La biografía de Homero se ha perdido en el esplendor de su fama hasta el punto de que ese nombre es ya sólo una referencia mítica y un sinónimo de la creación épica. Aunque los griegos atribuyeran a una misma persona la gloria de la Ilíada y la Odisea, los especialistas contemporáneos afirman que los dos poemas, separados al menos por una generación, tienen autores diferentes y ofrecen cambios apreciables en sus concepciones sobre la moralidad y el heroísmo. La lengua, la arqueología y la historia permiten conjeturar que un poeta genial compuso la Ilíada en torno al 725 a. de C. en algún lugar de la costa del Asia Menor o de las Islas del Egeo, mientras que la Odisea, profundamente influida por la obra precedente, tuvo un origen más tardío. En cualquier caso, el propósito fundamental de Jasper Griffin no ha sido realizar un análisis comparativo entre ambos poemas, sino aflorar el pensamiento y los valores que subyacen a estos dos prodigiosos textos. La épica homérica, que versa sobre acontecimientos relacionados con la Guerra de Troya, cuyo recuerdo fue conservado por la tradición oral tras la destrucción de la refinada cultura micénica, sigue transmitiendo todavía a los hombres de nuestro tiempo ideas y sentimientos imperecederos.
Jasper Griffin
Homero
ePub r1.0
Titivillus 08.05.16
Título original: Homer
Jasper Griffin, 1980
Traducción: Antonio Guzmán Guerra
Editor digital: Titivillus
ePub base r1.2
Notas
[1] Las traducciones entrecomilladas reproducen, con muy leves retoques por nuestra parte, el texto de D. Ruiz Bueno para la Ilíada, y el de J. M. Pabón para la Odisea. [N. del T.]
[2] En español también existe el acento intensivo, del que carecía la lengua griega antigua. Por contra, la alternancia breve/larga es irrelevante en nuestra lengua.
[3] En el original lógicamente, dice, en inglés: let us go forward.
[4] En el original inglés: on the most glorious war, and most honourable peace this nation never saw.
[5] Hay traducción española: En busca del tiempo perdido. El mundo de Guermantes, Madrid, Alianza Editorial, 1966. [Nota del Editor.]
[6] En español, y para una visión panorámica de las traducciones de Homero, debe consultarse J. Pallí, Homero en España, Barcelona, 1953. De la Ilíada hay que citar la traducción rítmica de Daniel Ruiz Bueno, 3 vols. Madrid, 1956; también la (bilingüe) de Francisco Sana Franco, 1971, y la de Fernando Gutiérrez, de 1980. Respecto a la Odisea, pueden consultarse las de J. Luis Calvo, Madrid, 1976, y la de José Manuel Pabón, dada a la luz como homenaje póstumo por M. Fernández Galiano, en la Biblioteca Clásica Credos, Madrid, 1982.
Prefacio
Este libro no pretende ser primordialmente un estudio sobre el fondo histórico de los poemas homéricos, ni sobre su autenticidad, ni tampoco sobre sus cualidades poéticas, aunque en él se diga algo sobre estos temas. Su intención más bien es la de explicar el pensamiento que bajo estos poemas subyace, y que a través de ellos nos llega, sin dejar de mencionar su importancia para la posteridad hasta nuestros días.
Soy consciente al escribirlo de la deuda contraída con el trabajo de muchos eruditos y estudiosos desde los tiempos antiguos hasta nuestra época. Como el reconocimiento pormenorizado de la misma es imposible, espero que el que ahora hago con carácter general no parezca un mero formalismo. Me han ayudado a mejorar mi libro el editor de esta serie, Sr. Keith Thomas, así como el Dr. Henry Hardy, de la Oxford University Press. También mi esposa tuvo la gentileza de leer las pruebas.
He intentado dar la referencia de aquellos pasajes de los poemas que resultan importantes para mi argumentación. Al hacerlo, he utilizado números arábigos para los libros de la Ilíada, y números romanos para los libros de la Odisea; así, 7.64 significa: verso 64 del libro séptimo de la Ilíada, mientras que VI 1.64 designa su correspondiente línea en la Odisea.
1. La épica homérica
Ningún esfuerzo invertido en cualquiera de los grandes clásicos universales, si realmente va acompañado de un cieno resultado, puede considerarse en realidad vano. Es preferible escribir una palabra en la roca a cien sobre el agua o en la arena. (W. E. Gladstone, Studies on Homer, 1.91.)
La literatura occidental comienza con Homero. La Ilíada y la Odisea son dos extensos poemas épicos que aparecen inesperadamente; es poco lo que conocemos de la poesía que los precedió, cuando aún no había nacido la composición en prosa. Estos poemas nunca dejaron de fascinar a los antiguos griegos, para quienes pasaron a formar la base de su educación, a pesar de la obstinada oposición de Platón. Por su parte, los romanos se sintieron atraídos por su encanto, y Homero fue el modelo de Virgilio, quien iba a ser el maestro y ejemplo de Dante y Milton. Los poemas de Homero son incluso los que inspiraron a Tennyson, Kazantzakis y James Joyce. En caso de que fuera necesario justificar su inclusión entre los grandes pensadores del pasado, habría tal vez que recurrir al juicio de Mathew Arnold, cuando dice que Homero es grande «por la noble y profunda adecuación de sus ideas a la vida» (On Translating Homer, 172). El propósito de este libro es explicar y justificar tal afirmación.
Lo primero que hay que decir a cualquiera que abra un libro como éste es que debería, por supuesto, leer los poemas, ya que ningún libro escrito sobre ellos puede competir en interés o deleite con los propios poemas épicos. Hay muchas traducciones donde leerlos, aunque ninguna es completamente satisfactoria. Dado que en la literatura inglesa no existe nada de la misma naturaleza que Homero, tal vez por eso no hay nada que pueda tomarse como modelo, al modo como, sin embargo, un traductor suficientemente dotado podría, en principio, traducir Sófocles a un estilo semejante al de Shakespeare, o traducir Virgilio a un estilo semejante al de Milton. I.as traducciones que aparecen en este libro son una actualización de las últimas versiones hechas en época victoriana por Lang, Leaf y Myers (Macmillan, 1882) para la Ilíada, y por Butcher y Lang (Macmillan, 1879) para la Odisea, los cuales se propusieron verter a Homero en una prosa que fuera sencilla a la par que levemente arcaizante. Sin embargo, el enorme éxito de las traducciones de E. V. Rieu en la Colección Penguin testimonian el poder de fascinación que Homero tiene incluso en un tono más coloquial.
Ambos poemas versan sobre acontecimientos conexos con la leyenda de la guerra de Troya. Cuando, varios cientos de años después de la época de Homero, los griegos llegaron a ser filólogos e historiadores, entraron a discutir la fecha de la caída de Troya. La datación más generalmente aceptada fue la del año 1184 antes de Cristo. Para el poeta, los acontecimientos que narra se sitúan en un pasado bello y lejano, cuando los hombres eran más altos y más fuertes de lo que ahora son, y los dioses iban y venían entre aquéllos. No se nos dice cuánto tiempo hace de esto, ni por qué no había héroes nacidos de dioses en los días del poeta. Por lo tanto, que Homero no lo haga es una opción deliberada y coherente con la tendencia de su obra, más interesada en la descripción de los acontecimientos en sí mismos, con toda su grandeza y su fuerza, que en un intento de racionalizarlos y justificarlos.