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Sinopsis
Este es un libro sobre la VERDAD y todas nuestras ingeniosas maneras de evitarla a lo largo de la historia.
Se dice que vivimos en una era de la «posverdad». Estados Unidos tuvo un presidente que mentía abiertamente a diario (o que ni siquiera sabía lo que era cierto ni le importaba). Internet ha convertido nuestra vida cotidiana en una batalla de desinformación. La gente ya no confía en los expertos.
Pero, ¿de veras ha existido alguna vez una edad dorada de la veracidad? Como editor de la principal organización verificadora de datos independiente del Reino Unido, Tom Phillips se enfrenta a diario a absolutas sandeces. En este libro nos cuenta la hilarante historia de cómo los humanos nunca hemos dejado de mentirnos los unos a los otros (y a nosotros mismos) a lo largo de los siglos, y formula una pregunta importante: ¿cómo puede avanzar la humanidad hacia un futuro más veraz?
Verdad
Una breve historia de la charlatanería
Tom Phillips
Para mis padres, que siempre me han enseñado el valor de la verdad.
Aunque, para vuestra información, ya me he enterado de que
el Ratoncito Pérez erais vosotros.
Papá Noel se va a poner furioso cuando descubra
que me habéis mentido.
La contradicción más llamativa de nuestra civilización es la veneración fundamental por la verdad que profesamos y el profundo desprecio hacia ella que practicamos.
V ILHJALMUR S TEFANSSON,
Adventures in Error, 1936
Nota del autor
Este libro trata de cosas que no son ciertas. Por razones bastante obvias, esto significa que el año pasado viví en un estado de ansiedad casi permanente.
El libro se ocupa de la historia, y la historia es bastante caótica incluso en sus mejores momentos, y está plagada de verdades provisionales, medias verdades y mitos flagrantes. En mi libro anterior, que trataba del error, escribí que «las probabilidades de que este libro sobre las pifias no incluya ninguna pifia son francamente mínimas». (Y, en efecto, desde entonces hemos encontrado unas cuantas, por fortuna ninguna de ellas especialmente espantosa.) Si escribir sobre el tema del error parecía tentar a los dioses del destino, entonces la decisión de continuar con la cuestión de la falsedad supone básicamente obsequiarles con una portería vacía. Y, seamos sinceros, resulta poco probable que los dioses del destino desaprovechen una ocasión clara de gol a puerta vacía a dos metros de distancia.
Así pues, es indudable que este libro contendrá algunos errores. Me he esforzado al máximo por evitarlos y para ello lo he revisado y lo he vuelto a revisar, he acudido en la medida de lo posible a los documentos originales y he tratado de esquivar las trampas de la sobreinterpretación. Las notas finales deberían ayudarte a comprobar los datos por ti mismo (y te animo a que lo hagas). Pero, aun así, seguro que habré cometido algún desliz. Los errores son inevitables; todo cuanto podemos hacer es intentar minimizarlos, reconocerlos y mitigarlos. ¡Este es uno de los principales objetivos del libro! Con ese fin, si detectas algún error fáctico, por pequeño que sea, te ruego que me escribas a truth@tom-phillips.com. Iré actualizando un listado de correcciones en < tom-phillips.com/mistakes-and-regrets/ >.
Introducción. La hora de la verdad
Mientes más que hablas.
¡Espera, no te vayas! Esta es una forma terrible de empezar un libro, lo siento.
En realidad no me estoy metiendo contigo en particular. Y menos si en este momento estás hojeando este libro en una librería y te estás preguntando si deberías comprarlo. ¡Claro que deberías! ¡Tú eres muy inteligente! Además, eres ingenioso y tienes clase. Por decírtelo de una manera clara, no te distingues por ser alguien que genere desconfianza ni pareces especialmente dado a las falsedades. (A menos que resultes ser realmente un timador profesional, en cuyo caso puede que disfrutes con el capítulo 4.)
Sin embargo, mientes más que hablas: eres un mentiroso compulsivo y casi seguro que te equivocas de mil maneras, grandes y pequeñas, acerca del mundo en el que vives. No obstante, no deberías sentirte mal por ello porque —y este es el quid de la cuestión— lo mismo les sucede a todos los que te rodean. Y, puestos a ser completamente sinceros, a mí también me ocurre.
Lo que estoy diciendo es simplemente que, como humanos que somos, nos pasamos nuestra vida nadando en un mar de sandeces, medias verdades y falsedades descaradas. Mentimos y nos mienten. Nuestra vida social depende de un flujo constante de mentiras piadosas. Nos engañan sistemáticamente los políticos, los medios de comunicación, los vendedores y suma y sigue, y el auténtico problema de todo esto es que funciona; no podemos resistirnos a una mentirijilla bien elaborada. Quizá las mentiras más generalizadas sean las que nos contamos a nosotros mismos.
En nuestros días vemos por doquier graves advertencias de que vivimos en una era de la «posverdad». Oxford Dictionaries declaró «posverdad» su palabra del año 2016; en 2017, en el Reino Unido se publicaron nada menos que tres libros titulados Post-Truth (Posverdad) en un mismo día. Los políticos parecen tergiversar, manipular y mentir con creciente impunidad. La opinión pública, nos dicen confiadamente, «está harta de expertos». Internet ha transformado nuestra vida social en un campo de batalla de desinformación, donde cada vez estamos menos seguros de si nuestro tío Jeff es una persona real o es en realidad un bot ruso.
Para ser justos, es muy fácil ver por qué la gente cree que vivimos en una época excepcionalmente resistente a los hechos. Por poner un ejemplo bastante obvio, el anterior presidente de Estados Unidos, Donald Trump, miente a diario, o puede que ni siquiera mienta.
Esto supone un promedio de más de diez falsedades diarias, y el ritmo de su falta de honestidad parece seguir creciendo con el transcurso del tiempo. Superó la marca de las cinco mil mentirijillas gracias a una ráfaga especialmente intensa de despropósitos el 7 de septiembre de 2018, cuando hizo no menos de ciento veinticinco afirmaciones falsas o engañosas (según el Post)en un período de tiempo de tan solo ciento veinte minutos. Esto equivale a más de una falsedad por minuto. Ni siquiera fue ese su día más deshonesto. Ese dudoso título lo ostenta el 5 de noviembre de 2018, en vísperas de las elecciones de mitad de mandato, durante el cual el