Autor
Trabajó toda su vida de juez de primera instancia, y luego de magistrado en Barcelona. Desde muy joven empezó a interesarse por los tebeos y la temática criminal en la literatura. Ya en los años 70, escribía artículos sobre historieta para diversas revistas del medio, como «Sunday Cómics».
En 1980, publicó Los comics del franquismo, su primer libro; al que seguirían ensayos monográficos sobre Emilio Freixas (1982), Alex Raymond (1983) y Harold Foster (1983) para la colección Cuando el comic es nostalgia. También participó en la Historia de los Comics (1983) dirigida por Javier Coma para la Editorial Toutain con los artículos «El comic realista español desde 1950 hasta los últimos años 60», «De Mortadelo a Makoki: El humor y la sátira en los comics españoles de los últimos tiempos» o Los comics del Norte de Europa: Dinamarca, Suecia, Finlancia, en primer plano nórdico. También con Javier Coma, firmó el manifiesto «Ante un conato de degradación del significado cultural del cómic» (1983).
Al mismo tiempo abordaba la novela popular en títulos como Los mitos de la novela criminal (Planeta, 1981), Héroes de la aventura (Planeta, 1983), Espías de ficción (Planeta, 1985), De la novela policíaca a la novela negra (Plaza y Janés, 1986) y La novela policíaca en España (Ronsel, 1993).
En 1998, apareció una monografía titulada Los cómics gay dentro de la Biblioteca del Dr. Vértigo de Glénat, firmada por un tal Santi Valdés, que también se le atribuye. En cualquier caso, volvió a tratar de la historieta en Los tebeos de aventuras en 200 portadas (1999, Glénat).
Sus últimos libros fueron Héroes y enamoradas. La novela popular española (2000, Glénat) y Las novelas de aventuras en 250 portadas (2003, Glénat).
BIBLIOGRAFÍA GENERAL
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CONCLUSIÓN
El irrealismo dirigido del cómic aventurero, con la subsunción de los principios ideológicos del régimen franquista y el realismo crítico de la historieta de humor, resultan pues las características más acusadas del cómic español de la era de Franco, acentuadas especialmente en sus primeros tiempos y suavizadas por los mecanismos burocráticos y por la inexorable evolución en la última etapa, pero sin duda, base y punto de partida de todo el cómic posterior, todavía en formación, que, desechando los factores negativos y aprovechando las cualidades positivas del anterior, debe desarrollarse ahora ya con libertad ideológica, para llevar a feliz meta el ansia de superación de sus actuales figuras.
1. LOS GÉNEROS
Los condicionantes connaturales al modo de utilización del lenguaje de los cómics son sin duda los menos importantes, dado que ofrecen posibilidades electivas respecto a los elementos formales de la historieta.
Es ya clásica, en este punto, la diversificación del cómic en dos alternativas que responden a las dos posibilidades narrativas del grafismo que utiliza como uno de sus esenciales elementos. Se distingue así el cómic realista, también denominado, por su temática general, cómic de aventuras, que intenta reproducir gráficamente la realidad con la máxima fidelidad posible, del llamado cómic humorístico, cuya iconografía distorsiona la realidad en aras de un resultado festivo con contenido crítico, irónico o simplemente gracioso.
En general, ambas clases de cómic tienen además una Estructura interna diferente, pues mientras el primero de ellos requiere un espacio relativamente amplio, una continuidad imprescindible para plasmar los sucesivos momentos de la acción y para reflejar la idiosincrasia de los personajes al cómic humorístico le es suficiente presentar un gag, una situación autoconclusiva e independiente capaz de hacer sonreír al lector, si bien la sucesión de diversos gags de un mismo personaje permitirán también definir el carácter de éste.
Ambos géneros de cómic no están sin embargo absolutamente divorciados, sino que la especialización temática dentro de cada uno de ellos ha derivado hacia el nacimiento de subgéneros que en general no se integran plenamente en ninguno de aquellos dos grandes campos. Y no se trata ya de la realización de cómic aventurero con grafismo irreal o caricaturesco al estilo de la escuela belga, o de cómic humorístico con dibujo realista como en algunas strips americanas, sino, sobre todo, de la creación de nuevas posibilidades narrativas a través de diversas combinaciones temáticas e iconográficas.
Durante el período franquista florecen especialmente dos de estos híbridos subgéneros logrando una pujanza y una personalidad dignas de ser tenidas en cuenta. Se trata del cómic femenino, que relata anécdotas graciosas o de tipo romántico y sentimental utilizando un grafismo realista que destaca los detalles de confort y modernismo de la vida cotidiana, y del cómic netamente infantil, emparentado en su temática con el cuento para niños, que incide en el relato aventurero o humorístico con gran simplicidad y asepsia, protagonizado muchas veces por animales antropomorfos, o al menos parlantes, o por seres irreales, mediante un dibujo deformante.
Se infiere de todo ello que el cómic aventurero inventa una realidad artificial e inexistente, poniendo a su servicio todos los medios a su alcance para darle visos de verosimilitud y obtener un resultado convincente. El cómic humorístico reproduce una realidad natural y existente disimulándola con la distorsión del grafismo y la exageración de situaciones.
El cómic femenino recrea una realidad existente sublimándola hasta hacerla artificial. El cómic infantil inventa una realidad artificial e inexistente acentuando su artificiosidad e inexistencia.
Se hace conveniente por ello el tratamiento separado de cada una de estas clases de historietas, pues su distinto planteamiento y contenido han de conducir forzosamente a conclusiones diversas.