John Murray - Principios de Conducta: Aspectos de la Ética Bíblica (Spanish Edition)

Principios de Conducta

ASPECTOS DE LA ETICA BIBLICA

John Murray

John Murray (1898-1975)

Los ancianos de la iglesia saben bien que aplicar las enseñanzas de la Biblia a situaciones éticas puede ser más difícil de lo que parece. Este trabajo de John Murray nos ayuda a aprender a aplicar la ley de Dios en asuntos como el matrimonio y el divorcio, decir la verdad y más

RC Sproul 1939-2017

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Principios de Conducta: Aspectos de la ética bíblica por John Murray

Copyright © Monte Alto Editorial, 2021

Traducido con permiso del libro Principles of conduct: Aspects of Biblical Ethic © John Murray. 1957 publicado por William B. Eerdsman Publishing Company; Grand Rapids, Michigan 49505 U.S.A.

Traducción al Español por: Marco Raigoza

Primera lectura de prueba: Andres D. Valencia

Segunda lectura de prueba: Danilo Campo

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A menos que se indique lo contrario, las citas de las Escrituras son de la Biblia RV60 (Versión Reina Valera 1960) © 1960 en América Latina por Sociedades Bíblicas. Las citas marcadas con (NBLA) son tomadas de la Nueva Biblia de las Américas NBLA Copyright © 2005 por The Lockman Foundation

ISBN: 978-958-49-1320-3

Ebook: 978-958-49-1319-7

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Contenido

Si John Murray hubiera sido bendecido con la luminosa gracia literaria de un C.S. Lewis, o la retórica contundente de un Charles Hodge, su nombre habría estado en la luz durante la última mitad de siglo como el mejor teólogo reformado de nuestro tiempo. Desafortunadamente, su genio no estaba en su estilo de prosa; sus lectores siempre lo han encontrado difícil de entender. Además, interactuaba principalmente con la literatura antigua, de modo que aquellos para quienes la historia era una tontería y que sólo querían comentarios rápidos sobre las últimas modas y fantasías teológicas tenían que ir a otra parte. Pocos le han apreciado su verdadero valor.

En realidad, no le faltaba lucidez; la precisión con que manipulaba los sustantivos abstractos latinizados lograba una fluidez lógica y afilada, sin dejar nunca la menor duda de lo que decía o por qué lo decía. Tampoco estaba desconectado de los dolores de cabeza teológicos de mediados del siglo XX; se ocupó de los errores de los biblicismos y anti-biblicismos actuales de forma completa y fiel, como el lector de este libro verá. Pero invirtió su creatividad no tanto en la apologética y la polémica como en el fortalecimiento del marco básico de la fe reformada mediante un matrimonio metodológico de la afirmación confesional con lo que hoy en día se llamaría una técnica exegética canónica.

Él mismo, heredero de la sabiduría combinada del puritanismo y de Princeton, hizo su trabajo como guardian de la tradición reformada (la "teología más pura", como se la llamó una vez, y, como Murray habría dicho, con razón). Su contribución especial fue apoyar y pulir esta herencia a través de la disciplina de la teología bíblica, practicada de acuerdo con el enfoque histórico-redentor que el gran (aunque ocasionalmente turbio) Geerhardus Vos, uno de los maestros de Murray, fue pionero hace un siglo.

Principios de Conducta, publicado por primera vez en 1957, es de hecho la obra maestra de Murray. Es mejor leerlo como una exploración y desarrollo, y por lo tanto una prueba y verificación, de tres hipótesis hermenéuticas: 1) que una única y perfectamente coherente ética del mandato divino (la ley de Dios) se enseña desde el Génesis hasta el Apocalipsis, y por lo tanto permanece en vigor desde el principio de la historia hasta su fin anticipado; 2) que la gracia de Dios no tiene por objeto alejar de, o más allá de, una vida de observancia de la ley, sino precisamente capacitar a los pecadores para ello; 3) que la observancia de la ley pertenece a la más pura expresión de la religión pura. Las discusiones exegéticas de los problemas más complicados que implican estas tesis son minuciosas y magistrales, y las simplificaciones y absolutos masivos a los que Murray razona su camino son en su mayor parte (a mi entender, en todo caso) tan sólidos como el Pico Pike: nada de lo que se ha escrito en teología desde que Murray escribió ha hecho algo para dejarlo como obsoleto. No se puede negar que es una lectura bastante densa; pero el lector que aguante hasta el final se verá enormemente enriquecido. ¡Adelante, entonces! Y Dios te bendecirá.

J. I. Packer

La ocasión para la preparación y publicación de estos estudios en el campo de la ética bíblica es la invitación, que me fue hecha en el otoño de 1953, por la facultad del Fuller Theological Seminary de Pasadena, California, para impartir las Conferencias Payton para el año 1955. En cumplimiento de esta invitación, y en términos de las Conferencias Payton, cinco conferencias fueron dadas en el Fuller Theological Seminary en marzo de 1955. En el presente volumen esta serie de conferencias se ha ampliado considerablemente.

Uno de los principales propósitos de las conferencias y de este volumen es tratar de mostrar la unidad básica y la continuidad de la ética bíblica. He intentado aplicar a la ética de la Escritura algo del método teológico-bíblico, entendiendo "Teología Bíblica" en el sentido definido por Geerhardus Vos como "esa rama de la Teología Exegética que trata del proceso de la auto-revelación de Dios depositada en la Biblia". No pretendo que estos estudios se adhieran rígidamente a este método de delineación histórico-genética, y estoy lejos de pretender haber cubierto todo el campo de la ética bíblica. He tratado sólo aspectos. Mi objetivo, sin embargo, ha sido mostrar lo fructífero que pueden ser los estudios éticos realizados en esta línea y cómo en este campo, así como en otros, podemos descubrir la unidad orgánica y la continuidad de la revelación divina. Los diez mandamientos, seguramente será admitido, proveen el núcleo de la ética bíblica. Cuando apliquemos el método bíblico-teológico al estudio de la Escritura, se verá que los diez mandamientos promulgados en el Sinaí no eran más que la forma concreta y práctica de enunciar principios que entonces, por primera vez, no llegaron a tener relevancia, pero que fueron relevantes desde el principio. Y también se verá que, como no comenzaron a tener relevancia en el Sinaí, no dejaron de tenerla cuando la economía del Sinaí pasó. Es un estudio biblico-teológico que demuestra que estos mandamientos encarnan principios que pertenecen al orden que Dios estableció para el hombre en el principio, así como al orden de la redención. En otras palabras, descubrimos que pertenecen a la revelación organica divina respecto a la voluntad de Dios para el hombre.

Debe entenderse que al hablar de la revelación progresiva, y de la "Teología Bíblica" como basada en esa revelación, el punto de vista considerado en estos estudios difiere del punto de vista liberal más antiguo así como del de los proponentes más recientes de la Teología Bíblica que son hospitalarios con las reconstrucciones críticas de la historia bíblica. La revelación debe considerarse como la revelación al hombre por parte de Dios de su mente y voluntad; y la revelación progresiva significa que la revelación tiene una historia de revelación creciente y acumulativa hasta que llega a su fin en la manifestación del Hijo de Dios y la inscripción encarnada en el canon completo del Nuevo Testamento. Las Escrituras son el depósito permanente de ese proceso de revelación. Y, a diferencia de la antigua concepción liberal, la "Teología Bíblica" no debe ser concebida como la presentación de los contenidos de la conciencia moral y religiosa de los principales personajes religiosos en el período bíblico, ni como la delineación histórico-genética del desarrollo de la conciencia religiosa reflejada en la Biblia; es más bien la delineación histórico-genética del proceso de la revelación divina.