Sandra V. Palermo
Miriam M.S. Madureira
Agemir Bavaresco, Christian Iber y Eduardo G. Lara
Introducción
Miguel Giusti
La celebración de los 250 años del nacimiento de Hegel ha tenido un eco tan inusitado como desconcertante en el mundo entero. Si bien nadie pone en duda la importancia o la magnitud de su obra en la historia de la filosofía, podría haberse pensado, como es también frecuente, que ella pertenece ya a un pasado lejano y que poco tiene que ver con los problemas urgentes o con las grandes transformaciones que ha sufrido nuestra sociedad desde entonces y que demandan la atención de la reflexión contemporánea. No obstante, la ocasión de su aniversario ha dado lugar a un sinnúmero de foros, debates y publicaciones, amplificados por efecto de las redes virtuales, a través de los cuales pareciera haber revivido el interés por sus tesis o sus escritos en toda su amplitud, no meramente por curiosidad arqueológica, sino con la genuina expectativa de hallar en ellos lecciones relevantes para el presente.
No todo ha sido, por cierto, una novedad o una sorpresa. En varios ámbitos de la discusión filosófica asistimos desde hace algunas décadas a la recuperación o al replanteamiento de algunas intuiciones hegelianas que parecen fructíferas para iluminar problemas que nos aquejan. Ocurre especialmente en la ética y la filosofía social, en donde se ha retomado su concepción de la «vida ética» o la «eticidad» para abordar con mayor lucidez la racionalidad práctica inmanente a las diferentes culturas, o donde se ha reintroducido su teoría del «reconocimiento» con el ánimo de superar las limitaciones del paradigma liberal de la justicia. El debate en torno al multiculturalismo le debe, sin duda, mucho a Hegel. Algo similar ha ocurrido en otros campos, como en el de la necesidad de acentuar el papel de la conciencia histórica en la definición de la naturaleza de la razón, o en el de su concepción de la modernidad, en torno a la cual se produjo una intensa controversia a fines del siglo pasado, en confrontación con los defensores de la posmodernidad. Sin embargo, el interés que se ha hecho explícito en fecha reciente abarca una gama bastante más amplia de temas de su obra filosófica, y es eso lo que llama la atención y merece algunas palabras aclaratorias.
Ha sido precisamente el propósito de descifrar las razones de la extendida sugestión que despierta hoy en día la obra de Hegel lo que nos animó a convocar a un grupo de especialistas de diferentes partes del mundo para hacer una suerte de balance del estado de la cuestión. Nos pareció oportuno solicitar su intervención para que nos expliquen cuáles son las causas y las formas de manifestación de la «actualidad del pensamiento de Hegel». Debido a su generalidad, la pregunta parece simple —y en cierto sentido quiere serlo—, pero encierra, en realidad, una ambivalencia muy sugerente que hemos querido aprovechar en la concepción de este volumen. De un lado, la actualidad hace referencia a los temas o los motivos por los cuales el pensamiento de Hegel puede tener vigencia en los debates contemporáneos o en el mejor entendimiento de los problemas de nuestra sociedad. Y de eso tratan, en efecto, todos los ensayos aquí reunidos: de la pertinencia que pueden tener, o no, las tesis de Hegel sobre la vida, la sociedad, la historia, la lógica, la religión, el arte y otros asuntos más. Pero, de otro lado, la actualidad designa también un rasgo muy peculiar que, según Hegel, debería tener la filosofía en cuanto tal, y que consiste en que ella debería ser siempre la «comprensión de su propia época en pensamientos». Esas son literalmente sus palabras, en un pasaje ya famoso de su Filosofía del derecho . Alude así a la conciencia histórica, a la reflexión sobre la historicidad del pensar, a un modo de conceptualización que obliga no solo a adoptar una perspectiva hermenéutica en relación con la tradición, sino además a situar siempre a la filosofía en su propio tiempo.
Esta doble acepción del término «actualidad» hace las veces de marco general de los ensayos aquí reunidos, y eso explica por qué en todos ellos se somete a discusión, de una u otra manera, el sentido de lo que llamamos «actual» en relación con cada uno de los temas que son materia de análisis. Hemos querido ofrecer una visión panorámica de las tesis que Hegel defiende en sus escritos y que, dadas sus pretensiones enciclopédicas, abarcan un amplio espectro de cuestiones filosóficas.
El volumen se abre precisamente con un ensayo en el que se expone con amplitud, en el sentido indicado, la fructífera ambivalencia del término «actualidad» en la concepción hegeliana de la filosofía (Miguel Giusti). Le siguen algunos trabajos de corte temático, en los que se desarrolla la concepción hegeliana de la «vida» (Sandra V. Palermo), la «mente» (Héctor Ferreiro), la «verdad» (Hardy Neumann), la «cultura» [Bildung] (Birgit Sandkaulen) y la «segunda naturaleza» ética (Agemir Bavaresco, Christian Iber y Eduardo G. Lara), trabajos que destacan la riqueza y la pertinencia de sus análisis en diálogo con las reflexiones filosóficas de nuestros días al respecto. No se trata de textos meramente filológicos o inmanentes, pues en todos ellos prima la intención de destacar su actualidad, con la complejidad que el término posee. Hallamos también ensayos de carácter más genérico, es decir, que se ocupan de visiones del mundo, cosmovisiones, tales como la «religión» (Jorge Aurelio Díaz), la «modernidad» (Miriam M.S. Madureira), la «estética» (Martín Zubiria), «el fin de la metafísica» (Diana María López) y la «filosofía de la historia» (Sergio Pérez Cortés), sobre las cuales Hegel tuvo un juicio hermenéutico de largo alcance con la idea de desentrañar su sentido, su evolución a través del tiempo y sus repercusiones en la filosofía de su época. La conciencia histórica tiene en estos casos un papel central, y ha dejado por lo mismo una huella claramente perceptible en los debates del presente. El volumen incluye, en fin, ensayos sobre la actualidad de algunas obras fundamentales de Hegel, como la Fenomenología del espíritu (Luis Eduardo Gama), la Ciencia de la lógica (Michela Bordignon), la Filosofía del derecho (María del Carmen Paredes) y la Enciclopedia de las ciencias filosóficas (Thomas Sören Hoffmann), en los que, más allá de su acaso extemporánea denominación, se hace explícita la pertinencia de sus intuiciones para la comprensión de lo que hoy entendemos por iniciarse en la filosofía, por esclarecer el sistema de categorías con el que definimos lo real, por concebir el sentido de la libertad en la riqueza de sus determinaciones o por entender por qué la filosofía no puede restringir su ámbito de estudio a un segmento de la realidad, sino que debe abarcarla en su integridad, es decir, como sostenía Hegel, debe asumir que «la verdad es el todo» o que «solo lo absoluto es verdadero». Sabrá el lector juzgar qué tan convincente es el proyecto, pero es pensando en él, en un público amplio —preocupado y acaso aturdido por los problemas de nuestra época, y ávido de estímulos que contribuyan a su orientación—, que concebimos este conjunto de ensayos que intentan enriquecer la discusión filosófica contemporánea.