Título original: Los aztecas
Manuel Ballesteros Gaibrois & Miguel León-Portilla, 1985
Editor digital: Titivillus
ePub base r2.1
Notas
[1] Decimos generalmente aztecas pero lo correcto es azteca, palabra que es ya el plural de aztecalt.
[1] Otra cita tomada de un manuscrito, de la relativamente abundante literatura histórica en lengua mexicana. Entre otros testimonios están los de la ya mencionada Crónica Mexicáyotl, Anales de Cuauhtltlán, Anales de Tlatelolco, Historia Tolteca-chichimeca.
Entrega n.º 27 de la colección Cuadernos Historia 16 dedicado a los aztecas.
Manuel Ballesteros Gaibrois & Miguel León-Portilla
Los aztecas
Cuadernos Historia 16 - 027
ePub r1.0
Titivillus 18.10.2021
Los aztecas
Tlaloc, dios de la lluvia.
Pocos pueblos pueden presumir de haber conseguido tanto en tan poco tiempo como el pueblo azteca. La grandeza de la ciudad de Tenochtitlán que tanto maravillara a Cortés y a sus hombres cuando hacen su aparición en la capital azteca en 1520 era el resultado de pocos años de historia.
La historia azteca se pierde en la leyenda y en los mitos, como muchas otras historias de pueblos y civilizaciones. Hay datos que son sin embargo rigurosamente históricos: los aztecas forman parte de esos grupos de pueblos emigrantes provenientes de la zona del gran Lago Salado, en las proximidades del desierto de Utah. Tras una lenta marcha a través de Nuevo México donde se instalan, en cuevas, se produce una nueva emigración hacia el sur-este hacia el altiplano de México. Antes de los aztecas han llegado otras oleadas de grupos también nahuas —los toltecas— que en breve tiempo han asimilado las técnicas agrícolas y la cultura de los pueblos allí asentados. Cuando lleguen los aztecas a la orilla de la laguna tendrán que soportar el desprecio y el vasallaje de los que les precedieron. Estamos en torno al año 1215.
En poco tiempo van a cambiar las cosas, sin embargo. Este pequeño grupo de recién llegados, a través de una organización social y económica sumamente rígidas y con un hábil sistema de alianzas y matrimonios de sus clases dirigentes, logrará en poco tiempo imponerse a todos los demás grupos. Establecidos en el islote central de la laguna, fundan Tenochtitlán que poco a poco va a ir constituyéndose en un importante centro hasta alcanzar el desarrollo y urbanismo que provocó la admiración de Cortés y su gente.
Los aztecas consiguen entre los años 1400 y 1500 controlar un amplio territorio que va desde el Atlántico hasta el Pacífico, con varios millones de personas como tributarios. Pocos pueblos en la historia de la humanidad lograron controlar tantas tierras y tantos hombres en tan corto espacio de tiempo. En las páginas que siguen se expone con detalle su historia, su sistema social y económico y su complejo mundo religioso.
Dios azteca encontrado en las excavaciones del Templo Mayor.
Urna ceremonial (izquierda) . Máscara de piedra verde (derecha) .
Una civilización guerrera
Por Manuel Ballesteros Gaibrois
Catedrático de Historia de América Prehispánica.
Universidad Complutense de Madrid
P UEDE afirmarse con seguridad que del pueblo azteca sólo tenemos certeza histórica de los hechos de un siglo antes de la llegada de Cortés y sus hombres a las costas del golfo, en donde hoy está situada Veracruz. Todo lo anterior se debate entre las nieblas del mito y las certezas objetivas de la arqueología. Parece como si los pueblos del Anahuac («el lugar donde hay agua» = lagunas) se empeñaran voluntariamente en cruzar las pistas que ha de seguir el investigador para averiguar de dónde vinieron, por dónde entraron y cuándo sucedió todo esto. Mezclan su propia historia de tribu con la de los otros pueblos con ellos emparentados lingüísticamente.
Ellos se llamaron a sí mismos nahua, porque hablaban el nahuatl, pero cuando narran su propia historia, se dan varios nombres, siendo el principal el de mexica, como pueblo, o el de azteca «hombres de Aztlán», lugar o provincia a la que pertenecieron cuando eran parte del imperio tolteca y como estirpe los tenochca o seguidores del caudillo Tenoch. Pero también narran que en un tiempo fueron chichimeca o pueblos cazadores, lo que hace referencia a su etapa de emigrantes. También se dieron el nombre —pero por presunción de pertenecer a una estirpe ennoblecida— de culhúas, haciendo referencia, como se verá, a Culhuacán. De esta intrincada maraña de nombres, que hacen memoria de etapas de su peregrinar y establecimiento, no se podría salir sin la esclarecedora ayuda de la lingüística. Veamos cómo.
Los lingüistas no son historiadores, sino que éstos sacan sus conclusiones de las informaciones que aquéllos les dan. Los lingüistas han establecido, después del estudio minucioso de todos los dialectos e idiomas desde México hacia el norte, que la lengua nahua tiene parentesco con indígenas muy septentrionales, estableciendo así la gran familia yute-azteca, integrada por gran número de lenguas. Los ute o payute estaban situados en la zona del gran Lago Salado, junto al desierto de Utah. Grupos emigrantes de esta zona se fueron desplazando hacia el sur-oeste, para emprender luego la ruta sur-oeste-sur-este, dejando grupos de dialectos emparentados. Emigración lenta, de siglos, en que van cazando o aprendiendo rudimentarias prácticas agrícolas, pero sin perder las lenguas originales, más o menos diversificadas en dialectos. Hay, pues, un flujo, quizá desde el siglo VIII de la era cristiana, de pueblos que buscan zonas más benignas. En este estado emigratorio todos son chichimeca, cazadores y depredadores.
(Derecha) Sepelio azteca (códice Magliabecchi, Biblioteca Nacional, Florencia).
Presentación de ofrendas, alguna humana, ante el dios (códice Magliabecchi) (Izquierda) .
La derivación general hacia el sur produce diversas oleadas, la más importante antes de los azteca es la que después se denominará tolteca, no por su procedencia, sino porque fundan la ciudad de Tollan, desde la cual, levantando templos a su dios Quetzalcoatl («serpiente emplumada» o «de plumas»), unifican todas las tierras, desde el norte actual de México hasta la zona central de las múltiples lagunas, o Anahuac). Pero estas primeras oleadas ya eran nahuas y el hecho de que se den diversos nombres a cada una de las tribus emigrantes no quita que todos fueran étnicamente hermanos y hablaran una misma lengua, o dialectos derivados de ella. Esto explica que las tradiciones emigratorias, que luego los azteca atribuyen a ellos solos, sean en realidad comunes a todos los invasores o bárbaros del norte.
El origen, pues, de los azteca está íntimamente ligado con el de las emigraciones de pueblos —