Lo mismo que en los volúmenes anteriores, he dividido la materia por filósofos individuales, en lugar de ir siguiendo sucesivamente y por separado el desarrollo de los distintos problemas filosóficos. Además, he concedido a algunos filósofos una extensión considerable. Y, aunque creo que la división por filósofos es la más conveniente para los lectores a los que principalmente me dirijo, el método tiene indudablemente sus desventajas. Al tener que enfrentarse con numerosos pensadores diferentes, y con descripciones más o menos detalladas de las ideas de éstos, el lector se expone a no captar el cuadro completo, en sus líneas generales. Por otra parte, aun cuando yo creo que la antigua división en racionalismo continental y empirismo británico está justificada (siempre que se añadan ciertas cualificaciones), una adhesión rígida a ese esquema podría dar la impresión de que la filosofía continental y la filosofía británica en los siglos XVII y XVIII se movieron a lo largo de dos rectas paralelas, desarrollándose cada una de ellas con entera independencia de la otra; y ésa sería una impresión errónea. Descartes ejerció una modesta influencia en el pensamiento británico; Berkeley estuvo influido por Malebranche; las ideas políticas de Spinoza deben algo a Hobbes; y la filosofía de Locke, autor del siglo XVII, ejerció una gran influencia en el pensamiento de la Ilustración francesa del siglo XVIII.
Frederick Copleston
De Descartes a Leibniz
Historia de la filosofía - 4
ePub r1.2
eudaimov 23.08.15
Título original: A History of Philosophy Vol. IV: Descartes to Leibniz
Frederick Copleston, 1958
Traducción: Juan Carlos García Borrón
Diseño de cubierta: eudaimov
Editor digital: eudaimov
Corrección de erratas: watsodeleche, FLeCos, dekisi y Vaktoth.
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SÍNTESIS DE LA OBRA COMPLETA:
Edición castellana dirigida por Manuel Sacristán.
Esta obra va dirigida a los que inician sus estudios de Filosofía y a aquellos que, procedentes de otros campos, aspiran a conocer la evolución del pensamiento filosófico. La claridad de su estilo y el esfuerzo realizado para facilitar la comprensión de los sistemas y de su conexión no conducen al autor a una simplificación deformadora, defecto del que adolecen a menudo las obras introductorias. Escrita con gran rigor y objetividad, la Historia de la filosofía, de Frederick Copleston, se atiene a los resultados de la moderna crítica especializada. Tiene en cuenta la necesidad de considerar todo sistema filosófico en sus circunstancias y condicionamientos históricos, porque sólo a base del conocimiento de este punto de partida histórico es posible comprender la razón de ser del pensamiento de un filósofo determinado; pero se precisa también una cierta «simpatía» con el pensador estudiado. Para Copleston, debemos ponernos en la situación de cada filósofo y repensar con él sus pensamientos. De este modo podremos introducirnos en el sistema, verlo por dentro y percibir todos sus matices y características.
Con la capacidad analítica y crítica propias de la tradición británica, Copleston nos ofrece una Historia de la filosofía que contrasta con las de autores continentales, tanto por su método, como por la atención especial que presta a las corrientes del pensamiento anglosajón, las cuales han ejercido una influencia decisiva en la problemática de la filosofía actual.
NOTAS
[1] Vol. III , caps. III-IX.
[2]Ibid., cap. 15.
[3] Ver vol. III, págs. 305-307.
[4] Por ejemplo su teoría de la substancia con el dogma de la transubstanciación.
[5] Cap. 13.
[6] Cap. 16.
[7] Cap. 17.
[8] Cap. 18.
[9]Ibid.
[10] Según Galileo, en la naturaleza hay “causas primarias”, a saber, fuerzas como la gravedad, que producen movimientos específicos y diferenciados. Sus naturalezas íntimas son desconocidas, pero los movimientos que producen pueden ser expresados matemáticamente.
[11] Para la teoría moral de santo Tomás, ver vol. 2, cap. 39.
[12] Ver vol. 2, cap. 40.
[13]Ibid., cap. 8.
[14] Vol. 3, cap. 11.
[15] Así lo expusimos en el vol. III, pág. 273.
[16] 6
[17] Págs. 221-223.
[18] Pág. 221.
[19] Esa afirmación no vale para Spinoza, que no era cristiano. Y no se refiere, desde luego, a aquellos autores del siglo XVIII que rechazaron los dogmas cristianos. Pero esos escritores, aunque “racionalistas”, en el sentido moderno del término, no fueron filósofos especulativos a la manera de Descartes y Leibniz.
[20] Bayle mantenía que la religión no afecta a la moralidad.
[21] Dicha obra, editada por Diderot y D’Alembert, tenía por objeto dar cuenta de los progresos conseguidos por las diferentes ciencias, y, al menos por implicación, promover una perspectiva secularizadora.
[22] Está claro que el término “ ley natural” tal como se usa en ese contexto, debe ser claramente distinguido del mismo término cuando se usa en el contexto de un sistema “racionalista” de ética.
[23] Excluyo, desde luego la filosofía de Kant, que será brevemente tratada en la última sección de este capítulo.
[24] Esta idea fue tomada por Bruno, de Nicolás de Cusa. Ver vol. 3, cap. 15 y cap. 16, 6.
[25] Cap. XX.
[26] Eso vale de los racionalistas pre-kantianos, no de los filósofos medievales como santo Tomás. Kant tenía un conocimiento bastante escaso de la filosofía medieval.
[27] La Ley moral, según Kant, es promulgada por la razón práctica. En un sentido, que explicaremos más adelante, en el lugar adecuado, el hombre se da la ley a sí mismo. Pero la obligación carece de significado si no se considera relativa a un ser que sea libre de obedecer o desobedecer la ley.
[28] En las citas de los escritos de Descartes utilizamos las siguientes abreviaturas: D. M. hace referencia al Discurso del Método; R. D., a las Reglas para la dirección del espíritu; M., a las Meditaciones; P. F., a los Principios de Filosofía; B. V., a la Búsqueda de la verdad (Recherche de la venté); P. A., a las Pasiones del alma; O, y R. O., a las Objeciones y Respuestas a las objeciones, respectivamente. Las letras A. T. se refieren a la edición Adam-Tannery de Œuvres de Descartes, Paris, 13 vols., 1897-1913.
[29]D. M., 1; A. T., VI, 3.
[30]Ibid; ibid, 5.
[31]D. M., 1; A. T., VI, 6 y 8.
[32]Ibid; ibid, 7.
[33] Descartes fue el verdadero fundador de la geometría analítica. Al menos, su Géométrie (1637) fue la primera obra publicada sobre el tema.
[34]D. M., 4; A. T., VI, 31.
[35]P. F., Carta Preliminar; A. T., IX В, 2.
[36]Ibid; ibid, 14.
[37]P. F., Carta Preliminar; A. T., IX B, 3.
[38]B. V., A. T., X, 496.
[39]P. F., Carta Prelim.; A. T., IX B, 15.
[40]D. M., 6; A. T., VI, 70.
[41]P. F., II, 9; A. T., IX B, 68.
[42]D. M.. 2; A. T., VI, 13-14.
[43] 2; A. T., VI, 17.
[44]R. D., 1; A. T., X, 360.
[45]Anal. Post., 1, 7.
[46]D. M.,