Miguel Ángel de Marco - Belgrano
Aquí puedes leer online Miguel Ángel de Marco - Belgrano texto completo del libro (historia completa) en español de forma gratuita. Descargue pdf y epub, obtenga significado, portada y reseñas sobre este libro electrónico. Año: 2012, Editor: Emecé, Género: Historia. Descripción de la obra, (prefacio), así como las revisiones están disponibles. La mejor biblioteca de literatura LitFox.es creado para los amantes de la buena lectura y ofrece una amplia selección de géneros:
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- Libro:Belgrano
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- Editor:Emecé
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- Año:2012
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Miguel Ángel de Marco
Belgrano
Artífice de la nación, soldado de la libertad
De Marco, Miguel Angel Belgrano : artífice de la Nación: soldado de la libertad . - 1a ed. - Buenos Aires : Emecé, 2012. E-Book. ISBN 978-950-04-0776-2 1. Historia Argentina. I. Título CDD 982 |
Diseño de cubierta: Departamento de Arte de Editorial Planeta
© 2012, Miguel Angel De Marco
Editor: Fernando Horacio De Leonardis
Todos los derechos reservados
© 2012, Grupo Editorial Planeta S.A.I.C.
Publicado bajo el sello Emecé®
Independencia 1682, (1100) C.A.B.A.
www.editorialplaneta.com.ar
Primera edición en formato digital: julio de 2012
Queda rigurosamente prohibida, sin la autorización escrita de los titulares del “Copyright”, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, incluidos la reprografía y el tratamiento informático.
Inscripción ley 11.723 en trámite
ISBN edición digital (ePub): 978-950-04-0776-2
Para María Fernanda, dulce pasajera.
Prólogo
Este año se cumplen bicentenarios de momentos clave de la historia argentina en los que Manuel Belgrano fue principal protagonista: la creación de la Bandera que nos distingue entre las naciones de la Tierra; el éxodo jujeño, en que todo un pueblo se sacrificó para obstaculizar el avance realista que hacía peligrar la Revolución, y la victoria de Tucumán, fruto de la firmeza con que el prócer rechazó la orden del Triunvirato de retirarse en vez de enfrentar al enemigo.
Funcionario del Consulado de Buenos Aires durante los últimos años de dominación hispánica, advirtió con mayor claridad que el resto de sus contemporáneos la magnitud de las riquezas potenciales de las provincias del Plata y la necesidad de dotar a sus habitantes de medios para convertirlas en independientes y prósperas. Fue, además, hombre de pluma que tomó la espada para combatir al invasor inglés.
Manifestó aun antes de Mayo su convicción independentista, y no vaciló en dejar su sitial de miembro del Primer Gobierno Patrio para convertirse en jefe militar de las fuerzas que llevaron el mensaje de libertad al Paraguay y a la Banda Oriental. Destituido y juzgado por su actuación castrense, lejos de retirarse de la vida pública, aceptó ceñir otra vez la espada y ponerse al frente del Ejército del Alto Perú para convertir a aquel conjunto de hombres desmoralizados en una máquina guerrera dispuesta a vencer a los realistas.
Mientras ejecutaba la orden de levantar en la Capilla del Rosario y en la isla contigua, las baterías Libertad e Independencia , cuyos nombres constituían una cabal expresión de las ideas que agitaban su espíritu, Belgrano decidió ir más allá, dotando a la causa de Mayo de su propia enseña: «Las banderas de nuestros enemigos son las que hasta ahora hemos usado», le recordó al Triunvirato, que como los gobiernos anteriores, perseveraba en sostener la «máscara de la monarquía» sin decidirse a romper definitivamente con España. Y expresó con firmeza los anhelos de la mayor parte de los patriotas: «Abajo, señor excelentísimo, esas señales exteriores, que para nada nos han servido y con que parece que aún no hemos roto las cadenas de la esclavitud».
Y el 27 de febrero de 1812, enarboló el pabellón celeste y blanco en la batería Libertad . «Juremos [exclamó] vencer a los enemigos interiores y exteriores, y la América del Sur será el templo de la independencia y de la libertad».
La medrosa reprimenda del Triunvirato ante ese gesto altivo y valiente le llegaría cuando, en medio de agudos padecimientos físicos, marchaba a asumir su nueva responsabilidad castrense: el mando del desmoralizado Ejército Auxiliador del Alto Perú, al que le transmitió su propia fibra y coraje. Meses más tarde, tras haber mostrado al pueblo jujeño la enseña que guiaría a las armas de la patria, lo conduciría en una marcha que obedecía a su plan de privar al enemigo de todo recurso en su avance hacia el sur.
De nuevo el gobierno manifestó su poca visión de la realidad al ordenarle que abandonara el terreno y se retirara. Belgrano se negó y su temple inflamó de entusiasmo a los soldados y al pueblo que lo seguía. Los tucumanos le pidieron que diera batalla, y el 24 de septiembre de 1812 obtuvo una gran victoria que se afianzó el 20 de febrero con el triunfo de Salta. El día de la batalla, el general estaba gravemente enfermo, pero no abandonó su puesto de mando. Acabada la acción, liberó bajo juramento a los prisioneros realistas, la mayor parte americanos, pero su generosidad fue preludio de la presencia de no pocos de éstos en las acciones de Vilcapugio y Ayohuma, donde conoció la derrota.
Si en su marcha al Paraguay había expresado su espíritu civilizador en la creación de dos pueblos con sus escuelas en Mandisoví y Curuzú Cuatiá, dedicaría los 40.000 pesos que le otorgó el Congreso General Constituyente por el triunfo de Tucumán, para dotar cuatro escuelas. Y remitiría la enorme tarja de oro y plata obsequiada por las damas de Potosí para subvenir a las necesidades de las armas de la patria.
En las derrotas de Vilcapugio y Ayohuma fue tan grande como en las victorias, y su valor fue exaltado por quienes estuvieron a sus órdenes. Pero no tuvo descanso y aceptó participar de una misión diplomática en Europa, junto con Rivadavia. Iba con sus carnes laceradas por varias dolencias. Y al volver, lejos de encerrarse en su casa para reponerse, volvió a comandar el Ejército del Norte hasta su relevo, pocos meses antes de su muerte en la pobreza.
Todo esto tuve en cuenta para escribir el pequeño libro que ahora ve la luz.
Me pareció que era necesario redactar una biografía accesible, sin otra pretensión que poner al alcance del gran público, mediante una editorial de vasta circulación, la insigne y abnegada figura de Belgrano, modelo de honradez, generosidad y entrega sin cálculo a la causa de la independencia y al desarrollo de su patria.
¡Tanto se ha escrito sobre el creador de la Bandera! Desde la clásica obra de Mitre hasta el presente han aparecido varios libros importantes y centenares de artículos de diversa índole y extensión. La Bibliografía Belgraniana que en 1998 publicó el Instituto Nacional dedicada a honrar al prócer, registra 1.852 títulos y cuenta con 371 páginas. Es probable que, a pesar del encomiable esfuerzo que realizaron los autores, haya muchos más artículos correspondientes al vasto lapso que abarca, diseminados en la prensa periódica de todo el país, como lo es que desde 1998 a la fecha hayan aparecido varias decenas más.
Frente a ello, sería pretencioso suponer que estas páginas son absolutamente novedosas. Hay, sin embargo, algunos datos e interpretaciones que poseen mi propio sello.
Para ayuda del lector proporciono en cada capítulo una guía de fuentes éditas a su alcance en las bibliotecas, además de bibliografía específica sobre los respectivos temas.
Deseo expresar mi gratitud a las instituciones y personas que me han ayudado. El personal de la Academia Nacional de la Historia me ha brindado su constante solicitud, en particular el señor Ricardo Lomurno y el profesor Ariel Eiris. También he gozado de la solícita respuesta a mis pedidos de publicaciones y material iconográfico de parte del Instituto Nacional Belgraniano y del Museo Mitre. La Parroquia de Nuestra Señora de la Merced, a través de la licenciada Susana R. Frías, me proporcionó la copia del acta de matrimonio de don Domingo Belgrano y doña María Josefa González Casero.
Los doctores César A. García Belsunce, Javier González y Guillermo Palombo; el general Enrique Dick y el profesor Julio M. Luqui Lagleyze, han sido pacientes interlocutores y atentos lectores de los originales acerca de los que les consulté, ofreciéndome útiles sugerencias que enriquecen estas páginas.
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