La cuestión puede resultar baladí, pero no lo es en absoluto. Dice de él que es directo, cordial, de pensamientos rápidos y de amistades de las de siempre. Tipo de dar la mano fuerte, la sonrisa larga, las horas siempre cortas junto a él. Alguien con el que con menos de dos birras te quedas corto, seguro. Alguien que sabe lo que quiere, y que quiere a lo que sabe, a lo que aprende, a lo que escribe.

Lo de aplicar una estrategia demuestra ser bueno. Porque desde ese primer paso de hablar del autor, hemos terminado en notar que ama lo que escribe. Y se nota mucho. Cada una de las anécdotas que compone el libro que vas a leer, querido lector (y se te perdonaría incluso que te saltaras este prólogo), está tratada y contada con un cariño especial, con el cariño que se tiene a las cosas que son pequeñas pero tienen importancia. Romanos, griegos, persas, nazis, aliados, espías, generales… Grandes y pequeños hombres en dosis de las que se pueden compartir alrededor de una charla cualquiera de café. Algo así como la impresión de que Javier podría contarte cualquiera de las historias que siguen a petición, como quien habla de su familia, de sus amigos, de su vida.

Sin duda alguna, la estrategia es válida también para un prólogo. Porque he, hemos llegado al final con buena dirección y tino. Ya solo queda lo último. O más bien las dos últimas cosas. La primera, dar las gracias a ese tipo del Retiro. Y no por la oportunidad y el placer de escribir estas letras, que también, si no sobre todo por haberme dejado disfrutar de su libro antes que a la mayoría y, cómo no, por ese apretón de manos que sellaba este acuerdo y lo que significaba. Y la segunda, darte la enhorabuena a ti que lees esto, porque vas a empezar una aventura (eso y no otra cosa es abrir un libro) que, sin duda alguna, te va a hacer disfrutar, y esta vez sin necesidad de seguir más estrategia que la de pasar una página tras otra.

ADOLFO SUÁREZ JIMENO

LA BATALLA DE LOS TRILLIZOS

En la Antigüedad y en la Edad Media, en contadas ocasiones imperaba la cordura, y para evitar baños de sangre innecesarios se acordaba dirimir alguna que otra batalla mediante un duelo entre los campeones de cada bando.

Cuando Tulio Hostilio (673-641 a. C.), el tercer rey de Roma, le declaró la guerra a la ciudad de Alba Longa, se acordó arreglar la disputa mediante uno de estos combates singulares, pero de una forma un tanto peculiar: lucharían hermanos trillizos por cada uno de los bandos. Los Horacios, en defensa de Roma, y los Curiacios por Alba Longa. El comienzo del duelo fue muy igualado, pero, poco a poco, los Curiacios fueron acorralando a los romanos hasta que dieron muerte a dos de ellos. El tercero de los Horacios salió huyendo, y los tres Curiacios, heridos de diversa consideración, lo persiguieron. Cuando el romano los tenía donde él quería, cansados y heridos, se dio la vuelta y los mató uno a uno. La entrada en Roma del Horacio fue triunfal, pero algo fallaba en este día de celebración… Camila, su propia hermana, lloraba desconsolada. El regreso triunfal de su hermano significaba que todos los Curiacios habían muerto, nadie sabía que, en secreto, se había prometido con uno de ellos. Cuando su hermano comprendió lo que pasaba, la apuñaló diciendo: «¡Ve a reunirte con él, puesto que te hace olvidar a tus hermanos muertos, al vivo y a la patria!».

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