Siglo XXI / Serie Historia
Marcos Roitman Rosenmann
Por la razón o la fuerza
Historia y memoria de los golpes de Estado, dictaduras y resistencias en América Latina
Versión corregida y aumentada
No ha habido rincón del planeta que, en las últimas cinco décadas, haya sido más castigado por los golpes de Estado que el continente Latinoamericano, golpes que han contado con la promoción y el aval de Estados Unidos. Durante estos cincuenta años los modos en que se ha depuesto a la democracia se han transformado radicalmente: hoy las técnicas son mucho más refinadas, sibilinas; los golpes se ejecutan desde los despachos de los poderes industriales y financieros, con la connivencia de jueces y Policía, con la aprobación de instituciones ajenas a las urnas.
Desde el derrocamiento de Árbenz en Guatemala, pasando por la toma del Palacio de la Moneda y la muerte del presidente Allende en Chile, hasta la autoproclamación de Guaidó en Venezuela con el respaldo de Estados Unidos y sus aliados, Por la razón o la fuerza ofrece el descarnado relato de los golpes y ataques a la democracia en América Latina. En él, Marcos Roitman, uno de los más perspicaces analistas de la realidad política latinoamericana, nos invita a revisar la historia y memoria de los golpes de Estado, las dictaduras y las resistencias para arrojar luz sobre un presente marcado, hoy como ayer, por militares, políticos e intereses comerciales que siguen abriendo las venas de América Latina.
Marcos Roitman Rosenmann es profesor titular de Sociología en la Universidad Complutense de Madrid y profesor e investigador invitado en la Universidad Nacional Autónoma de México así como docente en diferentes centros de América Latina. Columnista del periódico La Jornada de México y Clarín digital de Chile, entre sus últimos títulos publicados destacan El pensamiento sistémico. Los orígenes del socialconformismo (2003), Las razones de la democracia en América latina (2005), Pensar América Latina: el desarrollo de la sociología latinoamericana (2008), Democracia sin demócratas y otras invenciones (2008), Indignados: el rescate de la política (Akal, 2011), Tiempos de oscuridad (Akal, 2013) y La criminalización del pensamiento (2017).
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RAG
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© Marcos Roitman Rosenmann, 2019
© Siglo XXI de España Editores, S. A., 2019
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ISBN: 978-84-323-1968-6
A todas las víctimas que sufren la persecución anticomunista, dan sus vidas y combaten la explotación capitalista. A los trabajadores de Nuestra América que luchan por romper la dependencia imperialista.
INTRODUCCIÓN
Controla los alimentos y controlarás a la gente, controla el petróleo y controlarás las naciones, controla el dinero y controlarás el mundo.
Henry Kissinger, secretario de Estado norteamericano, 1973
La historia de América Latina está llena de sobresaltos. Por una parte, las luchas democráticas, los avances en los derechos políticos y sociales; por otra parte, los procesos de involución. Las burguesías latinoamericanas, cuando han sido derrotadas en las urnas, no han tenido rubor en acudir a la técnica del golpe de Estado para mantener sus privilegios de clase. Parecen no aceptar las reglas del juego. Su comportamiento antidemocrático es una de sus señas de identidad.
Los golpes de Estado son recurrentes en la historia del continente. Sus formas evolucionan, al igual que los dispositivos para su realización. No se trata de una excepcionalidad. Asistimos a un cambio de estrategia. El impeachment, un recurso jurídico pensado para hacer frente a conductas deshonestas e impedir prácticas corruptas de los presidentes, se tuerce. Se trasforma en un arma arrojadiza utilizada para romper el orden constitucional judicializando la política. Su puesta en escena requiere una gran movilización de instituciones: el poder legislativo, el poder judicial, fiscales, abogados y magistrados de la corte suprema, sin menospreciar la retaguardia, medios de comunicación de masas, redes sociales, tertulianos, dirigentes sindicales, líderes de opinión, ideólogos.
La destitución de la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff es un claro ejemplo de lo apuntado. Se ponen en funcionamiento todos los dispositivos. Si en principio el impeachment fue considerado un factor de corrección para conductas autocráticas, hoy «describe una forma de guerra asimétrica. Una guerra jurídica que se despliega a través del uso ilegítimo del derecho interno e internacional con la intención de dañar al oponente, consiguiendo así la victoria en un campo de batalla de relaciones políticas públicas, paralizando política y financieramente a los oponentes o inmovilizándolos judicialmente para que no puedan conseguir sus objetivos, ni presentar sus candidaturas a cargos públicos».
Asimismo, en una maniobra para eliminar la cara más canalla y repudiada de los golpes de Estado, la violencia directa acompañada de represión, tortura y asesinato político, el impeachment pierde su sentido y emerge como una forma «limpia» e indolora de golpe de Estado. No se trata del «caso Watergate», cuyo efecto fue la renuncia del presidente Richard Nixon ante la sola posibilidad de ser sometido al impeachment. El escarnio público fue castigo suficiente para provocar su caída.
Guerra asimétrica, guerra jurídica, lawfare (recurriendo al anglicismo): todo conduce al golpe de guante blanco. Eufemismo para señalar una cirugía indolora. Bien había señalado Kissinger, secretario de Estado en el gobierno republicano de Richard Nixon, al referirse al dictador Augusto Pinochet: «Pedimos un cirujano y contratamos un carnicero».
Los golpes blandos conllevan procesos desestabilizadores cuyo fin es desgastar, horadando los cimientos del poder constitucional. El ejercicio de la violencia, como una actividad complementaria al impeachment, le da el empaque necesario para crear una situación de caos, inestabilidad o catástrofe humanitaria. La desestabilización en la acción de organizaciones civiles, amas de casa, trabajadores de la administración, sectores medios, organizaciones empresariales, profesionales, ONG, medios de comunicación de masas, estudiantes, sindicatos independientes…, es la estrategia concebida como «lucha no violenta». El llamado por uno de sus ideólogos, Gene Sharp, desafío político. Su operatividad consiste en deslegitimar el gobierno y consolidar los apoyos al golpe blando. La violencia posterior se articula y reorienta a través de grupos paramilitares, sicarios, servicios de inteligencia, bandas del crimen organizado, grupos neonazis y anticomunistas. El asesinato en Honduras de la líder y fundadora del Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas, premio Goldman en 2015, Berta Cáceres, se inscribe en esta forma de violencia selectiva. Sin embargo, han sido decenas los ajusticiamientos de dirigentes sindicales, líderes campesinos, estudiantiles y periodistas que han defendido la democracia y los derechos sociales, políticos, étnicos, de género y culturales en Honduras en estos años de posgolpe blando. Desde el año 2009, fecha en la cual se derrocase al presidente Manuel Zelaya, han caído víctimas de atentados 57 periodistas. La Federación Internacional de Derechos Humanos (FIDH) subraya en su informe sobre Honduras: «Crímenes de persecución política, asesinatos, desapariciones forzadas, crímenes sexuales, de género y desplazamiento forzado fueron cometidos de forma sistemática como consecuencia del golpe de Estado de 2009. El golpe destruyó el Estado de derecho en Honduras. Destrozó la confianza de la ciudadanía en las instituciones judiciales y de seguridad».