AGRADECIMIENTOS
Robert G. Bauval:
Ante todo, deseo expresar mi agradecimiento a los lectores. Durante los dos últimos años he recibido cientos de cartas de aliento y buena voluntad, y es muy grato saber que todos se sienten partícipes de esta búsqueda de la verdad.
Agradezco vivamente la paciencia y comprensión de Michele, mi esposa, y de mis hijos, Candice y Jonathan.
Gracias en particular a los siguientes familiares, amigos y colegas por su apoyo: John Anthony West, Chris Dunn, Bill Cote, Roes Oostra, Joseph y Sherry Jahoda, Joseph y Laura Schor, Niven Sinclair, Marion Krause-Jach, princesa Madeleine de Bentheim, James Macaulay, Robert Makenty, Linda y Max Bauval, Jean Paul y Pauline Bauval, a mi madre, Yvonne Bauval, a Geoffrey y Thérése Gauci, Patrick y Judy Gauci, Denis y Verena Seisun, Colin Wilson, Mohamed y Amin El Walili, Julia Simpson, Sahar Talaat, profesor Karl-Klaus Dittel y a Renata, su esposa, a Hani Monsef, Mark Ford, Peter Zuuring, Richard Thompson, Adrian Ashford, Dave Goode, Okasha El Daly, Mohamed Razek, Heike Nahsen, Ilga Korte, Gundula Schulz El Dowv, Antoine Boutros, profesor Jean Kerisel, Roy Baker, Murry Hope, William Horsman y Charlotte Ames.
Deseo hacer extensivo mi cordial agradecimiento a Bill Hamilton y Sara Fisher, de A. M. Heath & Co., por su paciencia con mi propensión al pleonasmo, a Tom Weldon y todo el personal de William Heinemann Ltd., Peter St. Ginna y Brian Belfiglio de Crown Publishing Inc., Melanie Walz y Doris Jahnsen de Paul List Verlag, Udo Rennert de Wiesbaden y Moheb Goneid y todo el personal de la Movenpick-Jolie Ville de Gizeh.
Finalmente, deseo rendir tributo al ingeniero Rudolf Gantenbrink, buen amigo, por abrir el camino para todos nosotros con su audaz, e intrépida exploración de la Gran Pirámide.
ROBERT G. BAUVAL
Buckinghamshire, febrero de 1996
Graham Hancock:
Deseo expresar mi agradecimiento y amor a Santha, mi esposa y compañera, mi mejor y más querida amiga, y a nuestros hijos: Gabrielle, Leila, Luke, Ravi, Sean y Shanti. También estoy agradecido a mis padres, Donald y Muriel Hancock, por lo mucho que me han dado, y a mi tío, James Macaulay, por su ayuda, consejos e intrépido espíritu aventurero. Muchas de las personas mencionadas por Robert se han ganado también mi agradecimiento: ellas saben muy bien quiénes son. Además, deseo aprovechar la oportunidad para enviar un saludo a Richard Hoagland, Lew Jenkins, Peter Marshall y Ed Ponist.
GRAHAM HANCOCK
Devon, febrero de 1996
APÉNDICE I
LA BALANZA DEL MUNDO
Nosotros somos tres reyes de Orion;
portando presentes viajamos a lugares lejanos:
campo y fuente,
páramo y monte,
siguiendo la estrella.
¡Oh, estrella del prodigio, estrella del poder, estrella rutilante de regia hermosura que guías hacia el Oeste, que avanzas con calma!, guíanos hasta tu luz perfecta.
ÉL es el Rey de la Gloria.
En su tesis dedicada al contenido astronómico de los textos funerarios egipcios, Jane B. Sellers observa que el encantamiento 17 del Libro de los Muertos, que está extraído de fuentes antiquísimas, alude en términos cósmicos a la «unificación» de las «Dos Tierras».
A continuación, el encantamiento 17 también hace referencia clara al «dios-sol» y dice que no fue obstaculizado por el río celestial, sino que «siguió adelante, después de bañarse en la Corriente de Agua Sinuosa».
Sellers observa la conclusión de Virginia Lee Davis, egiptólogo-astrónoma de Yale, de que la «Corriente de Agua Sinuosa» de los Textos de las Pirámides es la Vía Láctea y que este elemento del cielo «divide» el paisaje cósmico en dos mitades.
En realidad, tanto Sellers como Davis sacan la conclusión de que la «divisoria» del paisaje celeste es la Vía Láctea y que lo que lo cruza de un lado al otro es el Sol. Sellers observa también que el punto del «cruce» de la eclíptica se encuentra cerca de la constelación Híades-Tauro que tiene forma de V.
Si buscamos la precisión, descubriremos que en realidad el punto del cruce está un poco más hacia el este por la eclíptica, y marca un lugar en la margen occidental de la Vía Láctea en el que hoy se encuentra la nebulosa M1, conocida también por el nombre de nebulosa del Cangrejo.
Curiosamente, Sellers no sigue la secuencia lógica de los hechos que expresa el encantamiento 17, es decir, que el Sol continúa su viaje, llega al «otro lado» (la orilla oriental) de la Vía Láctea y se dirige hacia la constelación de Leo. En realidad, el encantamiento 17 insta al «Horus» solar, el disco solar, a correr, correr, hacia este punto: «Qué bien construida está tu casa, ¡oh, Atón!, qué bien fundada está tu mansión, ¡oh, Doble León!…».
En un principio, como se demuestra en The Orion Mystery, Atón o Atón-Ra era venerado en Heliopolis en forma de pilar, en el que muchos investigadores han visto el «falo» del dios.
Antes, el encantamiento 17 nos informa de que Atón está:
… en su disco solar. Es decir, que es Ra cuando sale por el horizonte oriental del cielo.
A mí me pertenece el ayer, yo conozco el mañana.
¿Qué significa? Por lo que atañe al ayer, era Osiris. Por lo que atañe al mañana, es Ra, por el que fueron destruidos los enemigos del Señor del Todo y se hizo reinar a Horus. Dicho de otro modo: es el día de la fiesta del «Permanecemos» en que fue ordenado el entierro de Osiris por Ra, su padre.
El campo de batalla de los dioses se hizo de acuerdo con mi mandato.
¿Qué significa? Es el Oeste. Fue hecho para las almas de los dioses de acuerdo con el mandamiento de Osiris, Señor del Desierto Occidental. Dicho de otro modo: significa que esto es el Oeste al que Ra hizo descender a todos los dioses y por el que él peleó por las Dos [Tierras],
Conozco al Gran Dios que está en él.
¿Quién es? Es Osiris…
Por este texto podemos ver que, en el momento del entierro de Osiris, es decir, en el remoto «Tiempo Primero», se creía establecida en el Desierto Occidental una «tierra de los dioses». Éste era también el día en el que Horus unió las Dos Tierras y heredó este «campo de batalla» o «tierra de los dioses».
En capítulos anteriores hemos visto que la teología menfita de los Textos de Shabaka designa la zona en la que tuvieron lugar estos hechos de «unificación» con el nombre de Ayan, un lugar próximo a Menfis.
70. El pilar de Djed de Osiris, entre Neftis e Isis. Encima está el símbolo del dios solar hórico, que probablemente marcaba el tránsito del disco solar por el meridiano.
En esta obra hemos presentado nuevas pruebas que apoyan la afirmación de Sellers de que las «Dos Tierras» en cuestión eran realmente «cielo» y «tierra» y también hemos demostrado que se aludía a partes muy concretas del cielo y la tierra, es decir, la región celeste «Orion-Leo-Tauro» y la terrestre «Gizeh-Heliópolis-Menfis».
Pero ¿cómo podían ser puestas en la «balanza» y «pesadas»?
Estado de orden perfecto
El fiel de la «balanza» se define en la tierra como: «… Ayan, que era la divisoria de las Dos Tierras… con el nombre del “Muro Blanco” [Menfis]…».
Hemos visto que esta posición terrestre corresponde a un punto del cielo situado sobre la eclíptica que marca el lugar de la margen occidental de la Vía Láctea en el que está situada la nebulosa del Cangrejo o M1.
Ahora bien, un más atento estudio de la teología menfita nos revela que, si bien se considera Ayan como pivote o «punto de equilibrio» de las Dos Tierras, el proceso de la «pesada» en sí se efectúa en otro sitio, concretamente, en «la tierra… [del] entierro de Osiris en la Casa de Sokar…».
Puesto que ya hemos demostrado que «la tierra de la Casa de Sokar» era Rostau, es decir, la necrópolis de Gizeh, podemos deducir, por simple transposición de la terminología cielo-tierra, que la «pesada» o «puesta en la balanza» de la tierra se hacía en Gizeh y, probablemente, cerca o en el interior de la Gran Pirámide, la primitiva «Casa» de Sokar-Osiris.