Hace más de 500 años Miguel Ángel empezó a trabajar en la que sería una de las obras artísticas más importantes del mundo: los frescos de la capilla Sixtina. Millones de personas visitan cada año el Vaticano sin saber que en cada representación se esconden numerosos enigmas, códigos cifrados que ponen de relieve la posición ideológica de uno de los mayores genios del Renacimiento en una época de intrigas religiosas, de conspiraciones y de represión que bien podrían haberle costado la vida.
Benjamin Blech, escritor y conferenciante reconocido, y Roy Doliner, especialista en Roma y en el Vaticano, descubren en Los secretos de la capilla Sixtina a través del análisis minucioso de cada una de las obras de Miguel Ángel los mensajes de fraternidad, de tolerancia y de libertad que este dejó ocultos en las bóvedas del templo.
Benjamin Blech & Roy Doliner
Los secretos de la capilla Sixtina
Los mensajes prohibidos de Miguel Ángel en el corazón del Vaticano
ePub r1.1
liete 18.06.14
Título original: The Sistine Secrets. Michelangelo’s Forbidden Messages in the Heart of the Vatican
Benjamin Blech & Roy Doliner, 2008
Traducción: Isabel Murillo
Editor digital: liete
ePub base r1.1
Para Martha y Marvin Usdin, los dos ángeles de la guardia más jóvenes que he conocido.
ROY DOLINER
Para mi familia, los ángeles que Dios me envió para aportar alegría a mi viaje por la vida.
RABINO BENJAMIN BLECH
Prólogo
«Conoscersi è il miglior modo per capirsi.
Capirsi è il solo modo per amarsi».
(Conocerse es la mejor manera de comprenderse.
Comprenderse es la única manera de amarse).
Esta sabia y antigua máxima me llegó directamente al corazón cuando empecé a leer este fascinante libro escrito por el rabino Benjamin Blech y Roy Doliner.
El refrán constituye una valiosa observación a tener en cuenta no sólo en las relaciones entre seres humanos, sino que habla quizá incluso a un nivel más profundo, haciendo referencia a la interacción tanto entre religiones como entre naciones.
Tengo la impresión de que uno de los logros más importantes de este innovador libro, entre muchos otros, es que cumple esta misión de forma clara y convincente. Atraviesa el tupido velo de innumerables enigmas e hipótesis que, junto con la indiscutible admiración, siempre acompañan cualquier visita a la capilla Sixtina. Al llenar los vacíos resultantes de la falta de comprensión de las enseñanzas ajenas al cristianismo —aunque bien conocidas por Miguel Ángel—, la capilla Sixtina nos habla ahora de un modo que nunca había sido comprendido previamente.
Siempre hemos sabido que el papa Sixto IV quería que la capilla Sixtina tuviera las mismas dimensiones que el Templo de Salomón, tal y como quedaron registradas por el profeta Samuel en el Libro de los Reyes (6, 2) de la Biblia. En el pasado, expertos en arte y religión explicaron que esto se hizo de forma expresa para demostrar que no existían contradicciones entre el Antiguo y el Nuevo Testamento, entre la Biblia y los Evangelios, entre las religiones judía y cristiana.
Sólo ahora, gracias a la lectura de este destacado libro, me he enterado —con asombro como historiador de arte, y con cierta turbación y pesar como católico— de que esta invención estaba considerada por los judíos como una ofensa religiosa. El Talmud, el conjunto de explicaciones de las tradiciones rabínicas, legislaba claramente que nadie podía construir una copia «operativa» del sagrado Templo de Salomón en cualquier lugar que no fuera el Monte del Templo de Jerusalén.
Merece la pena recordar que esto tuvo lugar hace seis siglos. Afortunadamente, en épocas más recientes gran parte de estas insensibilidades desfasadas se han ido sustituyendo con comprensión y respeto mutuos. En vista de esto el 13 de abril de 1986 el papa Juan Pablo II visitó la Gran Sinagoga de Roma y en el transcurso de ese acto histórico el pontífice se dirigió al pueblo judío llamándolo por vez primera con respeto y amor «¡nuestros hermanos y hermanas mayores!».
En enero de 2005 este mismo gran pontífice, sintiéndose cerca del fin de su existencia terrenal, realizó un gesto tan histórico como único. Invitó al Vaticano a ciento sesenta rabinos y cantores de todo el mundo. La organizadora del encuentro fue la Pave the Way Foundation, una asociación interreligiosa internacional nacida a partir de la idea de construir y reforzar puentes entre el mundo judío y el mundo cristiano. El objetivo de la reunión fue que el Papa recibiera una bendición final por parte de los representantes de «nuestros hermanos y hermanas mayores», y al mismo tiempo reforzar los lazos humanitarios entre ambas creencias.
Este encuentro histórico resultó ser la última audiencia que el papa Wojtyla celebró con un grupo. Tres líderes religiosos judíos tuvieron el privilegio de ser los primeros y únicos rabinos del mundo en dar la bendición a un Papa en nombre del pueblo judío. Uno de ellos era Benjamin Blech, coautor de este libro, profesor del Talmud en la Universidad de Yeshiva, reconocido a nivel internacional como profesor, conferenciante, líder espiritual y autor de numerosos libros sobre espiritualidad leídos por gente de todo tipo de creencias.
Tuve el placer de conocer personalmente al otro autor de este libro, Roy Doliner, el día del estreno mundial de la película Natividad. Era la primera vez que el Vaticano subvencionaba de manera oficial la utilización del majestuoso salón de audiencias para un acto artístico-cultural.
Debido a sus profundos conocimientos sobre doctrina e historia judías, y como destacado defensor del estudio del Talmud, Roy había sido seleccionado por los productores de la película y por su directora, Catherine Hardwicke, como asesor oficial judaico-religioso-histórico. Como asesor histórico responsable de la parte de Roma y la vida de Herodes el Grande había sido elegido un servidor. A lo largo de la producción de Natividad Roy y yo acabamos entablando amistad.
Así es como en varias ocasiones Roy y yo hemos podido visitar la capilla Sixtina de una manera muy especial —después de su hora de cierre— y cada visita ha sido una oportunidad de ver la obra maestra de Miguel Ángel de una forma nueva y diferente.
Por todos estos motivos, cuando me solicitaron la presentación de este libro, acepté el encargo con satisfacción. Y ahora después de haberlo leído, siento gran respeto no sólo por la gran erudición de sus autores, sino también por la gran cantidad de nuevas e interesantes ideas históricas, artísticas y religiosas que contiene.
Hasta ahora cada vez que entraba en la capilla Sixtina me preguntaba por qué en aquella espléndida bóveda no aparecía ninguna figura del Nuevo Testamento. En este libro he encontrado por fin las respuestas más convincentes.
Los autores nos guían por un auténtico viaje de descubrimiento de «otros» significados, de diversas maneras de ver y de comprender que lo que hasta ahora siempre nos había parecido correcto es una realidad completamente distinta.
Con la ayuda de su orientación, llegaremos a darnos cuenta de que en la capilla Sixtina Miguel Ángel llevó a cabo un inmenso e ingenioso acto de ocultación gracias al cual pudo transmitir numerosos mensajes, velados pero potentes, que predican la reconciliación —entre razón y fe, entre la Biblia judía y el Nuevo Testamento, y entre cristianos y judíos—. Descubrimos increíblemente cómo el artista sintió la necesidad de comunicar estos aventurados conceptos en condiciones peligrosas, corriendo un gran riesgo personal.