ALFONSO TRINIDAD (Barcelona 1971) ha estado vinculado los últimos 15 años de forma paralela al mundo de la cooperación internacional y por otro lado a los medios de comunicación. Ha trabajado o colaborado en medios nacionales e internacionales (TVE, Tele 5, RNE, El Mundo…). Ha conducido el popular programa «Noche de Misterios» en Radio Marca, actualmente es director del certamen Magic Internacional y es fundador y responsable de la editorial Ediciones Oblicuas. Sigue colaborando intensamente con organizaciones que luchan contra las desigualdades y viaja por todo el mundo tratando de encontrar pruebas de que nuestro planeta y nuestra presencia en él esconde sus verdades en cualquier rincón.
A Jan, porque eres el que será.
Alfonso Trinidad, 2018
Editor digital: Titivillus
ePub base r2.1
Notas
[1] Barcelona, Océano Ámbar, 2011.
[2] Barcelona, Obelisco, 2002.
[3] Barcelona, Crítica, 1999.
[4] Barcelona, Plaza & Janés, 1977.
[5]La Inquisición española, Barcelona, Crítica, 1992.
[6] Carlos Bastidas Padilla, «La oscura historia de la cacería de brujas», en El Tiempo, 28 de octubre de 2014.
[7]Crónicas de brujería: un viaje por la España de las brujas, Barcelona, Aguilar, 2007.
[8] Antoni Pladevall, La caçera de bruixes a Catalunya, monografía añadida a la exposición «La bruixeria a Catalunya», Museu d’Història de Catalunya, 2003.
[9] Marcelino Menéndez Pelayo, Historia de los heterodoxos españoles, Madrid, Editorial Católica, 2 vols., 1978.
[10] Alfredo Gil del Río, La brujería en el banquillo, Madrid, El Burgo, 1986.
[11] Madrid, Fundación Universitaria Española, 1982.
[12]Andalucía en la Historia, n.º 57, Sevilla, Centro de Estudios Andaluces, julio de 2017.
[13]Historia general de España compuesta, enmendata y añadida por el P. Juan de Mariana, tomo VII, Madrid, 1794.
[14] Eugenio R. Zaffaroni y Guido L. Croxatto desarrollaron una interesante conferencia en el Max Planck Institute de Derecho Penal en la ciudad de Friburgo, el 10 de julio de 2017, bajo el título «Friedrich Spee: Von der Hexenjagd zum modernen Strafreht» (Friedrich Spee: de la caza de brujas al moderno Derecho Penal). Eugenio R. Zaffaroni es profesor emérito de Derecho Penal en la Universidad de Buenos Aires (UBA) y juez de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). Guido L. Croxatto es LL. M. (FU-Berlín), miembro del CONICET, doctor en Derecho Penal por la Universidad de Buenos Aires (UBA), profesor visitante de Derecho Constitucional en la Freie Universität de Berlín, e investigador asociado del Centro de Estudios sobre Genocidio (UNTREF, Argentina).
[15] Friedrich von Spee: Cautio Criminalis, Seu De Processibus Contra Sagas Liber, Rinteln, 1631. VD 17 7: 703659U, Faksimile. Editio secunda. Frankfurt Johannes Gronaeus 1632 books.google. Friedrich von Spee: Cautio Criminalis oder rechtliches Bedenken wegen der Hexenprozesse. Dtv, München 2000, ISBN 3-423-30782-X
Durante siglos, miles de personas, en su mayoría mujeres, fueron juzgadas torturadas y ejecutadas acusadas de brujería.
Consideradas popularmente como una amenaza de primer orden, las cacerías de brujas se extendieron por casi todos los territorios. Al frente de esta persecución, los cazadores de brujas se convirtieron en poderosos jueces de la verdad.
El origen de la brujería, como parte de la magia, la evolución y desarrollo de la inquisición y la aparición de los cazadores de brujas retrata una sociedad y una realidad de nuestra historia que debería quedar grabada a fuego en nuestro imaginario colectivo, no ya como algo que no debería volver a suceder sino como muestra de la maldad que puede poseer al ser humano. Una historia de poder, codicia y manipulación que se nutrió de las supersticiones y de la creencia de que el mal y el bien y sobre todo la magia para acercarse a ambos, existe.
Alfonso Trinidad
Caza de brujas
La auténtica historia de los jueces de la verdad
ePub r1.0
Titivillus 13.04.2021
Es el cambio, el cambio continuo, el cambio inevitable, el factor dominante de la sociedad actual.
ISAAC ASIMOV
PRÓLOGO
Si nos acercamos a visitar el Museo del Prado, tendremos la oportunidad de contemplar un inmenso óleo, en el cual un nutrido grupo de mujeres sentadas en el suelo prestan atención a las palabras que pronuncia un macho cabrío. El animal —al igual que ellas— está sentado y viste una especie de sotana o hábito que le cubre el cuerpo, a excepción de la cornamenta y las pezuñas. Indumentaria y posición le confieren una forzada e inquietante apariencia humana. Las mujeres que escuchan a la bestia se nos presentan ancianas y ajadas, en parte a consecuencia del oscuro cromatismo y de los magistrales trazos que consiguen hacernos intuir que se trata de una reunión de brujas invocando al diablo. El cuadro es obra de Francisco de Goya y lleva por título El aquelarre o El gran cabrón.
Esa pintura la realizó Goya en los estertores de la Inquisición, entre 1820 y 1823, una década antes de que, durante la regencia de María Cristina de Borbón, fuera abolida definitivamente en España, en 1834.
A España se le puede reprochar ser el último país en derogar la Inquisición, pero no se le puede culpar de ser quien la instauró. La Inquisición había tomado vida en el Languedoc con el propósito de combatir la herejía albigense a finales del siglo XII.
Para el buen desarrollo —y al encuentro de lo que nos interesa— deberemos dar un salto y recalar en 1484, cuando el papa Inocencio VIII pronuncia la bula Summis desiderantes affectibus, en la que declara: «Ha llegado a nuestros oídos que miembros de ambos sexos no evitan la relación con ángeles malos, íncubos y súcubos, y que, mediante sus brujerías, conjuros y hechizos, sofocan, extinguen y echan a perder los alumbramientos de las mujeres».
Dos años después de esa bula, un inquisidor dominico, Heinrich Kramer, ayudado en menor medida por Johann Sprenger, escribe uno de los textos más execrables concebidos por la mente humana, el Malleus maleficarum, también conocido como El martillo de las brujas.
En esa infame obra, que se convierte en el libro de cabecera de la Inquisición, Kramer no se resiste a repetir una y otra vez que las mujeres, por ser más débiles, son más proclives a la tentación de Satanás. Esa mentira repetida a lo largo de las páginas genera que aproximadamente el 85% de los acusados de brujería sean del sexo femenino. El diablo es el enemigo, la mujer, su cómplice.
Toda tiranía necesita para su supervivencia la colaboración de delatores, quienes, movidos en ocasiones por envidias, venganzas o por dinero, convierten la persecución de personas en una locura colectiva. Y aparecen entonces los llamados «cazadores de brujas», que recibían una sustancial gratificación por cada mujer que entregaban para ser ejecutada por el supuesto delito de adorar al diablo.
En España uno de estos cazadores es Joan Malet, quien, contratado por ayuntamientos y en ocasiones por el propio Tribunal del Santo Oficio, se dedicaba a cazar brujas en la zona sur de Tarragona, siguiendo unos conocimientos que afirmaba haber adquirido de una bruja de Alcañiz con la que vivió en concubinato.