TRESHISTORIAS UN CORREO MIL VERDADES
Mario ToroVicencio
EDICIONESESCAPARATE
TRESHISTORIAS, UN CORREO, MIL VERDADES
M ario T oro V icencio
r egisTro P ro P iedad i n T elec T ual nº 275.022
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TresHistorias Un Correo Mil Verdades
ELESPEJODELDOLOR
A
Sergio T o r o Vicencio Miguel Carmona Ríos Rodrigo Vilches Mendez
i ndice
Correo electrónico de mi amigo uruguayo Juan Vidal
-11
Sin mentiras ni concesiones
-15
Naturaleza impúdica
-21
Agonía sin tregua y sin paréntesis
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CORREO ELECTRÓNICO
DE MIAMIGO URUGUAYO JUAN VIDAL
Ta nto ayer como hoy la férrea amistad
de la consciencia persevera
M ario T o r o V icencio
No he tenido tiempode decirte lo contento que estoy de volver a verte yde sentarnos a conversar de toda aquella vida que aparentemente dejamos atrás, pero es la base de nuestra vida, porque no fue nadamenosynadamás, ¡¡¡que la JUVENTUD!!!
Bueno, dejemos lugar a la nostalgia, para cuando estemos entu casa, enChile, porque pre fi ero vivirlas con un amigo como vos, con quien la sufrimos y disfrutamos yla conocemos como una hermana.
No quiero contarte muchodemiaquí, pero ade- lantarte que me siento bien:lavidase me ha simplificado porque yo lo he queridoasí,desdequedecidíque, ha- biendo cosas quenopodíainfluenciar para mejorarlas, no tenía que resolver en ellas, causándome másdolorque el que traían.
De esa manera parezco insensible o frío yno es así... sólo que veo yo mismo el contraste, con la mentalidad de los que crecimos en los sesenta, en alguna manera en el auto fl agelo deesosañosdeldolorde Vietnam, delanece-sidadde un cambio, tal vez con la diferencia dequeenesa época la protagonizábamos activos y en sus consecuencias, tales como persecuciones y cárcel y la horrible desaparición y “tras c a r tó n”... la muerte.
Hoy no es queno importe Afganistán, ni la sequía deese rincón africano tan sufriente..., pero colectivamen- te pertenecemos a los dinosauriosy estamos en vías de
extinción... creo yo, desdequenos ganaron aquellas bata- llas, desdeel exilio, el desarraigo, el reencuentro al volver a “tierras s a n ta s” , con otros sagrados cálices, quelosqueal-gúndía buscamos y veneramos. ¡¡Pero nada está olvidado, nada!!Ni la agilidad para escapar del enemigo o el terror de la prisión,ni la oquedadde recuerdos de la tortura. En ese caso tampoco tengo odio, noodioanadie,ni siquiera aese torturador anónimoaquien jamás vi y el que tampoco me conocía.
Lo que hoy tengo, es la amistad de aquellos que en las buenas y las malas estuvimos juntos y eso es de lo queaquí s e vin oa tra t a r .. . u st e dy y o .
Un abrazo, Juan
PD.: Juan sin Tierra, hijo de Huiracocha, el demanosde clavos yde tie- rra ahora que la vida lo requiere, Juan el Bautista, JuandeDios,Juan es- cuchador de tangos incomprensibles, de llorar solo hace ya milnochesyde reír cada mañana ahora que volvió asupueblo...Juan Mario, Juan el mismo, el mismo.
SIN MENTIRAS NI CONCESIONES
JuanVidal nunca pudo entender que Jorge renun- ciara a la ciudadanía sueca y abandonara el país,que le per- mitíavivir tranquilo ysin problemas. Ensu cerebro el eco deuna pregunta se repetía incansablemente: Sien Suecia todo problema práctico estaba solucionado, ¿porquésu hermano Jorge había abandonado ese país?
Despuésdeochoañossinsabernadade Jorge, Juan recurrió a canales diplomáticos, que le ayudaron asa- ber el paradero de él. Estaba en Italia. Decidió viajar a Italia, para estar con su hermano yavalar su condición de ilegal o indocumentado porque desdeque Jorge había abandonado Suecia no tenía papeles.
Roma era una hermosa ciudad,másaún en pri- mavera, pero mientras caminaba al punto de encuentro, las calles de la ciudady Roma mismasele hicieron agobiantes. Sentía que en cada paso, quelo acercaba a Jorge, máslo ale- jaba deaquel hombre que había tratado y con el que había compartido desdesu niñez, en Uruguay, hasta su edad ma- dura, que parte de ella la habían vivido en Suecia.
Jorge siempre lehabía parecido unser extraordi- nario. Aunque todos somos diferentes, Jorge lo era deuna manera especial, que lo hacía resaltar y elevarse por sobre la masa.
Juan llegó al lugar de encuentro, pero su hermano no estaba yno apareció. Esperó varias horas enun café, quese ubicaba frente al lugar escogido, pero Jorge no se hizo
presente. Determinó, entonces, cambiar su estado anímico y admirar Roma, recorriendo sus calles, como tantas veces había hecho.
Volvió al hotel a ducharse, cambiarse ropa para saliracena r . Volverí aal luga rdel encuentr oaldía siguiente.
Resolvió cambiar la ruta, para “avizorar” másde Roma y solazarse desu belleza. Llegó al lugar sin ver asuhermano.Noquería
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