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Oriana Fallaci - La fuerza de la Razón

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Oriana Fallaci La fuerza de la Razón
  • Libro:
    La fuerza de la Razón
  • Autor:
  • Editor:
    ePubLibre
  • Genre:
  • Año:
    2004
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La fuerza de la Razón: resumen, descripción y anotación

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La génesis de La fuerza de la Razón es tan sorprendente como su contenido - photo 1

La génesis de La fuerza de la Razón es tan sorprendente como su contenido. Oriana Fallaci quería entregarnos sólo un post-scriptum titulado Dos años después, es decir un breve apéndice a la trigésima edición de La rabia y el orgullo. (Más de un millón de ejemplares vendidos en Italia, superventas en los numerosos países en los que ha sido traducido). Pero cuando terminó su trabajo se dio cuenta de que había escrito otro libro.

Esta vez, Oriana Fallaci parte de los inciviles ataques y de las amenazas de muerte que recibió por La rabia y el orgullo e, identificándose con un tal Mastro Cecco, que por culpa de un libro en 1328 fue quemado vivo por la Inquisición, se presenta como una Mastra Cecca que siete siglos después, herética irreductible y reincidente, sigue sus pasos.

Entre la primera y la segunda hoguera, un rigurosísimo análisis de lo que llama el Incendio de Troya, es decir, de una Europa que, a su juicio, ya no es Europa, sino que se ha convertido en Eurabia, colonia del Islam. (E Italia en un baluarte de dicha colonia). Un análisis en clave histórica filosófica moral y política, afrontando, como en ella es habitual, temas que nadie se atreve a abordar y sometiéndolos a su impecable lógica. La fuerza de la Razón es un himno a la razón y a la verdad. En ella, el lector encontrará un pozo de ideas y noticias expresadas incluso por medio de vivencias personales. (Inolvidable el capítulo en el que Fallaci se declara atea cristiana). Encontrará también una extraordinaria madurez de pensamiento y páginas de un humorismo irresistible. (Véase, por ejemplo, las «cartitas, la crónica imaginaria del auto de fe en el que es quemada viva Mastra Cecca). Pero sobre todo encontrará el lector el valor y la nobleza de ánimo que tanto necesitamos hoy. Nos sentimos orgullosos de publicar este gran libro del que Oriana Fallaci dice simplemente: «Escribirlo era mi deber».

Oriana Fallaci La fuerza de la Razón ePub r11 Bacha15 171214 Título - photo 2

Oriana Fallaci

La fuerza de la Razón

ePub r1.1

Bacha15 17.12.14

Título original: La Forza della Ragione

Oriana Fallaci, 2004

Traducción: José Manuel Vidal

Editor digital: Bacha15

ePub base r1.2

ORIANA FALLACI 1929-2006 Florentina ha sido definida como uno de los - photo 3

ORIANA FALLACI 1929-2006 Florentina ha sido definida como uno de los - photo 4

ORIANA FALLACI, (1929-2006). Florentina, ha sido definida como «uno de los escritores más leídos y amados del mundo» por el rector del Columbia College de Chicago que le concedió el doctorado honoris causa en Literatura. Como corresponsal de guerra cubrió los principales conflictos bélicos de nuestra época, desde la guerra de Vietnam a Oriente Medio. Entre sus libros principales, Carta a un niño que no llegó a nacer (1975), Un hombre (1979), Inshallah (1990) y la trilogía formada por La rabia y el orgullo (2001), La Fuerza de la razón (2004) y Oriana Fallaci se entrevista a sí misma. El Apocalipsis (2004).

Notas
A los lectores

Hace tres meses dediqué este libro a los muertos de Madrid. Desde entonces, el número de los occidentales asesinados por los enemigos de nuestra civilización ha aumentado mucho. Esta dedicatoria tengo que hacerla extensiva.

La extiendo a Nick Berg, el cordero degollado con el cuchillo del sacrificio halal por las Brigadas Verdes de Mahoma. Una de las bárbaras bandas que los falsos pacifistas es decir los colaboracionistas, los traidores, respetan y apoyan y definen como «guerrilleros de la resistencia iraquí». La extiendo a Paul Johnson, el ingeniero decapitado de la misma forma en Riad por el grupo saudita de Al Qaida. La extiendo a Kim Sun, el intérprete surcoreano decapitado de la misma forma por la misma gente. La extiendo al periodista Daniel Pearl, una de las primeras victimas de su ferocidad, también él decapitado. La extiendo a todos los demás ciudadanos americanos, ingleses, canadienses, daneses, franceses, polacos, alemanes, japoneses, rusos, coreanos o turcos que son secuestrados a diario en Irak y a menudo degollados como cerdos y después abandonados al borde de un camino como basura. La extiendo a los Marines cuyos cadáveres son mutilados, despedazados y después exhibidos a trozos mientras la canalla devota de Bin Laden y de Sadam Husein exulta de alegría y de placer. Y todo esto sin que los falsos pacifistas expresen la indignación expresada por las personas civilizadas ante los abusos cometidos en la cárcel de Abu Graib.

La extiendo a todas las criaturas a las que los hijos de Alá masacran con sus kamikazes, sus atentados, la extiendo a todas las futuras víctimas de su ferocidad. La extiendo obviamente a nuestros muertos de Nasiriya, a los soldados italianos a los que los profesionales del cinismo y de la mentira llaman «tropas de ocupación». La extiendo al marinero Matteo Vanzan, que murió defendiendo su cuartel atacado. La extiendo al cocinero Antonio Amato, asesinado por las bárbaras bandas porque ejercía su humilde oficio en Arabia Saudita. La extiendo al expanadero Fabrizzio Quattrocchi que humillando la cobardía de nuestros traidores afrontó a sus verdugos diciendo: «Ahora vais a ver cómo muere un italiano». Y cuyo cuerpo fue abandonado a los perros que lo devoraron hasta dejarlo irreconocible.

Aquel Fabrizio Quattrocchi al que, por sus ideas políticas, ideas por mi combatidas toda la vida pero con las que no pocos diputados se sientan en el Parlamento, nuestras pávidas instituciones negaron los funerales de Estado e incluso el homenaje póstumo que en el Campidoglio se le ofrece a los difuntos actores de cine Aquel heroico hijo del pueblo en cuyas exequias no participaron ni el presidente de la República ni el alcalde diessino de su ciudad. Ni siquiera los familiares de los tres rehenes secuestrados junto a él. Y tampoco los representantes de la Izquierda. De ahí que lo que debía ser la acción de gracias de la Patria terminó en manos de los virgen-santísima de la otra acera.

La extiendo también a los ochocientos mil italianos que a pesar del tácito veto de las mortadelas en el poder en estos tres meses han comprado el libro y me han leído a la luz del sol. O en la oscuridad de las catacumbas, del vil silencio que nace del terrorismo intelectual del miedo con el que el nuevo fascismo pintado de rojo o de negro o de verde o de blanco, o de arco iris lava los cerebros y apaga las conciencias. La extiendo a cualquiera que de buena fe vegeta en la ceguera, en la sordera, en la ignorancia y en la indiferencia pero está dispuesto a despertarse para recobrar un poco de sentido común. Un poco de razón. Con la razón, un poco de coraje. Con el coraje, un poco de dignidad.

Cosas que vamos a necesitar y mucho. Cosas que cada vez necesitaremos más porque la guerra que nos ha sido declarada se recrudece de hora en hora. Y nos esperan días todavía más duros.

Oriana Fallaci

Junio de 2004

Prólogo

Hombre incisivo y mordaz, experto en Ciencias difíciles, de los jóvenes cultos muy amado y por el propio Papa Juan admirado y estimado, pero de envidiosos enemigos también muy odiado, Messer Francesco da Ascoli, más conocido como Mastro Cecco, escribió en 1327 un polémico ensayo que llamó «Sfera Armillare» (Esfera Armilar). Un ensayo en el que hablando de sus tiempos sostenía cosas tan del desagrado de la Inquisición como caras al pueblo sabio y a los sabios alumnos de la Escuela de Filosofía por él abierta en Florencia. Y como eso no le gustaba al Duque de Calabria, que amén de ser el Señor de la ciudad era el primogénito de Roberto de Anjou, rey de Nápoles, y todavía menos le gustaba a su primer ministro que amén de ser Monje Conventual era obispo de Aversa, el reo fue arrestado. Fue conducido a las cárceles florentinas del Santo Oficio y entregado a un tal Fray Accursio de la Orden de los Predicadores, por apostólica designación Gran Inquisidor de la Provincia Toscana. Por gente que no quería o no debía o no podía entender sus propuestas la «Esfera Armilar» fue, pues, examinada y juzgada como un libro impío, profano, indecente, abyecto, contrario a la fe ortodoxa, escrito por inspiración del Diablo, infectado de la más perniciosa herejía. Y cual inicuo hechicero, Mastro Cecca fue sometido durante varios meses a las más rigurosas torturas, además de ser conminado a reconocer sus culpas y abjurar de sus errores. Mas fue en vano. A cada tortura él respondía que no se trataba de culpas o de errores. Que esas cosas él las había dicho, las había escrito y las había enseñado, porque eran la verdad y porque él así lo creía.

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