La biografía definitiva de un personaje clave del siglo XX que revolucionó la idea del ser humano.
Tras décadas de hagiografías y de condenas encendidas, resulta muy complicado saber hoy en día quién fue Sigmund Freud. Sin embargo, después de la publicación de las últimas biografías de referencia se han abierto nuevos archivos a los investigadores y lo fundamental de la correspondencia ya es accesible. Por tanto, este es un momento inmejorable para volver a un hombre y una obra sobre la que quedaba mucho que decir.
El fundador del psicoanálisis era, para empezar, un vienés de la Belle Epoque, súbdito del Imperio austrohúngaro, heredero de la Ilustración alemana y judía. En cuanto al psicoanálisis en sí, es fruto de un esfuerzo colectivo, de un cenáculo en el cual Freud dio vía libre a su fascinación por lo irracional y las ciencias ocultas, convirtiendo a veces a sus amigos en enemigos, ejerciendo de Fausto pero también de Mefistófeles. Pensador moderno, pero conservador en política, nunca dejó de actuar de modo contradictorio con su obra, siempre en nombre de la Razón y de las Luces.
Aquí está Freud en su tiempo, en su familia, rodeado de sus colecciones, con sus mujeres, sus hijos, sus perros; enfrentado al pesimismo ante el auge de los extremismos, lleno de dudas a la hora de emprender su exilio londinense, donde morirá. Pero también le veremos en el nuestro, alimentando nuestras preguntas con sus propias dudas, sus fracasos y sus pasiones.
Élisabeth Roudinesco
Freud
En su tiempo y en el nuestro
ePub r1.0
Titivillus 04.09.15
Título original: Sigmund Freud. En son temps et dans le nôtre
Élisabeth Roudinesco, 2014
Traducción: Horacio Pons
Fotografía de cubierta: © Getty Images
Diseño de cubierta: Nora Grosse
Editor digital: Titivillus
ePub base r1.2
El secreto de un hombre no es su complejo de Edipo […], es el límite mismo de su libertad, su poder de resistencia a los suplicios y la muerte.
JEAN-PAUL SARTRE
ÉLISABETH ROUDINESCO (París, 10 de septiembre de 1944) es una historiadora y psicoanalista francesa. Hija del médico francés de origen judío rumano Alexandre Roudinesco, republicano, laico y asimilado, y de Jenny Aubry (1903-1987), nacida con el apellido Weiss, pediatra y psicoanalista francesa de origen judío alemán, de la alta burguesía y convertida al protestantismo. Su hermana es la feminista Louise Weiss.
Estudió en el Collège Sévigné, de París. Cursó estudios superiores en la Sorbona, licenciándose en Lengua y Literatura. Posteriormente, realizó un máster, que fue supervisado por Tzvetan Todorov y su tesis doctoral, titulada Inscription du désir et roman du sujet, por Jean Levaillant en la Universidad de París VIII-Vincennes, 1975.
Al mismo tiempo, tomó cursos de Michel de Certeau, Gilles Deleuze y Michel Foucault.
Luego, obtuvo su habilitación para dirigir investigaciones (H. D. R.), necesaria para supervisar y dirigir tesis doctorales en 1991 con Michel Perrot como supervisor. Eran miembros del jurado: Alain Corbin, Dominique Lecourt, Jean Claude Passeron, Robert Castel y Serge Leclair. Este trabajo se publicó bajo el título Généalogies.
De 1969 a 1981 fue miembro de la Escuela Freudiana de París, fundada por Jacques Lacan, formándose allí como psicoanalista.
Así mismo, fue miembro del consejo de redacción de Revue Poétique, de 1969 a 1979. Colaboró con Libération, de 1986 a 1996, y desde 1996 con Le Monde.
Es investigadora independiente invitada en la Universidad de París VII Denis Diderot. Élisabeth Roudinesco es una historiadora de la psiquiatría del siglo XX en lengua francesa.
Introducción
Un hombre solo está verdaderamente muerto, decía Jorge Luis Borges, cuando muere a su vez el último hombre que lo ha conocido. Es lo que hoy sucede en el caso de Freud, aunque vivan todavía unas pocas personas que tuvieron algún contacto con él en su infancia. Freud dedicó la vida a escribir, y si bien alguna que otra vez destruyó documentos de trabajo y cartas para complicar la tarea de sus biógrafos futuros, se entregó con tamaña pasión a la huella, la arqueología y la memoria, que lo perdido no es nada en comparación con lo conservado. Tratándose de un destino semejante, el historiador se enfrenta a un exceso de archivos y, en consecuencia, a una pluralidad infinita de interpretaciones.
Además de unos veinte volúmenes y más de trescientos artículos, Freud dejó una cantidad considerable de notas, borradores, agendas, dedicatorias y anotaciones en las obras de su inmensa biblioteca instalada en el Freud Museum de Londres. Escribió, al parecer, alrededor de veinte mil cartas, de las que solo se conserva la mitad. Estas, en su mayor parte, se han publicado en francés o, cuando no es así, están en proceso de fijación del texto en alemán. A ello se suman intervenciones y entrevistas de gran riqueza realizadas en la década de 1950 por Kurt Eissler, psicoanalista emigrado de Viena a Nueva York, así como textos acerca de unos ciento sesenta pacientes ahora identificados, pero en su mayoría poco conocidos.
Traducidas a una cincuentena de lenguas, las obras de Freud son de dominio público desde 2010, y ya se puede acceder a una parte esencial de sus archivos en el Departamento de Manuscritos de la Library of Congress (LoC, Biblioteca del Congreso) de Washington, después de treinta años de polémicas y terribles batallas. También pueden consultarse diversos documentos en el Freud Museum de Viena.
Sobre Freud se han escrito varias decenas de biografías, desde la primera aparecida mientras aún vivía, en 1924, obra de su discípulo Fritz Wittels, norteamericano naturalizado, hasta la de Peter Gay publicada en 1988, pasando por el monumental edificio en tres volúmenes de Ernest Jones, puesto en entredicho a partir de 1970 por Henri F. Ellenberger y los trabajos de la historiografía científica, a la que me adhiero. Eso sin contar el trabajo historiográfico realizado por Emilio Rodrigué, primer biógrafo latinoamericano, que en 1996 tuvo la audacia de inventar un Freud de la sinrazón más cercano a un personaje de García Márquez que a un científico originario de la vieja Europa. Cada escuela psicoanalítica tiene su Freud —freudianos, posfreudianos, kleinianos, lacanianos, culturalistas, independientes— y cada país ha creado el suyo. Cada momento de la vida de Freud ha sido objeto de decenas de comentarios y cada línea de su obra se ha interpretado de numerosas maneras, a tal punto que, al modo de Georges Perec, podemos trazar una lista de todos los ensayos aparecidos sobre el tema de un «Freud acompañado»: Freud y el judaísmo, Freud y la religión, Freud y las mujeres, Freud clínico, Freud en familia con sus cigarros, Freud y las neuronas, Freud y los perros, Freud y los francmasones, etc. Pero también, destinados a los muchos adeptos de un antifreudismo (o Freud bashing): Freud rapaz, Freud organizador de un gulag clínico, demoníaco, incestuoso, mentiroso, falsario, fascista. Freud está presente en todas las formas de expresión y de relatos: caricaturas, cómics, libros de arte, retratos, dibujos, fotografías, novelas clásicas, pornográficas o policiales, filmes de ficción, documentales, series de televisión.