Manuel Ballesteros Gaibrois - Los Mayas
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- Libro:Los Mayas
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- Editor:ePubLibre
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- Año:1985
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Título original: Los Mayas
Manuel Ballesteros Gaibrois & Miguel Rivera Dorado, 1985
Editor digital: Titivillus
ePub base r2.1
Entrega n.º 16 de la colección Cuadernos Historia 16 dedicado a la cultura maya.
Manuel Ballesteros Gaibrois & Miguel Rivera Dorado
Cuadernos Historia 16 - 016
ePub r1.0
Titivillus 25.02.2022
L OS investigadores europeos han sido proclives a considerar las civilizaciones que surgieron en América antes de Cristóbal Colón como manifestaciones culturales ligadas al llamado mundo primitivo. Por ello suelen todavía ser clasificadas entre las que fueron descubiertas a la curiosidad renacentista por la expansión iniciada con los viajes y exploraciones del siglo XV. Desde esta errónea perspectiva, la apreciación de las realizaciones indígenas quedó relegada primero a los gabinetes de historia natural y luego a las instituciones dedicadas al estudio del hombre. Tal prejuicio, no exento de arrogancia, está anclado en el cientifismo decimonónico y en el etnocentrismo característico de las sociedades colonialistas que basan el progreso en los avances materiales y tecnológicos.
Felizmente, ideas tan poco sensatas están empezando a desaparecer de los manuales y de las cátedras universitarias. No es ajeno a ello el cambio experimentado por las ciencias sociales e históricas, aunque también es cierto que el profundo conocimiento que ahora tenemos de las viejas civilizaciones del Nuevo Mundo permite corregir muchas afirmaciones precipitadas sobre el lugar que les correspondía en la historia universal. En efecto, el salto cualitativo que se ha dado en los últimos veinte años respecto a lo que podríamos llamar el análisis del modo de vida de las sociedades precolombinas, protagonizado sin duda por arqueólogos y antropólogos culturales, es de tal envergadura que ahora, por fin, nos hallamos en condiciones de trastocar las clasificaciones pretéritas e incluir a aquellos pueblos entre los de la antigüedad mediterránea y oriental.
Mayas, incas, aztecas, mochicas, olmecas, teotihuacanos, zapotecas o tiahuanacotas deben ocupar su sitio junto a egipcios, fenicios, sumerios, griegos, hititas o chinos. Antes que nadie son los españoles quienes deben reconocerlo así, siguiendo el ejemplo de sus antepasados del siglo XVI, y extender el conocimiento de unas sociedades a las que avasallaron en la misma medida en que ayudaron a su perpetuación a través de las instituciones coloniales, de las crónicas y del mestizaje.
Vista general del llamado Palacio en Palenque, una de las construcciones más espectaculares de la cultura maya.
América empieza en el Polo Norte y termina en el Polo Sur, o viceversa, y en tantos miles de kilómetros del colosal continente se cuentan otros tantos miles de paisajes diferentes, con habitantes antiguos y modernos que han producido maneras diversas de adaptarse al medio y singulares manifestaciones de su especial inquietud por uno u otro de los aspectos de la cultura. Quiero decir que hay gentes nómadas dedicadas a la caza y que apenas dejan o han dejado huellas materiales de su paso, y otras que en rincones favorables o sobre el rudo suelo del páramo elevaron sorprendentes ciudades y tuvieron complicados sistemas de gobierno.
Dos áreas componen la llamada América Nuclear, donde surgieron en la antigüedad los estados más poderosos y las civilizaciones más florecientes: Mesoamérica, es decir, gran parte del territorio actual de México, Guatemala, Belice, Honduras y El Salvador; y los Andes Centrales, con Perú y parte de Bolivia. En esas vastas superficies, y en casi tres milenios de civilización prehispánica, destaca un pueblo que vivió oculto entre la frondosa vegetación de las selvas tropicales, que alcanzó altas cimas intelectuales y artísticas, y cuyo momento de mayor apogeo se quebró súbitamente sin que nadie haya encontrado explicación plausible a la formidable catástrofe tras la cual quedó el vacío y la desolación.
Los mayas, un nombre que evoca misterios y enigmas que parecen insolubles, pero también una escultura y una pintura exquisitas, decenas de hermosas ciudades engullidas por la jungla, altísimas pirámides sobresaliendo por encima de la maleza, la única escritura verdadera que inventaron los indígenas precolombinos, y una férrea voluntad de libertad e independencia que transformó la empresa de la conquista de Yucatán en una de las más costosas, dilatadas y sangrientas acciones militares que llevaron a cabo los españoles.
Imposible describir en el corto espacio de estas páginas todas las realizaciones y logros de la civilización maya. Pese a todo, resumiremos lo mejor posible la historia maya, hablaremos de su economía, de su organización social, de su religión, de su cultura, de sus increíbles realizaciones artísticas, de su obsesión por la medición del tiempo. Y de los enigmas que todavía plantea la civilización maya, sin duda la más avanzada y rica del continente americano antes de la llegada de los europeos.
Estela de Ceibal, en la actual Guatemala.
Doble página del códice Trocortesiano conservado en el Museo de América, Madrid.
Por Miguel Rivera Dorado
Profesor de Arqueología Americana. Universidad Complutense de Madrid
P ARA muchos arqueólogos, lo que caracteriza a la civilización maya es el conjunto de los cuatro rasgos culturales siguientes: una escritura jeroglífica que tiene más de setecientos signos diferentes, un procedimiento particular de cubrir los edificios mediante la aproximación de hiladas y el hormigón, un complejo escultórico y ritual que incluye en asociación estelas y altares, y un sistema de medir el tiempo que parte de un punto inicial o «comienzo de era». Es evidente que hay que reconocer además como típicamente maya el estilo artístico que se desarrolló en una región de las tierras bajas tropicales mesoamericanas durante más de mil años, así como ciertos patrones de asentamiento sociales, políticos y religiosos. El territorio cubierto por tales manifestaciones es el de los estados mexicanos actuales de Yucatán, Campeche, Quintana Roo y zonas de Chiapas y Tabasco, con los departamentos guatemaltecos del Petén e Izabal, el noreste de Honduras y la colonia británica de Belice, Todo él se sitúa por debajo de los 1.000 metros de altitud, tiene altas temperaturas durante todo el año y una abundante vegetación natural que no tolera las heladas.
Los tres periodos en que se divide la evolución de la cultura maya son: el Formativo o Preclásico, entre el siglo X a. C. y el siglo III d. C.; el Clásico, entre los siglos III y X d. C.; y el Posclásico, entre el siglo X d. C. y la conquista española.
Durante el Formativo, gentes que bajan del altiplano de Guatemala van ocupando las orillas de los grandes ríos y lagos del Petén. Vestigios de sus aldeas han sido identificados en sitios como Altar de Sacrificios y Ceibal, en los ríos de la Pasión y Usumacinta. Estos grupos igualitarios, que cultivan la tierra y poseen cerámica, se extienden poco a poco hacia las selvas interiores fundando nuevos poblados, y en ese momento, pocos siglos antes de la Era cristiana, reciben aportaciones de la cultura de Izapa, cuyo ámbito de expansión llegaba desde la costa del Pacífico de Chiapas hasta el lugar de Kaminaljuyú en los altos. Estimulados por estas influencias, los mayas construyen los primeros templos sobre basamentos piramidales e inician los procesos de diferenciación social que habían de culminar en el período siguiente.
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