Quisqueya:
un país en el mundo
La Revelación Maya del 2012
Una teoría basada en la interpretación verdadera de los hechos en la historia de la Isla de Santo Domingo
16 de octubre, 2011
Naples, Florida, Estados Unidos de América
Cosme E. Perez
Copyright © 2011 por Cosme E. Perez.
Número de Control de la Biblioteca del Congreso de EE. UU.: 2011960603
ISBN: Tapa Dura 978-1-4633-1366-1
Tapa Blanda 978-1-4633-1368-5
Libro Electrónico 978-1-4633-1367-8
Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida de cualquier forma o por cualquier medio, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación, o por cualquier sistema de almacenamiento y recuperación, sin permiso escrito del propietario del copyright.
Las opiniones expresadas en este trabajo son exclusivas del autor y no reflejan necesariamente las opiniones del editor. La editorial se exime de cualquier responsabilidad derivadas de los mismos.
Este Libro fue impreso en los Estados Unidos de América.
Para pedidos de copias adicionales de este libro, por favor contacte con:
Palibrio
1663 Liberty Drive
Suite 200
Bloomington, IN 47403
Llamadas desde los EE.UU. 877.407.5847
Llamadas internacionales +1.812.671.9757
Fax: +1.812.355.1576
362172
Contents
“Duarte * Sánchez * Mella”
La foto de la portada fue tomada
por el autor en 1985 a una
escultura de prueba del escultor
quisqueyano
ANTONIO TORIBIO TEJADA
(LITO)
Sin duda alguna, merece nuestra primera mención el artífice de la nacionalidad quisqueyana, al Padre de la Patria, Juan Pablo Duarte, por ser la persona que más claro ha planteado el proyecto de nación, identificando en forma correcta la denominación de la república en la Isla de Santo Domingo, no en la Isla de Haití, dándole el nombre más merecido a la patria, Quisqueya, con su correspondiente identidad nacional quisqueyana para el pueblo.
A la memoria de todos los que poblaban la isla a la llegada de los españoles en 1492 y cuya especie desapareció totalmente en menos de cien años, distinguiéndose entre ellos Caonabó y Anacaona; Guaroa y su sobrino Guarocuya (“Enriquillo”) ; Tamayo; Cotubanamá; Bohechío; Hatuey y las decenas de caciques de Marién, Maguá, Maguana, Higüey y Jaragua.
Como homenaje también a todos los nativos de la isla, dominicanos-españoles y dominicanos-franceses, que durante la era colonial hicieron la isla su propia patria, defendiéndola y protegiéndola, hasta lograr sus respectivas independencias.
A todos los fieles trinitarios, por haber defendido con sus bienes y vidas, los criterios de una nación libre, soberana e independiente de toda dominación extranjera; principios esos, que son los que sostienen, firme y fuerte aún, las bases sólidas de la nación, aunque el oportunismo, traición, ambición y caudillismo rampante haya querido quebrantarlos una y mil veces.
A los quisqueyanos de hoy, que con entusiasmo continúan la obra de Duarte, para que los quisqueyanos de mañana tengan una clara y consciente idea de lo que significa tener una Patria con una base moral y política propia e inquebrantable.
Va nuestro respeto a haitianos como Jacques Viau Renault, Dominic Alexander, Lionel Vieux y otros tantos que han luchado como hermanos junto a los trinitarios y patriotas quisqueyanos, comprendiendo y respetando los ideales que enseñó, a todos, Juan Pablo Duarte,.
A las personas que han expresado su respaldo al Proyecto Quisqueya, que por ser una lista larga no sería práctico mencionarlos aquí, por temor a que una de ellas se nos quede.
A mi esposa, Estela, que ha contribuido al esclarecimiento de las ideas que surgen, ya sea que estemos despiertos o dormidos, como si inspirados por fuerzas morales y espirituales indescriptibles.
Como homenaje a todos los quisqueyanos de la diáspora, que contribuyen de manera directa o indirecta al bienestar de Quisqueya, siendo la mayoría de ellos los mejores embajadores y promotores de su cultura y turismo; sostén silencioso de algún renglón de la economía en la patria con sus remesas; envíos; y el consumo de los productos y servicios de su patria.
Sin temor, ni reservas, quisiéramos que esta obra, humildemente rinda homenaje al más grande Redentor de la humanidad, al que hemos pedido que nos sirva de luz en todo momento, para que los que la lean, puedan ver en ella amor y paz; justicia y libertad, como fundamento de las relaciones que debe existir entre los quisqueyanos y todos los seres humanos del planeta Tierra.
Este es un libro para conocer una interpretación a hechos históricos y no pretende ser un manual de consulta sobre esos hechos. La historia está escrita.
Los seres humanos adquieren identidades que los diferencian a unos de otros, influenciados por ciertos factores en los que pueden incluirse lugar, costumbre, lenguaje e historial familiar, que hacen a un individuo o grupo de individuos, único en su clase.
Es el caso por el cual los habitantes de la Isla de Santo Domingo llegaron a tal punto que, para poder compartir la isla, hubieron de ocupar territorios apartados en la misma.
Quisqueya (república dominicana) está culturalmente más cerca de Cuba, Puerto Rico y Venezuela, por mencionar un país de América Latina, que de Haití (otra república dominicana); mientras que éste último está más próximo a Francia y algunos países africanos, en el mismo sentido.
Haití y Quisqueya son las dos naciones que comparten la Isla de Santo Domingo, la segunda en tamaño de las Antillas Mayores, en el Mar Caribe, como parte del continente americano.
Después del descubrimiento y conquista del Continente de América, a los habitantes nacidos en esta isla se les asignó la identidad española de “Dominicanos”, mediante Cédula Real que ordenara el rey Felipe IV de España en 1621, para evitar la confusión de identidad española que acarreaba el nombre con que había bautizado Colón a la Isla de Santo Domingo.
Mientras el nombre de la isla sea “Isla de Santo Domingo”, la identidad isleña de sus nativos seguirá siendo la dominicana por razones históricas.
Por otro lado, legalmente, Isla de Santo Domingo ha sido el nombre utilizado en los tratados y acuerdos internacionales o bilaterales relacionados con esta, durante toda su historia. El conflicto sobre el nombre de la isla afloró, en el momento que Haití surge como nación independiente, intentando hacer toda la isla suya y cambiarle el nombre.
Ese intento por poco se materializa cuando el gobierno haitiano ocupó y gobernó por veintidós años (1822-1844) toda la isla; empero el hecho de ocupar la isla y gobernarla, no le daba el derecho de cambiar el nombre de la misma, si la población que ocupaba una parte de ella estaba definida como dominicana-española y se oponía al cambio.
Desde que Haití tuvo su primera constitución, hasta la que hoy está en vigencia, aparece que el nombre de la isla es “ Isla de Haití ”, pese a que en los tratados y acuerdos bilaterales, al firmar, admita el nombre es “ Isla de Santo Domingo ”.
Mientras ese conflicto causado por lo que reza la constitución haitiana no se resuelva, seguirán otros países confundidos. Quisqueya ha mantenido en todas sus constituciones el nombre de “Isla de Santo Domingo” para la isla.
Después de la independencia de Haití, los oriundos de esa parte de la isla tienen su identidad nacional haitiana, de manera exclusiva; pero tienen que admitir que la identidad isleña es la dominicana, sin que se refiera a la identidad colonial que tenían anterior a la independencia, de dominicana-francesa, que desapareció al momento de independizarse, sino más propio, al nombre de la isla.
Hay muchas otras cosas que se deben corregir para ponernos al día con razón y lógica; y nos dejemos de tapar el sol con un dedo o de tener una actitud de dejadez crónica ante las dificultades, factores que son aprovechados por los enemigos de la patria.
Página siguiente