Sobre la Cuestión Judía es un conocido texto del pensamiento político cuyo autor es Karl Marx. Lo que se ignora es que el texto marxiano es respuesta a un escrito de Bruno Bauer que tiene por título La Cuestión Judía. Por vez primera dispone el lector hispanohablante de todos los textos de la polémica con un pormenorizado estudio introductorio de Reyes Mate. Esta edición trata de proporcionar todos los elementos de una controversia crucial en el pensamiento político: ¿Qué Estado puede acabar con la discriminación de los judíos, privados de sus derechos cívicos en pleno siglo XIX? El Estado laico, responden los autores, aunque encienden la polémica con un debate sobre el lugar de la religión en el laicismo.
Bruno Bauer & Karl Marx
La cuestión judía
ePub r1.0
Titivillus 15.07.16
Título original: Die Judenfrage, Zur Judenfrage
Bruno Bauer & Karl Marx, 1844
Introducción: Reyes Mate
Retoque de cubierta: zuney
Editor digital: Titivillus
ePub base r1.2
ESTUDIO INTRODUCTORIO A LA CUESTIÓN JUDÍA,
DE BRUNO BAUER Y KARL MARX
1. La Cuestión Judía de Bruno Bauer ha pasado a la historia como un texto del que muchos hablan y pocos leen. Conocemos, sí, la respuesta de Marx que, debido al renombre de su autor, ha conseguido eclipsar totalmente la pregunta a la que responde. Y la pregunta no es sino el texto de Bruno Bauer. Estamos tan convencidos de que lo importante es el discurso marxiano que no sentimos la curiosidad de saber si ese discurso responde a los problemas que plantea Bauer o si éste es sólo una ocasión que aprovecha Marx para hacernos oír su voz sobre las preocupaciones políticas y filosóficas que le ocupaban hacia 1843-1844.
Sintomático de este desinterés histórico es el contraste entre las muchas ediciones en alemán de Sobre la Cuestión Judía (Zur Judenfrage), de Marx, y el estancamiento de la obra de Bauer, La Cuestión Judía (Die Judenfrage), en su primera edición. En castellano la cuestión es todavía más sangrante puesto que escasean las traducciones de los textos de Bauer y no es fácil dar con ellos.
Lo que esta edición ofrece son los dos textos de Bauer en castellano y una nueva traducción del marxiano. Estamos convencidos de que la respuesta de Marx adquiere nueva luz vista desde el texto que quiere responder y también de que la postura de Bruno Bauer es algo más que ocasión para que Marx despliegue su discurso.
Bruno Bauer (1809-1882), «el más radical de los críticos de la religión y el más conservador de los jóvenes hegelianos», es una compleja personalidad muy presente en la Alemania intelectual del Vormarz o tiempo de la Restauración que va desde el Congreso de Viena de 1815 a la Revolución de marzo de 1848. Teólogo protestante y filósofo hegeliano, comenzó su carrera buscando una mediación entre filosofía y religión en base a un método especulativo y ortodoxo. Pronto se convenció de que así no conseguía poner científicamente en evidencia lo histórico del cristianismo. Se dedicó entonces a una crítica sin contemplaciones de la filosofía hegeliana y de la historia protestante, apoyándose en un método crítico cuyo lema era: «hay que acabar con la teología». Esa crítica, que le costó la cátedra en Berlín y luego la docencia en Bonn, era eminentemente idealista. Pese a algún escarceo con la política práctica lo suyo era una revolución del espíritu. Expresión de ese compromiso teológico-político es el escrito La Cuestión Judía. En otro escrito, Senderos de la crítica pura (Feídzüge der reinen Kritik), expone lo que entiende por crítica. Después de enfrentarse a toda representación positiva del cristianismo, la toma con la crítica atea que él ha practicado y con la negación abstracta del ateísmo, porque la crítica tenía que enfrentarse a todo, incluso a sí misma. Fiel a ese método podía ver en la Revolución Francesa el inicio de la libertad y también su negación. Aunque su carrera está surcada por los mismos quiebros que augura la radicalidad de su crítica, hay, sin embargo, un hilo conductor: crítica radical del cristianismo y voluntad de secularizar sus contenidos en la perspectiva de una nueva interpretación de Europa. El nuevo humanismo que persigue nace en el preciso momento en que muere Dios, una idea que heredará Nietzsche. Frustrados sus proyectos académicos y colocado en un rincón de la historia por críticas como las del propio Marx, antiguo amigo y hasta discípulo (de él había aprendido Marx la significación del Segundo Isaías, por ejemplo), Bauer se sintió siempre como el hombre libre por excelencia, presto a pagar el precio del aislamiento por una conocimiento científico que llevaba a la conciencia de la libertad por el camino de la autocrítica. Dada la centralidad de la religión o, mejor, de la crítica política de la religión, Bruno Bauer puede ser considerado una figura particular de la teología-política.
Cuando escribe Die Judenfrage (1843) Bauer ya ha roto los puentes o, mejor, se los han roto: en 1842 le retiran la venia legendi como profesor de teología de la Universidad de Bonn y escribe en el Rheinische Zeitung, el periódico de oposición más importante, cuyo redactor jefe era su antiguo discípulo Karl Marx. La réplica de Marx sobreviene poco después cuando éste ha declarado la guerra al antiguo amigo y maestro.
2. En La Cuestión Judía Bauer es consciente de que vive un tiempo de crisis en el que lo viejo debe morir para que nazca lo nuevo. A esa conciencia él la llama Kritik, con lo que pensarse es pensar su tiempo. Como lo que está en crisis es la política o, más exactamente, la figura del Estado alemán, un Estado cristiano, la crítica filosófica acaba siendo una teología política. La raíz polémica de la crisis moderna estaría en la relación entre el Estado y la religión.
¿Por qué entonces La Cuestión Judía? Parecería más lógico un libro sobre La Cuestión Cristiana ya que la confesión del Estado en ese Vormarz no era la judía sino la protestante. La razón no hay que buscarla en una especie de ajuste de cuentas con el judaísmo, propio de un espíritu antisemita, aspecto éste sobre el que luego volveremos, sino en otras razones más circunstanciales. La cuestión judía era un tema candente que ocupaba a la opinión pública y era también un asunto al que difícilmente podía escapar un joven hegeliano ya que ahí se daban cita todos los componentes de la filosofía hegeliana: la política, la religión y la filosofía.
Lo que estaba en juego era la «emancipación» de los judíos, esto es, el reconocimiento de los derechos políticos y cívicos que los judíos habían perdido, tras la derrota de Napoleón, en 1815. El término de «emancipación» tenía en ese momento un peso específico: era la respuesta racional a los problemas políticos planteados por la disolución del «ancien régime», basado en un orden estamental. La disolución de ese mundo da origen, por un lado, a un poder centralizador y soberano y por otro, a una masa de gente, formalmente libres (porque pueden disponer libremente de su fuerza de trabajo) e iguales (porque ninguno pinta nada ante el soberano). El espacio político en el que se mueve esa masa de gente no se resigna a una interpretación empobrecedora de su libertad e igualdad, sino que pugna por la conquista de los derechos ciudadanos. La «emancipación» es el reconocimiento de que la gente de la sociedad civil son los sujetos de los derechos ciudadanos.