Juan Bautista Yofre - El escarmiento
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- Libro:El escarmiento
- Autor:
- Editor:ePubLibre
- Genre:
- Año:2011
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El escarmiento: resumen, descripción y anotación
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Desde 1976 trabajó en Radio Municipal de Buenos Aires y en el diario Clarín.
Hacia 1979 se radicó en Washington D. C. para desempeñarse en el Banco Interamericano de Desarrollo y en la Organización de Estados Americanos.
En 1982, retornó a la Argentina y se incorporó a la redacción de la agencia Noticias Argentinas. Más tarde, en 1984 ingresó al diario Ámbito Financiero para hacerse cargo de la sección política del matutino. Yofre cursó el Colegio Militar de la Nación sin llegar a graduarse.
Como cronista de Ámbito Financiero acompañó a Carlos Menem en su gira proselitista, con vistas a las elecciones presidenciales de 1989, tiempo en el que entraron en confianza.
A pesar de su pasado militante en la Unión Cívica Radical, Menem del Partido Justicialista lo convocó para que se incorporase a sus filas. Luego de asumir el gobierno, lo designó al frente de la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE) en julio de ese año. A comienzos de 1990, las fuertes disputas internas en el gobierno determinaron su salida.
Luego, cumplió funciones como embajador en Panamá, hasta 1992. Ese año, se hizo cargo de la Embajada argentina en Portugal; cesó en el cargo en 1993. A su regreso, Menem lo designó asesor presidencial, con rango de Secretario de Estado, se desempeñó en ese puesto hasta 1998, cuando renunció. Por esa primera destinación tuvo que declarar en el caso del tráfico de armas a Croacia, ya que oficialmente el embarque de armamento tenía como destino el país del canal interoceánico.
A partir de los años 2000, se dedicó a escribir libros sobre historia argentina contemporánea, respecto a su visión particular de la historia argentina Yofre protagonizó polémicas declaraciones en las que justificó el terrorismo de Estado amparado en la teoría de los dos demonios. En 2006, Tata Yofre en un «microemprendimiento criminal» con su compañero policía Pablo Carpintero y el periodista Héctor Alderete (director del portal de noticias Seprín [Servicio privado de inteligencia]). y el espía Iván Germán Velázquez, utilizando software de espionaje de propiedad del Estado nacional, entraban en las casillas de correo electrónico de manera clandestina y copiaban la información sustraída «en modo espejo» espiando a funcionarios nacionales entre ellos a la presidenta Cristina Férnandez de Kirchner, Jorge Capitanich, entre otros. para capturar de manera ilegal los mensajes de correo electrónico y las comunicaciones telefónicas de varios políticos, empresarios y periodistas argentinos: En 2012 la jueza federal Sandra Arroyo Salgado determinó que Yofre es quien se encontraba a la cabeza de una organización que desde agosto de 2006 y hasta junio de 2008, de una empresa criminal que con un fin lucrativo operó dedicada a la procuración, búsqueda, sustracción, revelación y comercialización ilegal de datos, archivos e información de diversa índole: político, social, militar y económicos.
En 2017 Héctor Pedro Vergez contó sobre la responsabilidad de Yofre en las negociaciones por la venta de los archivos del Batallón de Inteligencia 601 del Ejército Argentino, supuestamente adquiridos por el expresidente Carlos Menem, según Vergez la negociación estuvo a cargo de Juan Bautista Yofre y Fabián Doman.
En 2008, Yofre fue procesado por la justicia argentina junto a otros ocho acusados por espionaje a los gobiernos de Néstor Kirchner y de Cristina Fernández de Kirchner en una causa que se encuadra en las figuras de asociación ilícita y encubrimiento agravado.
La Cámara Federal de Apelaciones de San Martín investigó y proceso al exjefe de la SIDE, Juan Bautista Yofre; junto con el expolicía aeroportuario Pablo Alfredo Carpintero, al general del Ejército Daniel Manuel Reimundes; así como los periodistas Carlos Orlando Pagni (columnista de La Nación), Edgar Mainhard (Urgente 24), y Roberto García (columnista del diario Perfil).
La Cámara sostuvo que se tiene por acreditado que, al menos desde agosto de 2006 hasta agosto de 2008, los integrantes de la asociación ilícita interceptaron e-mails «de distintos funcionarios del gobierno nacional» Según confirmó la cámara, Yofre utilizaba contactos en la SIDE para obtener mecanismos de inteligencia. Fue embargado por 400 mil pesos.
Fue sobreseído en 2016 al considerar los camaristas que el invocado espionaje no era una violación de secretos de Estado a tenor de la Ley de Espionaje, destacándose que los correos electrónicos interferidos no contenían información susceptible de ser considerada secretos de Estado, bajo la citada ley.
¿Por qué los historiadores o los cronistas le han dedicado tan poco espacio a los últimos doce meses de vida de Juan Domingo Perón? ¿Qué misterio encierra este período en la vida del líder político más importante de la Argentina del siglo XX? Justamente, el tiempo en que llegó definitivamente a su país tras muchos años de exilio y, además, cuando accede a su tercer período de gobierno constitucional.
Quizás algunos respondan que no quieren desempolvar los viejos documentos, refrescar la memoria, porque Perón llegó cargado de compromisos. Una suerte de equeco que traía entre sus ropas ataduras indescifrables y alianzas difíciles de explicar.
¿Qué político no asume compromisos para llegar o volver al poder? Todos… los que llegan. Pero una vez instalado en el centro de la escena, el político comienza a ejercer el mando con lo que cuenta, con los que quiere y lo siguen, en el momento que vive, dentro de la sociedad que debe conducir.
El Perón que bajó del avión en Morón (y no en Ezeiza) el 20 de junio de 1973 sabe a qué sitio llega. Algunos aseguraron que no tenía una real dimensión del drama en que se sumergía. Muchos me dirán que era un lugar diferente del que tuvo que partir en 1955.
Eso no lo puedo dilucidar yo, lo tiene que decir usted, el lector.
Para anticipar en parte una respuesta digamos que Perón era el mismo: por sobre todas las cosas, un oficial del Ejército Argentino que lo primero que buscó fue volver a vestir el uniforme que le habían quitado. Después levantó la mirada y se encontró con su país en condiciones deplorables, en estado de ebullición y claramente asolado por vientos que no venían ni del sur ni del norte argentino. En esa Argentina de 1973, sumergida en la Guerra Fría, soplaban vientos que mucho tenían que ver con «ideologías foráneas», dispuestas a todo, como le gustaba decir. A éstas les presentó una barrera infranqueable con la ayuda de la ortodoxia. No lo digo yo, lo decía Perón: «Ellos creían que yo era uno de los de ellos pero yo no era uno de ellos, yo era uno de los nuestros», entendiendo por «nuestros» a la ortodoxia, a los peronistas verdaderos.
Luego va a estar el Perón que muchos imaginaron o quisieron imaginar para sus propios fines, propugnando una «patria socialista». Es un Perón inventado. Era «un Perón que no nos gusta», tal como dijo Mario Eduardo Firmenich cuando el líder se mostró tal cual era y comenzó a hablar y a actuar. En gran medida ese es el relato de este libro. El escarmiento es la historia del castigo a aquellos que lo desafiaron, incluso con las armas. Hasta su último día intentó encarrilarlos dentro de la sociedad con la ley en la mano. Dentro de las tantas constancias de que no eran peronistas está el «Anexo» del presente libro. Por las condiciones en que fue escrito es duro leerlo, pero está ahí: es parte de la historia y no me es dado cambiarlo.
Del texto de la crónica surge, también, un reconocimiento a Ricardo Balbín, un hombre que en el pasado lo había enfrentado y por ello sufrió la cárcel. Algunos no lo entendieron cuando tuvo que saltar una cerca, en noviembre de 1972, para decirle a su viejo adversario que así no se podía seguir viviendo. No hicieron falta muchas palabras porque los dos entendieron lo mismo y se abrazaron. Tras ese abrazo se «amigó» gran parte de la sociedad.
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